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			por Gustav Meyrink 
			
			1916 
			
			extraído de "El 
			Rostro Verde" 
			
			  
			
				
				«Ahora escucha lo que tengo que decirte: ¡Ármate para los tiempos 
			venideros!.
  »Pronto el reloj del universo dará las doce, la cifra es roja y está 
			bañada de sangre. Por este signo la reconocerás. La primera hora 
			nueva será precedida por un huracán. Vela para que no te sorprenda 
			dormido, porque los que entren en el nuevo día con los ojos cerrados 
			seguirán siendo las mismas bestias de antes y ya nunca se 
			despertarán. Existe un equinoccio espiritual. La primera hora nueva 
			de la que te he hablado es un punto de inversión a partir del cual 
			la luz se coloca en equilibrio con la oscuridad.
  »Durante otro milenio más, los hombres aprendieron a dominar la 
			naturaleza y a descifrar sus leyes. Bienaventurados aquellos que 
			comprendieron el sentido de tal trabajo, los que captaron que la ley 
			interior es igual a la exterior, pero una octava más alta. Estos son 
			los llamados a la cosecha, los demás son siervos que labran la 
			tierra con la vista inclinada.
  »Desde el diluvio está oxidada la llave que abre nuestra naturaleza 
			interior. La clave es estar despierto, estar despierto lo es todo. 
			De nada está más convencido el hombre que de estar despierto. Pero 
			en realidad se halla preso en una red de ensueños que él mismo ha 
			tejido. Cuanto más apretada esté la red, más sólido será el reino 
			del sueño. Los que se enredan en ella duermen, andan por la vida 
			como manadas hacia el matadero, apáticos, indiferentes, sin pensar. 
				 »Los soñadores de entre ellos no ven sino a través de las mallas un 
			mundo enrejado, no ven sino porciones engañosas, no saben que se 
			trata de fragmentos desprovistos de sentido de un todo gigantesco, y 
			guían su conducta por ellos. Tales soñadores no son los poetas ni 
			las personas fantásticas, como podrías creer. Son los hacendosos, 
			los laboriosos, los incansables de este mundo, los roídos por la 
			rabia de actuar. Se parecen a feos escarabajos afanándose por 
			escalar un tubo liso, escalarlo y volverse a caer una vez arriba. 
				 »Se imaginan que están despiertos, pero lo que creen vivir no es en 
			realidad más que un sueño predeterminado hasta en el menor detalle y 
			en el que la voluntad no tiene ninguna influencia. Ha habido y hay 
			algunas personas conscientes de que sueñan, son pioneros 
			aproximándose al baluarte. 
				 
				  
				Detrás de ellos se esconde un Yo 
			eternamente despierto, videntes como Goethe, Schopenhauer y Kant, 
			pero carecían de las armas imprescindibles para tomar al asalto la 
			fortaleza y su llamada a la lucha no despertó a los dormidos. 
				 »Estar despierto lo es todo.
  »El primer paso es tan sencillo que está al alcance de cualquier 
			niño. El que no sabe cómo se anda no quiere renunciar a las muletas 
			heredadas de sus antepasados. Estar despierto lo es todo.
  »Está despierto en todo lo que hagas. No creas que ya lo estás. No, 
			estás durmiendo y soñando.
  »Junta todas tus fuerzas y, durante un momento, oblígate a sentir 
			cómo recorre tu cuerpo esta sensación: ¡ahora estoy despierto!. Si 
			consigues experimentar esa sensación reconocerás inmediatamente que 
			tu anterior estado era como el de un sonámbulo, como el de un 
			drogado.
  »Es el primer paso todavía vacilante de un largo, largo viaje desde 
			la servidumbre hacia la omnipotencia. Avanza así, de despertar en 
			despertar.
  »No hay un sólo pensamiento torturador que no pueda vencerse de esta 
			manera. Lo dejas en el camino y ya no podrá alcanzarte, te elevarás 
			sobre él como la copa del árbol se eleva por encima de las ramas 
			secas.
  »Una vez que hayas logrado extender el estado de vigilia a tu 
			cuerpo, los dolores cesarán por sí mismos como hojas marchitas. Los 
			baños por inmersión en agua helada de los judíos y los brahmanes, 
			las vigilias nocturnas de los discípulos budistas y los ascetas 
			cristianos, los suplicios a que se someten los faquires de la India, 
			no son más que ritos externos petrificados, vestigios de un esfuerzo 
			prehistórico por despertar y permanecer despierto. 
				   
