por Johanne Markus 26 de febrero 2013 Del sitio Web PreventDisease
traducción de
Adela Kaufmann
Al levantarse usted por la mañana, un aspecto de su ser se vuelve a montar: el observador en primera persona de la realidad, que habita en un cuerpo humano.
A medida que avanza en todo el día, también lo hace su sentido de tener un pasado, una personalidad y motivaciones. Su yo está completo, tanto como testigo del mundo y portador de su conciencia e identidad. Usted.
Este sentido intuitivo del yo es una experiencia humana fundamental y sin esfuerzo.
Pero no es nada más que una elaborada ilusión y cómo usted percibe la realidad es muy único a usted y define cada momento de lo que es.
Nuestro concepto de nosotros mismos como individuos en el control de nuestro destino sustenta gran parte de nuestra existencia, de cómo vivimos nuestras vidas a las leyes de la tierra.
La forma en que tratamos a otros, también, en gran medida depende de la suposición de que ellos tienen un sentido de sí mismos similar al nuestro. Así que es un shock descubrir que nuestras profundas verdades sentidas son en realidad humo y espejo del primer orden.
¿Qué tenemos - lo que sea que seamos - que hacer?
Primero, manténgalo en perspectiva. Gran
parte de lo que damos por sentado acerca de nuestra vida
interior, desde la percepción visual hasta los recuerdos, es
poco más que una construcción elaborada de la mente. El
yo es una parte más de esta ilusión.
La identidad a menudo se entiende como un producto de la memoria al tratar de construir una narrativa de las muchas experiencias de nuestras vidas.
Sin embargo, ahora hay un creciente reconocimiento de que nuestro sentido del yo pueda ser una consecuencia de nuestras relaciones con otros.
"Tenemos este profundo impulso de interactuar unos con otros, que nos ayuda a descubrir quiénes somos", dice Bruce Hood, psicólogo del desarrollo en la Universidad de Bristol, Reino Unido, autor de La Auto-Ilusión (Constable, 2012).
Y ese proceso no se inicia con la formación de los primeros recuerdos de un niño, sino desde el primer momento en que aprenden a imitar la sonrisa de sus padres y de responder enfáticamente a los demás.
La idea de que el sentido del yo impulsa, y es impulsada por, nuestras relaciones con otros tiene sentido intuitivo.
Nuestros cerebros crean nuestra propia versión de la realidad
Las señales nerviosas necesitan tiempo para ser transmitida y tiempo para ser procesadas por el cerebro. Y hay eventos - como un destello de luz, o alguien chasqueando sus dedos - que toma menos tiempo de ocurrir del que nuestro sistema necesita para procesarlos.
Cuando nos damos cuenta, el destello o el chasquido de dedos, ya
es historia.
La percepción de lo que está sucediendo en el momento del destello está determinada por lo que sucede en el disco después de ella. Esto parece paradójico, pero otras pruebas han confirmado que lo que es percibido como habiendo ocurrido en un momento determinado puede ser influenciado por lo que ocurre más tarde.
Todo esto es un poco preocupante si nos aferramos a la vista de sentido común de que nosotros mismos estamos posicionados en el presente.
Si el momento en el tiempo que se supone que estamos habitando resulta ser una mera construcción, lo mismo es probable que sea cierto de la auto existencia en ese presente.
Hay Fallas En Nuestras Creencias Intuitivas Sobre Lo Que Nos
Hace Ser Quienes Somos
Podemos ser escépticos sobre la existencia del mundo a nuestro alrededor (ver Realidad - ¿Es Real La Materia?), pero,
Si bien parece irrefutable que debemos existir en algún sentido, las cosas se ponen mucho más desconcertantes, una vez que tratamos de conseguir un mayor agarre de lo que significa en realidad, y equivale al yo.
Tres creencias sobre el yo son absolutamente fundamentales para nuestra creencia de quienes somos. Primero, nos consideramos como inmutables y permanentes. Esto no quiere decir que nos mantenemos siempre igual, pero esto en todo este cambio, hay algo que permanece constante y que hace del "yo" hoy la misma persona que era hace cinco años y seré cinco años en el futuro.
