por Fulton Oursler
traducción de
Adela Kaufmann
version
original
de el Sitio Web
TheMillenniumGroup
De “Mundos En Colisión”, Clifton Fadiman dijo:
“Bien podría resultar ser tan de épocas como El Origen de las
Especies de Darwin o el Principia de Newton.”
A la luz de sus nuevas deducciones y especulaciones, el Dr.
Gordon À.
Atwater, presidente y curador del planetario de Hayden del Museo
americano de Historia Natural, sugiere que “el apuntalamiento de la
ciencia moderna puede ahora ser repasado”; y John J. O'Neill, editor
de ciencias del periódico Herald Tribune de Nueva York, declara:
“Esta magnífica pieza de investigación de eruditos levanta la
historia mundial a un nivel de interés superlativo.”
El autor de
este nuevo y excitante volumen, el Dr. Immanuel Velikovsky, nacido
en Rusia, estudió ciencias naturales en la Universidad de Edimburgo,
Historia, Ley y Medicina (M.D.) en Moscú, Biología en Berlín, las
actividades del cerebro en Zurich, Psicoanálisis en Viena. Él vino a
este país en 1939. Los Mundos En
Colisión fue escrito después de
diez años de extensa investigación, en los cuales el autor consultó
con estudiosos y especialistas por el mundo.
Hace aproximadamente 25 años, un maestro de escuela en una provincia
en Tennessee les dijo a sus muchachos acerca la teoría de Darwin de
evolución. Por esta violación a una ley estatal, que prohibía toda
instrucción contraria a la Biblia, el maestro fue arrestado, y el
mundo sentó a ver una de los juicios más extraordinarios en la
historia.
Llamado al estrado de los testigos como defensor de la fe estaba un
candidato por tres veces a la Presidencia, William Jennings Bryan.
El defensor de John T Scopes, maestro escolar, era Clarence Darrow,
un eminente agnóstico. Furiosamente, Darrow atacó los cuentos de
milagros de la Biblia, interrogó a Bryan, como creyente en mitos y
cuentos de hadas.
“Sr. Bryan, cree usted que Josué hizo que el sol se quedara
quieto?” “Mr. Darrow, sí lo creo!” “¿No habría sido la misma tierra que se detuvo? Un si eso es en lo
que usted cree, no cree usted que si alguna vez la tierra dejara de
girar, se convertiría en una masa fundida de materia?”
El indignado Darrow parecía estar hablando con conocimiento exacto.
Pero la ciencia nunca es tan dogmática. Un cuarto de un siglo
después del juicio, un científico está publicando un libro que
declara que dentro de los tiempos históricos, la tierra hizo una
pausa en su rotación diaria, y que durante más de un día, el sol
permaneció visible sobre Josué y sus tropas.
Mientras esto sólo es incidental al propósito del autor, el libro
tiende a confirmar la Biblia en otras cuentas milagrosas; los
familiares cuentos de milagros no surgen como mitos, sino como el
reportes exactos de eventos reales.
El erudito que levanta estas posibilidades, el Dr. Immanuel
Velikovsky, llama su libro, Mundos En Colisión. Como lo hizo Darwin,
él prepara ciertas hipótesis originales, y las estriba con
impresionante erudición. Como un detective entre las ciencias, (arqueología,
paleontología, geología, astronomía, psicología, antropología,
físicas) él ha reunido, por medio de razonamiento deductivo una
cadena de evidencias circunstanciales que pueden afectar profundamente
el mundo de los hombres pensantes.
Los vínculos de su razonamiento son sacados de la historia y
literatura de antiguas y modernas tribus y naciones por toda la
tierra. El texto y notas a pie de página rebosan con datos que la
confirman, de la Biblia y el Talmud, del papiro egipcio, de las
lápidas astronómicas babilónicas, calendarios mayas y aztecas, del
folklore de Arabia, India, América del Norte, Tíbet, China, Perú.
El cuento del sol quedándose quieto todavía ilustra uno de sus
principales métodos para llegar a los hechos. Claramente si el sol
“se dio prisa para no ponerse en un día entero”, el fenómeno no
podría ser meramente un espectáculo local. Toda el área terrestre
tuvo que ser afectada: si el sol se mantuviera el cielo de la mañana
sobre Gibeon, entonces en otra parte en el mundo también el
crepúsculo o la oscuridad se prolongaron por el mismo período.
