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del Sitio Web PijamaSurf
y de relacionarte con seres culturalmente creados
que llegan a tener una existencia
autónoma.
En nuestra vida diaria no sólo interactuamos con entidades físicas y objetos sólidos, sino que nos movemos en un espacio poblado por seres hechos de información que, para nuestra mente, llegan a ser tan reales e influyentes como los personajes de carne y hueso.
Estas entidades son lo que Philip
Farber llama "entidades meméticas", que aunque no habitan una
casa como tú y yo, habitan la noósfera, una dimensión de ideas y
conciencia, y se distribuyen a través de historias, relatos, poesía,
invocaciones y arquitectura (física y digital).
En la magia existe de manera similar el
concepto de 'egregor', que sirve para significar una idea que cobra
vida e incluso adquiere rasgos distintivos como los propios de una
persona.
Así, por ejemplo, no sabemos si existió físicamente en el espacio algún dios o extraterrestre llamado Jehová, pero podemos saber que sí existió esta entidad en la mente de las personas e incluso medir su influencia de manera material:
Existen también, por ejemplo, personajes que fueron personas históricas y que luego se convirtieron en entidades meméticas, como es el caso de Jesús, de cuya persona poco sabemos pero de cuya entidad memética hemos compilado toda una biblioteca transpersonal de saberes con diversas acepciones.
No sabemos casi nada en realidad de esta
persona mítica que habitó hace más 2000 mil años en Galilea, pero
todos tenemos con nosotros, habitando en un espacio neuro-informático,
la imagen de este hombre deificado de cabello largo, de extracción
judía, que realizó una serie de milagros y dejó una serie de
enseñanzas, una imagen que, según el remix memético, también puede
estar hospedada en nuestra psique como una figura relacionada a
la
manipulación del poder religioso.
Nuestros héroes reverenciados, con los que convivimos desde la infancia, son sobre todo una mezcla de lo que sucedió en sus vidas con la forma en la que fueron integrados a la historia sirviendo a una agenda política, y así su entidad memética, la sustancia de leyenda, se va configurando como un personaje que quizás poco tiene que ver con los hechos objetivos, pero que se vuelve aún más real (en tanto que se realiza en más personas), aún más influyente al propagarse en la mente colectiva (que le confiere persistencia de existencia).
Todo esto nos hace preguntarnos, a fin de cuentas, qué es más real, la vida de una persona o la entidad memética a través de la cual permanece: Philip Farber nos recuerda que el bestiario o panteón de las entidades meméticas no sólo está conformado por los dioses o personajes históricos, sino también los personajes de ficción ocupan un lugar en la mente o en el espacio memético similar a los dioses en la actualidad.
Por ejemplo, Sherlock Holmes, que ya es
una entidad memética, reinterpretada, pero que mantiene ciertas
características constantes a lo largo de sus diferentes
encarnaciones.
Este ejercicio nos recuerda el atisbo del mago británico Aleister Crowley, que, haciendo experimentos con los espíritus de la goetia y de la magia salomónica, notó que para fines prácticos no había diferencia entre si estos espíritus existían fuera de su mente o eran parte de una especie de configuración o arqueología neurológica.
Farber habla sobre Atem, una especie de dios egipcio pop-posmoderno hecho con nuestros pensamientos:
Lo interesante de las entidades meméticas es sobre todo una conciencia lúdica de que interactuamos en espacios habitados por seres hechos de información que van aglutinándose según la forma en la que dialogamos e interactuamos culturalmente.
También la conciencia de que el lenguaje, al menos en este mundo informático, es esencialmente creador, así cada palabra y cada concepto que ideamos es una semilla que puede germinar y acabar manifestando entidades tan legendarias como,
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