Segundo, nos vemos a nosotros mismos como el unificador que reúne todo. El mundo se nos presenta como una cacofonía de imágenes, sonidos, olores, imágenes mentales, recuerdo, etc. En el Yo, todo esto está integrado y emerge la imagen de un mundo único y unificado.
Finalmente, el yo es un agente. Es el pensador de nuestros pensamientos y el hacedor de nuestros actos. Es el lugar donde la representación del mundo, unificado en un todo coherente, es utilizada para que podamos actuar en este mundo.
Todas estas creencias parecen ser deslumbrantemente obvias y tan seguras como pueden ser. Pero a medida que miramos más de cerca, se vuelven cada vez menos evidentes.
Parecería obvio que existimos continuamente desde nuestros primeros momentos en el vientre de nuestra madre hasta la muerte.
Sin embargo, durante el tiempo en que nuestro ser existe, se somete a cambios sustanciales en creencias, capacidades, deseos y estados de ánimo.
El yo feliz de ayer no puede ser exactamente el mismo que el yo desconsolado de hoy, por ejemplo. Pero seguramente todavía tenemos el mismo yo hoy que tuvimos ayer.
Hay una creencia central de que el yo es el centro de control. Sin embargo, la ciencia cognitiva ha demostrado en numerosas ocasiones que nuestra mente pueda conjurar, post hoc, una intención para una acción que no fue provocada por nosotros.
Nuestro
ADN contiene en sí esta programación, y sin embargo los
científicos todavía no pueden entender los mecanismos exactos
bajo los cuales operamos.
Sin embargo, es posible que no tengamos más remedio que apoyar estas creencias erróneas. Toda nuestra forma de vida se basa en la noción de que somos segmentos de ADN que nos hacen inmutables, individuos coherentes y autónomos.
Todo lo que tenemos es el momento presente y, aunque el yo es una ilusión útil, también puede ser uno necesario para que aprendamos a aprender más en el ahora.
ADN Estando Presente Y Eterno
Un reciente estudio de la UCSF mostró un vínculo entre estando
presente y envejecer, observando una medida biológica de la
longevidad dentro de nuestro ADN.
En el estudio (Wandering
Minds and Aging Cells), la longitud del
telómero, un bio-marcador emergente para envejecimiento celular
y envejecimiento corporal general, fue evaluado en asociación
con la tendencia a estar presente en el momento frente a la
tendencia a la divagación de la mente, en la investigación en
239 mujeres saludables de mediana edad que van en edad de 50 a
65 años.
Estando presente en el momento fue definido como una tendencia a
centrarse en tareas actuales, mientras que la mente errante se
define como la inclinación a tener pensamientos acerca de otras
cosas que el presente o estando en otra parte.
De acuerdo con los hallazgos, publicados en línea en la nueva
revista de la Asociación
para la Ciencia Psicológica Clinical
Psychological Science,
aquellos que reportaron más divagación mental tenían telómeros
más cortos, mientras que aquellos que reportaron una mayor
presencia en el momento, o que tuvieron un mayor enfoque y
compromiso con sus actividades actuales, tenían telómeros más
largos, incluso después de ajustarlos para la tensión actual.
El descubrimiento, considerado un gran avance médico y científico, tiene enormes implicaciones para la salud humana y la conciencia, debido a que muchas enfermedades complejas parecen ser causadas por minúsculos cambios en cientos de interruptores de genes.
Intervenciones conscientemente meditadas, que promueven la atención en el presente con una actitud compasiva de aceptación, conducen a aumentos en algunos aspectos de la salud.
Estando presente y atento en pureza y sin juicio también significa que no tenemos ninguna emotividad rodeando nuestras observaciones.
Nuestro bienestar emocional no está colocado en los resultados de las circunstancias de nuestra vida, sino que más bien, nuestro bienestar está colocado hacia el interior y es determinado por una elección que hacemos para mantener la calma, mantenernos centrados y expansivos en torno a las múltiples posibilidades de los acontecimientos de los cuales somos testigos.
Fuentes
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