El Dr. Velikovsky produce registros procedentes de toda la tierra,
que concuerdan con el tiempo y las porciones alteradas de luz del día
y oscuridad en cada área. El testimonio similarmente concertado se
repite de nuevo y de nuevo en otras historias maravillosas. Para
cada uno de esos incidentes que él analiza, el Dr. Velikovsky cita
docenas, incluso cientos de confirmaciones.
Para la historia más increíble de la Biblia – El que la luna y el
sol se detuvieron mientras Josué derrotaba al enemigo - hay
evidencia mundial, dice el Dr. Velikovsky, al comienzo de una larga
serie de citas:
“Permitiendo la diferencia en la longitud, debe de haber sido
principio de la mañana o noche, en el Hemisferio Occidental. Vamos a
los libros con las tradiciones históricas de los aborígenes de
Centroamérica. En los Anales mexicanos de Cuauhtitlan--la historia
del imperio de Clohuacan y México, escrito en Nahua-indio
(Nahuatl)--está relacionado que durante una catástrofe cósmica que
ocurrió en el pasado remoto, la noche no acabó durante mucho tiempo.
Podríamos seguir una senda alrededor de la tierra e inquirir en las
varias tradiciones, acerca de una noche prolongada y un día
prolongado, con el sol y la luna ausentes o quedándose atrás en
diferentes puntos a lo largo del zodíaco.”
Lo cual el continúa haciendo. ¿Qué pasó, entonces, en ese misterioso
día?
La teoría de Mundos en Colisión descansa en catástrofes
causadas por un gran cometa que pasó cerca de la tierra dos veces,
la primera, aproximadamente 1500 A.C., en el tiempo del Éxodo, y de
nuevo, 52 años después, en el tiempo de Josué; y una repetición de
las catástrofes anteriores a una escala más pequeña, debido a
algunos roces con el planeta Marte unos 700 a 800 años más tarde.
Estos cataclismos astrales causaron que pasaran cosas extrañas en la
tierra y en el cielo.
La explicación del milagro de Josué es que si un cometa lo
suficientemente grande llegara muy cerca de la tierra, tales
espectaculares sucesos pasarían. El encuentro haría más lenta la
rotación de la tierra en su rotación diaria, y las personas que
piensan que el sol le da la vuelta a la tierra verían, entre otras
místicas vistas, al sol y a la luna como si de repente se hubieran
detenido en los cielos. Esto, afirma Velikovsky, es exactamente lo
que ocurrió.
El bandido misterioso en el firmamento, el cometa que causó la
división de los mares, que levantó un pilar de nube de día y un
pilar de fuego de noche, realmente era un vagabundo-celeste, nacido
y expulsado por la erupción espontánea de la masa hirviente del
planeta Júpiter. El nuevo cometa pasó zumbó como rayo alrededor de
nosotros en el espacio, hasta que después de siglos fue cogido y
entrampado como miembro permanente de nuestro sistema solar,
estableciéndose brillantemente en una órbita redonda, y
transformándose en un vistoso planeta que rota alrededor de nuestro
sol--la linda estrella que los hombres llaman Venus.
El extraño nacimiento de esa estrella de la mañana es de lo que
trata realmente el libro de Velikovsky. Todas las otras partes de su
caso dependen de este prolongado y espectacular cataclismo.
Presentando su teoría, el Dr. Velikovsky empieza con humildad,
confesando la ignorancia de la ciencia, del “homo ignorante.” Lo que
el hombre no sabe, llenaría un libro más grande que todos los libros
escritos. Él todavía tiene que aprender las cosas más simples y más
esenciales: qué es la vida, o cómo vino a ser. No se puede decir si
la vida, en cualquier forma, existe en cualquier otra parte en las
colmenas-de-estrellas del cielo, ni que es esa misteriosa fuerza se
llama la gravedad. El nacimiento del sistema solar todavía está más
allá de la comprensión de los científicos.
El primer paso que un científico debe tomar es estudiar un planeta,
el que está bajo nuestros pies,
“entonces, por método deductivo,
para aplicar los resultados a otros miembros del sistema solar.”
Esto es lo que está intentando hacer el Dr. Velikovsky, trayendo a
su razonamiento el nuevo conocimiento de electromagnetismo y físicas
nucleares.
Él sostiene que lo que pasa en los cielos es semejante a lo que pasa
en un átomo donde los electrones rotan alrededor del núcleo, como
los planetas alrededor del sol. Pero de vez en cuando, los
electrones cambian sus posiciones.
