19 Noviembre 2013 del Sitio Web PijamaSurf
Una breve historia de la hipótesis de la simulación y de la idea de que vivimos en un programa informático
desde la perspectiva de la ciencia
El primer esfuerzo por poner a prueba de manera científica si vivimos en una realidad hecha por computadora surgió en el 2001, dos años después de The Matrix.
Seth Lloyd, un ingeniero de mecánica cuántica de MIT, calculó que el número de operaciones que debían de simularse para crear una versión facsimilar de la realidad desde el Big Bang a la actualidad requeriría de mayor energía que la que tiene nuestro universo.
Esto supondría que esta supercomputadora
tendría que ser más grande que el universo mismo, lo cual significa
todo tipo de problemas ontológicos.
En un universo
destinado a burlar la percepción de sus habitantes, los pequeños
detalles de mundos microscópicos o de estrellas distantes podrían
ser llenados por los programadores solamente en algunas ocasiones,
un poco a la manera de la película
The Truman Show o de la filosofía
de Berkeley, la cual sugiere que las cosas sólo existen cuando están
siendo observadas.
La tesis de Bostrom plantea básicamente que si en el futuro, según suponen muchos científicos y futuristas, es posible que existan grandes cantidades de poder computacional, quizá estas generaciones futuras realicen simulaciones detalladas de sus ancestros en sus supercomputadoras.
Simulaciones realizadas con dichos recursos permitirían personas simuladas conscientes que serían suficientemente nítidas y contarían con conocimientos avanzados del funcionamiento de la mente para simularla.
El poder computacional de estas generaciones futuras les
permitiría realizar miles y miles de simulaciones por lo cual se
podría suponer que la vasta mayoría de las mentes no pertenecen a la
raza original sino a la raza "simulada".
En el 2007, el profesor de matemáticas de Cambridge, John D. Barrow, sugirió que una simulación imperfecta de la realidad debería de contener fallas perceptibles o "glitches", y, como tu computadora, el sistema del universo debería de requerir de actualizaciones para seguir funcionando.
Esto haría que algunos de los aspectos estáticos
o eternos de la naturaleza conocidos como constantes perdieran sus
valores en ciertos momentos (por lo que, por ejemplo,
la velocidad
de la luz podría variar).
Generalmente se asume que el espacio se extiende infinita y uniformemente, pero los físicos han tenido problemas para recrear este fondo espacial uniforme, por lo que han construido un modelo en el que el espacio está embebido en una cuadrícula (lattice, en inglés).
Si el espacio es continuo, no debe de existir una cuadrícula subyacente que guíe la dirección de los rayos cósmicos: deben de llegar de todas las direcciones de manera equitativa.
Si
los físicos registran una distribución desigual, esto sugeriría que
nuestro cosmos podría no ser real.
Si los simuladores que han programado el universo fueran capaces de manipular las reglas del juego (las leyes de la física) a voluntad, entonces es posible que puedan vigilar y desactivar todo intento de descifrar que el universo es una simulación, especialmente cuando éste se basa en un intento de medir una variación en las leyes de la física.
Aunque también es posible que los simuladores, como sugiere Borges de la divinidad, "hayan consentido tenues intersticios" en su diseño para revelarnos, a la manera de un guiño, que el universo no es real.
Pero incluso estos simuladores, la divinidad como demiurgo, podrían no ser más que una simulación más en una infinita cadena de simulacros y copias.
Y entonces el tan ansiado despertar del sueño, no sería más que un nuevo engaño, parte, al igual que nosotros, del programa.
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