				Lee los libros 
			sagrados de todos los pueblos de la Tierra. La enseñanza secreta 
			acerca del estado de vigilia los recorre en su totalidad como un 
			hilo rojo. Es la escalera del cielo de Jacob, que luchó durante toda 
			la noche con el ángel del Señor, hasta que el “día” le trajo la 
			victoria. Debes subir de escalón en escalón, de luz en luz, si 
			deseas vencer a la muerte; las armas de la muerte son el sueño y el 
			aturdimiento. El escalón inferior de la escalera de Jacob se llama 
			“genio”. 
				   
				¿Con qué palabras podríamos designar los escalones 
			superiores?. La masa los desconoce y los considera como leyendas. La 
			historia de Troya también fue considerada una leyenda durante 
			siglos, hasta que alguien tuvo el coraje de comprobarla realizando 
			excavaciones.
  »En el camino del despertar, tu primer enemigo será 
				
				tu propio 
			cuerpo. Luchará contra tí hasta el primer canto del gallo. Pero si 
			llegas a ver amanecer el día de la eterna vigilia, te distinguirás 
			de todos esos sonámbulos que se creen seres humanos y son en 
			realidad dioses dormidos; entonces el sueño se alejará para siempre 
			de tu cuerpo y serás dueño del universo.
  »Serás capaz de obrar milagros si lo deseas, y ya no tendrás que 
			esperar humildemente que a algún falso dios le plazca obsequiarte… o 
			cortarte la cabeza.
  »Una felicidad habrá desaparecido para tí: la felicidad del perro 
			fiel, siempre contento de reconocer la superioridad de un amo al que 
			puede servir. Pregúntate: ¿cambiarías, incluso en tu estado actual, 
			tu vida por la de tu perro?.
  »¡Que no te espante el temor de no alcanzar la meta en esta vida!. 
			El que pisa una vez nuestro camino, siempre volverá al mundo con una 
			madurez interna suficiente para continuar su trabajo. Nace como 
			“genio”.
  »El camino que te muestro está sembrado de extraordinarias 
			experiencias: personas ya fallecidas, a las que tú conocías en vida, 
			resucitarán ante tí y te hablarán. Se te aparecerán formas 
			luminosas, bañadas de claridad, que te bendecirán. ¡No serán más que 
			imágenes!… imágenes emanadas de tu cuerpo cayendo en una mágica 
			muerte bajo la influencia de tu voluntad transformada, formas que se 
			convertirán de materia en espíritu de la misma manera que el hielo 
			se disuelve en nubes de vapor al entrar en contacto con el fuego. 
				 »Cuando todo lo cadavérico haya sido arrancado de tu cuerpo podrás 
			decir que el sueño se ha alejado de tí para siempre. Entonces se 
			consumará ese milagro que los seres humanos no pueden creer porque 
			no lo comprenden, porque no saben que materia y energía son la misma 
			cosa, el milagro de que, aunque te entierren, no haya cadáver en el 
			ataúd.
  »Sólo entonces, y no antes, sabrás distinguir la esencia de la 
			apariencia. Aquel a quien encuentres en esos momentos no podrá ser 
			sino uno de los que te precedieron en el camino. Los demás sólo 
			serán sombras.
  »Hasta ese instante no sabrás si eres el más desdichado o el más 
			feliz de los hombres. Pero no temas, ninguno de los que optaron por 
			el camino del despertar fue abandonado por sus guías, aunque se 
			extraviaran.
  »Voy a decirte cómo podrás reconocer si una aparición es realidad o 
			es una quimera: si se te acerca mientras tu conciencia está turbada, 
			y los objetos del mundo exterior se confunden o se desvanecen ante 
			tus ojos, entonces no te fíes. ¡Tienes que estar ojo avizor!. Porque 
			es una parte de tí… Si no adivinas su significado oculto, no es más 
			que un fantasma sin consistencia, una sombra, un ladrón que roe tu 
			vida.
  »Los ladrones que roban la fuerza del alma son peores que los 
			ladrones de la Tierra. Te atraen como fuegos fatuos hacia el pantano 
			de una engañosa esperanza para abandonarte en las tinieblas y 
			desaparecer para siempre.
  »No te dejes engañar por ningún milagro aparente que hagan para 
			ayudarte, por ningún nombre sagrado que adopten, por ninguna 
			profecía que puedan enunciar, aunque ésta se cumpliera; son tus 
			enemigos mortales, desahuciados del infierno de tu cuerpo, contra 
			ellos habrás de luchar por la supremacía.
  »Las fuerzas que exhiben son las tuyas propias, se han apoderado de 
			ellas para mantenerte en la esclavitud. No pueden vivir más que a 
			costa de tu vida, pero si los vences, se derrumbarán, se convertirán 
			en dóciles instrumentos que podrás mantener a tu antojo. Son 
			innumerables las víctimas que se han cobrado entre los hombres. 
				