Alguien objeta:
“Nosotros no
leemos en el periódico de la mañana que de repente Saturno y Marte
cambiaron sus posiciones.”
Cierto; nosotros no lo leemos en los
periódicos, porque no es algo que ocurre a diario, pero sí leemos
sobre los antiguos registros citados en este nuevo libro. En un
átomo, un planeta de vueltas alrededor del sol millones de veces en
un segundo. Puede seguir rotando por billones o rotaciones, o años
atómicos, sin cambiar su órbita. Pero luego el átomo absorbe un poco
de energía y el electrón se mueve a una órbita más alta, donde su
año es más largo; o el átomo emite un poco de energía y el electrón
se deja caer a una órbita más cercana al núcleo y su año se vuelve
más corto. En la escala más grane del sistema solar, siglos o aun
milenios pueden pasar entre un evento correspondiente y su
repetición.
Una vez se entiende la idea del autor--que se han promulgado
violentos y cataclísmicos cambios a una escala miniatura, dentro del
centro de un átomo, en una gran pero igualmente súbita escala en el
universo de soles, planetas y cometas—se comienzan a aclarar algunos
viejos y tercos misterios.
Por supuesto, cada astrónomo sabe que el contacto con otro cuerpo de
suficiente masa pudiera irrumpir en la rotación de la tierra y su
ritmo. Hasta el momento, millones de cometas están sueltos en el
espacio, un peligro para nosotros, remoto real. Nosotros sabemos que
nuestra tierra puede y ha chocado ya con masas de meteoritos; a
menudo tales piedras chirriantes caen a la tierra. Incluso este
conocimiento es muy reciente.
Tan tarde como el tiempo de nuestros bisabuelos, nadie en el mundo
erudito creía que una piedra pudiera caer del cielo. Ese
escepticismo era compartido por Copérnico, Galileo, Kepler y Newton,
entre muchos otros, en 1803, cuando una lluvia de meteoritos cayendo
sobre L'Aigle en Francia fue investigada por la Academia Francesa de
Ciencias. Entonces, por primera vez, el hombre educado reconoció
que una cosa salvaje en el cielo podría chocar con nosotros.
En las cuentas de la Biblia, el autor encuentra una extraordinaria
confirmación de la presencia de un cometa durante esos
desconcertantes días. Por ejemplo, si la cabeza de un cometa se
acercara a la tierra, una lluvia, un torrente de meteoritos caería,
ciertamente, sobre nosotros. En el libro de Josué, sólo dos versos
antes de que el sol se suspendiera en lo alto, leemos cómo el “Señor
lanzó hacia abajo grandes piedras del Cielo.” Aunque el hombre que
escribió el Libro de Josué no sabía nada sobre la conexión entre las
piedras cayendo del cielo y una obstrucción en la tierra, da una
vívida y científicamente exacta descripción.
El período de la primera visita del cometa fue el tiempo cuando el
Faraón mantuvo a los judíos en la esclavitud en Egipto, y
Jehovah
envió plagas de langostas como aviso, lluvias de sangre y fuego, y
una oscuridad que no se levantaría, para obligar al viejo rey a
cambiar su parecer. Todos estos cuentos, los habría creído Bryan y
se habría mofado Darrow, pero ninguno hubiera podido probar nada, de
uno u otra manera. Velikovsky parte para demostrar que todo eso
pasó, así como está registrado, la historia Bíblica de los
Israelitas, siguiendo estrechamente el orden astronómico de los
eventos.
Por ejemplo, durante las plagas, el mundo se volvió rojo. Uno de las
primeras señales del encuentro con el cometa fue la lluvia de
partículas de pigmento oxidado, al pasar el cometa cepillando la
tierra con su cola gaseosa. Parecía convertir los lagos, ríos y
mares en sangre; la misma tierra parecía toda oxidada. Hay relatos
de testigos oculares de esta saturación roja en la Biblia, pero en
el Manuscrito Quiche de los mayas, y en un papiro egipcio por Ipuwer
quien vio el mismo el fenómeno.
“El río es sangre,” lamentó, y esto
corresponde con el Libro del Éxodo: “Todas las aguas que estaban en
el río se convirtieron en sangre.”
La contaminación de las aguas
frescas mató a los peces,
“y el río hedía,” dice el Libro del Éxodo.
Ellos “no podían beber el agua del río.”
El reportero egipcio está
de acuerdo y exclama:
“Los hombres se encogen de saborear; los seres
humanos tienen sed después del agua. ¿Qué haremos? Todo es ruina!”
