por
cronicauniversal
Enero 4, 2013
del Sitio Web
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Era la mañana del 6 de diciembre de 1945.
Mientras salía el sol sobre la base aérea de Fort Lauderdale, en Florida,
comenzaba la búsqueda por mar y aire de la tripulación del vuelo de
entrenamiento número 19.
"Buscamos en todas las islas durante una
semana pero no encontramos restos de nada",explica el teniente David
White, que en aquel entonces era instructor de vuelo en la base.
Más de seis décadas después, el teniente White
aún recuerda el momento en que escuchó la noticia:
"Estaba jugando al bridge con mi esposa.
Vinieron a avisarme qué había pasado y qué íbamos a hacer. No lo
podíamos creer, cinco aviones perdidos en un simple vuelo de
entrenamiento... ¡No, no, no!".
Las condiciones climáticas eran las normales, no
había razón que justificara lo sucedido. Se trataba de un ejercicio
habitual.
"Debían volar 60 millas hacia el este, hacer
un vuelo bajo y bombardear los restos de un barco hundido", recuerda.
Esa primera parte del ejercicio parece que fue
de acuerdo a lo planeado. Después debían hacer una práctica de navegación.
Debían volar aún más hacia el este, 75 millas aproximadamente, luego hacia
el norte y finalmente de regreso a casa, a Fort Lauderdale. Fue entonces que
aparentemente comenzaron los problemas.
"Mis brújulas no funcionan"
"Al acabar el bombardeo, el instructor llamó diciendo: 'mis brújulas no
funcionan'", relata White. "Divisó una isla y aseguró saber ya dónde se
encontraban. El pensó que estaba en los Cayos, pero luego determinamos
que en realidad el norte de Bahamas", explica.
Los Cayos son la punta sur de la costa de
Florida. Entonces, el operador de radio recomendó al instructor que se
dirija al norte, hacia el Golfo de México, luego de nuevo hacia el este en
dirección a Florida, y así regresar.
A cargo del vuelo estuvo Charles Carroll Taylor.
Era un piloto experimentado
pero no trabajaba frecuentemente en Fort Lauderdale, y no conocía bien el
área. Por ese error inicial, en lugar de guiar a la patrulla de regreso los
llevó hacia el Océano Atlántico.
A uno de los alumnos se le escuchó decir:
"Vayamos hacia el oeste, hasta alcanzar la
costa", rememora White.
Pero, cambiaron de dirección y fueron hacia el
noreste.
Por un momento no hubo contacto de radio. Cuando
lo hubo, para sorpresa del operador, el líder del vuelo le entregó el
comando a uno de los otros pilotos. Y cuando éste se volvió a comunicar con
la torre, 20 minutos después, se lo escuchó confundido.
"No sabemos dónde estamos... todo es... no
podemos distinguir nada. Creemos estar alrededor de 225 millas al
noreste de la base", se le escuchó decir aquella mañana.
Minutos después dijo:
"El agua tiene mucho oleaje. Estamos
completamente perdidos".
David White cree que el vuelo 19 acabó en el
agua sobre las 7 de la tarde a unas 150 millas de donde debía estar.
Para ese momento estaba oscuro y se formaba una tormenta.
"Si aterrizas en el agua con olas de 8 o 10
pies el avión se destruye, como contra un muro de ladrillo", opina. "Lo
que creo que sucedió es que aterrizó, se quebró y probablemente nadie
pudo salir, si alguno lo hizo no debe haber durado mucho en la
tormenta".
Y había más por venir. Minutos después de
conocerse que el vuelo 19 estaba en serios problemas dos aviones de rescate
fueron enviados en su ayuda.
Esa misma noche uno de los aviones de rescate
también se perdió.
"Era un hidroavión PBM Mariner, y desde un
barco ubicado en la costa se vio como explotaba y caía al agua",
recuerda White. "Fue un segundo desastre".
Días después, cientos de aviones y barcos
rastrillaron los mares también en busca del avión PBM pero como con el vuelo
19, no se encontró nada.
El misterio continuó. En 1964, casi 20 años después de la primera
desaparición, una revista acuñó la frase Triángulo de las Bermudas para esa
gran área del mar ubicada entre la costa de Florida, Bermuda y Puerto Rico.
Quienes creen en la leyenda aseguran que muchos
más barcos y aviones han desaparecido misteriosamente.