				 
				  
				Repasa la historia de los visionarios y los sectarios, constatarás 
			que la vía que sigues está cubierta de cráneos. De forma 
			inconsciente la humanidad ha levantado un muro contra ellos: el 
			materialismo. Este muro constituye una protección infalible; es un 
			símbolo del cuerpo y al mismo tiempo es una prisión que impide ver 
			lo que hay más allá.
  »Ahora, cuando el muro se desmorona lentamente y el fénix de la vida 
			interior renace de sus cenizas, los buitres de otro mundo comienzan 
			también a batir sus alas. Por ello, ten cuidado. Sólo la balanza en 
			la que pesarás tu conciencia te podrá indicar si puedes fiarte de 
			las apariciones, cuanto más despierta esté tu conciencia en mayor 
			medida se inclinará a tu favor la balanza. Si un guía o un hermano 
			espiritual se te aparece, tendrá que hacerlo sin saquear tu 
			conciencia; como el incrédulo Tomás, podrás poner tu mano en su 
			costado.
  »Sería fácil evitar las apariciones y sus peligros, bastaría que te 
			comportaras como una persona normal. ¿Pero qué ganarías con ello?. 
			Quedarías aprisionado en la cárcel de tu cuerpo hasta que el verdugo 
			“muerte” te arrastrara al cadalso. El deseo de los mortales de 
			contemplar a los seres sobrenaturales despierta simultáneamente a 
			los fantasmas de los infiernos, porque es un deseo impuro, ávido, 
			porque prefiere “tomar” en lugar de suplicar que se le enseñe a 
			“dar”.
  »Toda persona que vive en la Tierra como en una prisión, todo ser 
			piadoso que implora su salvación, todos conjuran sin darse cuenta el 
			mundo de los fantasmas. Hazlo tú también. ¡Pero hazlo 
				
				conscientemente!. 
				 
				  
				¿Existe una mano que guarda a aquéllos que lo 
			hacen inconscientemente, convirtiendo en islotes los pantanos donde 
			deberían extraviarse inexorablemente?. No quisiera negarlo 
			rotundamente, ya que no lo sé, pero no lo creo.
  »Cuando tu camino atraviesa el reino de los fantasmas, te percatarás 
			poco a poco de que no son más que pensamientos que de golpe se han 
			hecho visibles. Esta es la razón de que te parezcan extraños y 
			adopten formas de criaturas, el lenguaje de las formas es distinto 
			del lenguaje del cerebro.
  »Entonces habrá llegado el momento de que se lleve a cabo en tí una 
			transformación insólita: las personas que te rodean se convertirán 
			en fantasmas.
  »Todos los seres que has amado se convertirán súbitamente en 
			espectros. Incluido tu propio cuerpo.
  »Es la soledad más terrible que uno pueda imaginar, la soledad de un 
			peregrino en un desierto donde quien no sabe hallar la fuente de la 
			vida está condenado a morir de sed. Cuanto acabo de decirte está 
			escrito igualmente en los libros de los hombres piadosos de todos 
			los pueblos: la venida de un nuevo reino, la vigilia, la superación 
			del cuerpo y de la soledad.
  No obstante, un abismo infranqueable nos separa de estos
				
				religiosos, 
			ellos creen que los hombres buenos entrarán un día en el paraíso, y 
			que los malos serán arrojados a las tinieblas del infierno, nosotros 
			sabemos que llegará un tiempo en el que muchos despertarán y serán 
			separados de los que duermen, como los amos se separan de los 
			esclavos. 
				 