Y no solo en el medio Oriente. El polvo-manchado-de- rojo irritaba
la piel de hombres y animales y levantó ampollas, causando
enfermedad y muerte, también se registró en muchas otras tierras.
Vinieron después las plagas egipcias finales, un reino de oscuridad
que duró siete días, culminando con violentos levantamientos.
Naturalmente, también, dice Velikovsky, porque el cuerpo del cometa
se acercó a la tierra. Este acercamiento, indicarían los informes
contemporáneos, fue seguido por una lluvia de piedras y cantos
rodados y estática de la tierra; se estremeció y dejó de rotar
varias veces antes de corregirse y seguir rotando.
Las naciones y tribus en muchos otros lugares tienen tradiciones
sobre una catástrofe cósmica durante la cual el sol no brilló; la
larga oscuridad es recordada en Finlandia, Babilonia y Perú, por los
indios americanos, por las gentes en todo el mundo. Cientos de miles
de hombres y animales fueron muertos durante un levantamiento que
sacudió el mundo.
Según el relato bíblico, el cual Velikovsky no cita, después de esas
aterradoras experiencias de oscuridad y terremotos, el Faraón
consintió permitir marcharse al pueblo de Moisés. Pero cuando la
vida se volvió normal de nuevo, él se arrepintió de su decisión, y
con su ejército montado en los carruajes los siguió para forzar a
los fugitivos a regresar--montando a toda prisa hacia un milagro, el
cual los profetas dieron gracias a Dios durante los siglos
siguientes: el cruce del Mar Rojo.
¿Tal cosa sucedió históricamente?
El lógico Velikovsky está seguro
que sí pasó. El veloz cambio de la atmósfera bajo el impacto de las
partes gaseosas del cometa, la corriente de aire atraída por el
cuerpo del cometa, y la precipitación de la atmósfera, resultado de
la inercia, cuando la tierra dejó de rotar, todo ayudó a producir
vientos de enorme fuerza y velocidad, así como está descrito en el
Antiguo Testamento. El tema de tal huracán cósmico es reiterado en
México, India, Persia, y los Mares del Sur. Pero ésa no es la
historia completa.
En medio de tal tormenta de viento, un cometa con una cabeza tan
grande como la misma tierra, pasando suficientemente cerca,
afectaría espantosamente las mareas del océano. El cometa levantó
las aguas del océano millas de alto. De Japón a Perú, entre los
indios Choctaw y en tribus en el otro lado del mundo, la memoria de
esta persiste y desgarradora y rugiente marea, se separaron los
mares, un evento tan raro que se volvió la más impresionante
recolección en la larga historia de los pueblos, ya que todas las
naciones fueron primero azotadas por las mismas plagas y el fuego, y
sacudidas por la misma furia.
Y ahora allí vino a pasar una cabalgata en el cielo, que había de
impresionar profundamente la imaginación de los hombres y su
literatura. Los cielos parecían un campo de batalla, una escena de
incomparable terror y esplendor. Por este tiempo, la cabeza del
cometa, habiendo pasado previamente cerca del sol, estaba prendida
en fuego. Candente y espectacular, se balanceó en la misma órbita de
la tierra, y así, los judíos errantes siguieron un pilar de nube de
día y un pilar de fuego de noche. Entretanto, la cabeza del cometa
se enredó con su cola, y luchando en medio del firmamento, debe de
haberse visto como la batalla entre un globo de fuego y una oscura
columna de humo.
No es extraño que, como lo dicen todavía hoy sus épicas y sus
canciones, los pueblos en muchas partes de la tierra creían estar
viendo una lucha entre un monstruo celeste en forma de serpiente y
el dios de luz, quien ganó la victoria y salvó al mundo. Es difícil
de encontrar un pueblo o una tribu en la tierra que no incluya el
mismo motivo en sus creencias religiosas.
Así, ahora viene un fenómeno para ser por siempre recordado. Una
tremenda chispa saltó hacia adelante en el momento del acercamiento
más cercano del cometa, cuando el aguas de la tierra se apilaron a
su mayor altitud antes de caer hacia abajo. Muchas gentes recuerdan
esta chispa como
un rayo relámpago tirado hacia abajo por un dios, a
un mundo cubierto con diluvio y fuego.
Los informes del Éxodo:
“Y el Ángel de Dios que fue ante el campamento de Israel los quitó y
fue detrás de ellos; y el pilar de la nube fue ante su cara y se
quedó de pie, detrás de ellos... y era una nube y oscuridad, pero
dieron claridad de noche.”