				  
				Los que están dormidos no pueden comprender a los 
			despiertos. Nosotros sabemos que el bien y el mal no existen, sino 
			solo la “verdad” y el “error”. 
				   
				Ellos creen que el “estado de 
			vigilia” consiste en entregarse a las oraciones, manteniendo 
			abiertos los ojos y los sentidos durante toda la noche, nosotros 
			sabemos que el “estado de vigilia” es un despertar del Yo inmortal, 
			y que la falta de sueño experimentada por el cuerpo es una 
			consecuencia natural de ese despertar. 
				   
				Ellos creen que hay que 
			descuidar y despreciar al cuerpo porque es pecaminoso, nosotros 
			sabemos que el pecado no existe, que tenemos que comenzar por el 
			cuerpo y que hemos bajado a la Tierra para transformarlo en 
			espíritu. 
				   
				Ellos creen que para purificar el espíritu es necesario 
			retirarse a la soledad con el cuerpo, nosotros sabemos que hay que 
			incomunicar primero al espíritu para transfigurar el cuerpo. Sólo a tí te incumbe elegir tu camino, el nuestro o el de ellos. 
				 
				  
				Tu 
			elección debe efectuarse por tu propia y libre voluntad. Yo no tengo 
			derecho a aconsejarte. 
				   
				Vale más cosechar el fruto amargo de la 
			propia iniciativa que seguir un consejo ajeno y contemplar un fruto 
			dulce en el árbol.
  »No actúes como tantos que pese a conocer muy bien lo que está 
			escrito: “examinad todas las cosas y conservad de entre ellas la 
			mejor”, no examinan nada y conservan lo primero que se les 
			presenta.»
  
			  
			
  
			 
				«“EL FÉNIX”   
				 
				»En el día de hoy has sido admitido en nuestra comunidad, eres un 
			nuevo eslabón de la cadena que se extiende de eternidad en 
			eternidad.
  »Mi responsabilidad termina aquí, pasa a manos de otro a quien tú no 
			puedes ver en tanto que tus ojos no dejen de pertenecer a la tierra. 
				 »Está infinitamente lejos de tí, y sin embargo, está muy cerca, no 
			lo separa de tí el espacio, pero está 
				
				más allá de los límites del 
			universo. Te rodea por todas partes como el agua rodea al nadador en 
			el océano, pero tú no sientes su presencia.
  »Nuestro símbolo es el fénix, el símbolo del rejuvenecimiento, el 
			águila legendaria del cielo de Egipto, un águila de plumaje purpúreo 
			y dorado que tras consumirse en su nido de mirra vuelve siempre a 
			renacer de sus cenizas.
  »Te dije que el principio del camino es tu propio cuerpo: quien sabe 
			esto, puede iniciar el viaje en cualquier momento. Ahora te enseñaré 
			a dar los primeros pasos: Debes separarte de tu cuerpo, pero sin 
			querer abandonarlo, desprendiéndote de él como si aislaras la luz 
			del calor. Ahí acecha ya tu primer enemigo.
  »Quien se arranca de su cuerpo para atravesar los espacios corre el 
			riesgo de hacer lo mismo que las brujas, que no hacen más que 
			extraer un cuerpo fantasmal de su grosero cuerpo terrestre, y 
			montarlo como una escoba para acudir al aquelarre. La humanidad, con 
			un instinto seguro, se ha forjado una protección contra este 
			peligro: se reserva siempre una incrédula sonrisa frente a la 
			posibilidad de tales artilugios.  
				  
				Tú ya no necesitas la duda para 
			protegerte, tú tienes en lo que te he dado una armadura mucho más 
			eficaz. Las brujas se imaginan estar participando en el aquelarre 
			mientras que en realidad su cuerpo yace rígido e inconsciente en la 
			habitación. Cambian la percepción terrestre por otra espiritual y 
			dejan escapar lo mejor para ganar lo peor, en lugar de enriquecerse 
			se empobrecen.
  »Ya habrás deducido que ese no es el camino del despertar. Para 
			comprender que tú no eres tu cuerpo - en contra de lo que piensan la 
			mayoría de los humanos - debes reconocer las armas con las cuales 
			lucha por dominarte. Es cierto que por el momento estás en su poder, 
			tu vida se apagaría si tu corazón dejara de latir y todo se hace 
			oscuridad cuando él cierra los ojos. Tú crees que te mueves, pero 
			sólo es una ilusión, es él quien se mueve sirviéndose de tu 
			voluntad.  
				  
				Tú crees pensar pero es él quien genera los pensamientos, 
			te hace creer que proceden de tí para que hagas todo lo que quiera. 
			Siéntate erguido y proponte no mover ni un sólo miembro, no 
			parpadear, quedarte inmóvil como una estatua: verás cómo se abalanza 
			sobre tí inmediatamente, lleno de odio, para obligarte a que te 
			sometas nuevamente a él.  
				  
				Te combatirá de mil maneras hasta que le 
			permitas moverse de nuevo, su descomunal furor y su precipitación en 
			la lucha te pueden indicar hasta qué punto teme por su supremacía, y 
			lo grande que debe ser tu poder para que recele tanto de tí.
  »Pero tu cuerpo esconde una trampa, pretende inducirte a pensar que 
			es en este terreno, el de la voluntad interior, donde se libra la 
			batalla decisiva por la supremacía, pero esto solamente son 
			escaramuzas en las cuales, si fuera necesario, estaría dispuesto a 
			dejarte vencer con objeto de subyugarte después aún más ferozmente. 
				 
				  
				Los que consiguen la victoria en tales escaramuzas se convierten en 
			los más desgraciados de los esclavos; se toman por vencedores y 
			llevan en la frente un estigma: “carácter fuerte”.  
				  
				El fin que tú 
			persigues no consiste en disciplinar tu cuerpo, le prohíbes moverse 
			con la única intención de reconocer las fuerzas de que dispones. 
			Dichas fuerzas son numerosísimas, y por ello, casi insuperables. 
			Podrás sentir cómo las dirige contra tí, una tras otra, si 
			perseveras en esta medida aparentemente tan simple: permanecer 
			inmóvil.  
				  
				Primero experimentarás la potencia de los músculos que 
			tienden a vibrar y temblar, el hervor de la sangre bañando de sudor 
			tu rostro, los latidos violentos del corazón, escalofríos en la piel 
			hasta que el vello se te eriza, vacilar todo tu cuerpo como si el 
			centro de gravedad se hubiese desplazado. Todo esto podrás superarlo 
			a través de la voluntad, pero no será solamente la voluntad: habrá 
			ya un estado superior de vigilia escondido detrás de ella, invisible 
			bajo su yelmo mágico. Incluso esta victoria carece de valor.  
				  
				Aunque 
			llegaras a controlar tu respiración y los latidos de tu corazón 
			continuarías siendo un “fakir”, un “pobre”. ¡Un “pobre”!, la palabra 
			lo dice todo…
  »Los siguientes adversarios que te opondrá tu cuerpo son los 
			escurridizos enjambres de moscas del cerebro, los pensamientos. 
			Contra ellos ya no sirve la espada de la voluntad. Cuanto más la 
			blandas, más furiosamente zumbarán a tu alrededor, y si lograras 
			ahuyentarlos, aunque sólo fuera un instante, serías vencido de otro 
			modo: durmiéndote, en los sueños.
  »En vano les ordenarás que se mantengan quietos, sólo hay una manera 
			de escapar de ellos: refugiándote en el estado de vigilia superior. 
				 »La forma de alcanzar ese nivel debes hallarla por tí mismo. Tu 
			sensibilidad tendrá que tantear incesante y cautelosamente, y al 
			mismo tiempo tendrás que exhibir una férrea decisión. Eso es todo lo 
			que puedo decirte sobre el tema. Cualquier consejo que se te diera 
			en relación con esta penosa lucha sería como un veneno. Estás frente 
			a un escollo que nadie, salvo tú mismo, puede ayudarte a franquear. 
				 »No hace falta que ahuyentes los pensamientos para siempre. La lucha 
			contra ellos tiene un propósito claro: llegar al estado superior de 
			vigilia.
  »Después de alcanzar dicho estado se te acercará el reino de los 
			fantasmas de que te hablé.
  »Surgirán formas espantosas, luminiscentes, querrán hacerte creer 
			que proceden de otro mundo. Pero no serán sino pensamientos que 
			todavía no habrás dominado, pensamientos que adoptan una forma 
			invisible.
  »Recuerda esto: ¡cuanto más majestuosa sea su apariencia,
				más 
			nocivos resultarán para tí!.
  »Muchas falsas creencias se elaboraron a partir de estas 
			apariciones, haciendo que la humanidad retrocediera hacia las 
			tinieblas. No obstante, cada uno de estos fantasmas posee un sentido 
			profundo; no son sólo imágenes. En lo que a tí se refiere, y 
			entiendas o no su lenguaje simbólico, son las marcas que señalan el 
			nivel que has alcanzado en tu evolución espiritual.
  »La etapa siguiente ya te la mencioné, en ella tus contemporáneos se 
			convertirán en fantasmas ante tus ojos. Esta etapa, como todo lo 
			relacionado con el dominio espiritual, alberga simultáneamente el 
			veneno y el antídoto.
  »Si te estancas en el punto de considerar a los humanos como a 
			fantasmas, entonces sólo habrás absorbido el veneno, y serás como 
			aquél de quien dicen las Escrituras:  
				
					“Si no tienes amor, estás vacío 
			como el metal que resuena”.  
				 
				Pero si descubres el sentido oculto en 
			cada una de estas sombras humanas, verás con los ojos del espíritu, 
			y no sólo su núcleo vivo, sino también el tuyo propio. Entonces te 
			será devuelto cuanto te fue quitado, como a Job.  
				  
				Estarás… de nuevo… 
			donde estabas antes, como gustan comentar irónicamente los 
			insensatos. No saben que es muy distinto volver a casa tras una 
			larga estancia en el extranjero que no haber salido nunca de ella. 
				 »Una vez que hayas alcanzado este punto, nadie sabe si se te 
			concederán los poderes milagrosos que poseían los profetas de la 
			antigüedad, o si en lugar de ello encontrarás la paz eterna. Tales 
			fuerzas constituyen un don deliberado de quienes detentan la clave 
			de los misterios.
  »Si las recibes y te sirves de ellas, debe ser en interés de la 
			humanidad, que necesita signos así.
  »Nuestra vía acaba en la plena madurez, cuando la hayas conseguido 
			serás digno de recibir el regalo de los poderes. ¿Te serán 
			concedidos?. No lo sé.
  »Pero de las dos maneras te habrás convertido en un 
				fénix, en tu mano 
			está alcanzarlo por la fuerza.
  »Antes de despedirme de tí quisiera enseñarte cómo podrás reconocer 
			un día, en el momento del “gran equinoccio”, si estás llamado a 
			obtener el don de las fuerzas milagrosas. Escucha: Uno de aquellos 
			que poseen la clave de los misterios se quedó en la Tierra para 
			buscar y agrupar a los llamados. Al igual que él no puede morir, su 
			leyenda tampoco morirá. Algunos sospechan que se trata del “Judío 
			Errante”, otros lo llaman Elias. Los gnósticos pretenden 
			identificarlo con Juan el Evangelista.  
				  
				Cualquiera que afirma haberlo 
			visto describe su aspecto de modo distinto. No te dejes desconcertar 
			si en el futuro encuentras personas que te lo describan así. Es muy 
			natural que cada uno lo vea de una manera. Un ser como él, que ha 
			transformado su cuerpo en espíritu, ya no está ligado a ninguna 
			forma fija.
  »Un ejemplo te mostrará que tanto su forma como su rostro no pueden 
			ser sino imágenes, imágenes que son una fantasmal apariencia de lo 
			que en realidad es.
  »Supón que se te aparece como un ser de color verde. El verde, 
			aunque puedas verlo, no es ningún color en sí mismo, resulta de la 
			combinación del azul y el amarillo.
  »Esto lo saben todos los pintores. Pero pocos son los que saben que 
			el mundo que nos rodea es como el color verde, que en verdad no es 
			lo que parece ser.
  »Deduce de este ejemplo que si se te apareciera como un hombre de 
			rostro verde, ello significará que su auténtico rostro aún no te ha 
			sido revelado.
  »Si lo ves tal como es en realidad, es decir, como una forma 
			geométrica, como un sello en el cielo que nadie salvo tú puede ver, 
			entonces sabrás que estás llamado a obrar milagros. Yo lo encontré 
			como un ser de carne y hueso, y pude poner mi mano en su costado. 
				 
				  
				Su 
			nombre era…».
  “...Chidher el Verde” 
			
			
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