Un viento sumamente fuerte y relámpagos partieron la nube. Por la
mañana las aguas se levantaron como una pared y se separaron...
“Y
los hijos de Israel entraron en medio del mar sobre tierra seca: y
las aguas eran una pared encima de ellos, a su mano derecha y a su
izquierda. Y los egipcios siguieron. ... Y vino a pasar, que cuando
el Señor vió de mañana a la hueste de Egipcios a través del pilar de
fuego y de nube… Y las aguas regresaron y cubrieron las carrozas, y
los jinetes, y a toda la hueste del faraón que venía hacia el mar
detrás de ellos; allí no quedó ni uno solo de ellos.”
Realmente, toda la tierra estaba haciendo una pausa a través de esos
mismos eventos. En China, el tiempo de Yahou fue el tiempo de Moisés
en Palestina; en las cronologías chinas, usted encontrará los
siguientes informes: El sol no se puso durante varios días; los
bosques estaban incendiados; una gigantesca ola, “alcanzando el
cielo,” se vertió encima de la tierra.
Después de que la tierra hizo una pausa en su rotación, comenzó de
nuevo a moverse. Y aquí encontramos un fascinante misterio. Nuestro
planeta rota ahora del oeste al este. ¿Siempre ha hecho esto? Los
antiguos mapas parecen sugerir por otra cosa. Hay mapas pintados en
el techo de una tumba egipcia, que muestran los cielos como eran,
sobre del Medio Este, antes y después de estos cataclismos--y hay
una completa e inequívoca inversión.
Platón escribió en ”El
Estadista”, del,
“cambio en la salida y puesta del sol y otros
cuerpos celestes, cómo en esos tiempos ellos solían ponían en el
lugar donde ahora se levantan”.
Y un poco después, agregó:
“En
ciertos períodos, el universo tiene su presente movimiento circular,
y en otros períodos rota en dirección inversa. De todos los cambios
que tienen lugar en los cielos, esta inversión es la más grande y
más completa."
Velikovsky se vuelve a las ciencias naturales para una explicación.
Él señala que este globo nuestro es un enorme imán. Cuando un rayo
golpea un imán, invierte los polos magnéticos; aquello que antes era
el norte es ahora el sur, y viceversa. En una gran escala, un corto
circuito entre la tierra y un cuerpo celeste, como el cometa, podría
resultar en que los polos magnéticos de la tierra cambian de lugar
instantáneamente.
Los registros geológicos indican que algo de la índole debe de haber
pasado. Velikovsky cita del geofísico Alvin Greene McNish:
“El examen de magnetización de algunas piedras indican que la
polaridad de la tierra ha sido completamente invertida dentro de los
tiempos geológicos.”
¿Qué tenía Venus que ver con estas catástrofes que llevaron al mundo
al borde de la destrucción?
“Aquí,” dice Dr. Velikovsky, “es una
cuestión que nos llevará lejos, de hecho."
Como él lo ve, allí siguieron siete siglos después de Josué en los
cuales las gentes ya diezmadas por gigantescas catástrofes nunca
perdieron el miedo de nuevos desastres, un miedo que sus mejores
intelectos confirmaron; más problemas estaban de camino, dijeron los
profetas. Entretanto, estos años vieron la llegada de un nuevo
planeta cuando, del feto del cometa, nació Venus, y tomó su bajo y
encantador lugar en nuestro cielo.
¿Hay evidencia histórica de esto?
Sí, dice al autor. Afirmando que
el planeta Venus nació en ese tiempo, él tiene que demostrar que
antes de entonces, eran visibles sólo cuatro de los planetas del sol
visible, y que en los mapas astronómicos de este período no puede
encontrarse ningún Venus. Esta prueba él lleva adelante; en la tabla
de planetas hindú, preparada aproximadamente 3100 A.C., sólo Venus
está ausente, entre los planetas visibles, aunque los Brahmanes, de
un período más tardío, conocieron cinco planetas. Así está en la
astronomía egipcia. Los babilónicos llamaban a Venus “la gran
estrella que se une a las otras grandes estrellas”. Y en cada país
del mundo antiguo hay vívidos mitos del nacimiento del planeta
Venus.
Venus finalmente se estabilizó en su presente órbita, después de un
cepillazo con el planeta Marte -- un flirteo como se refiere a
menudo a esto en la mitología. Este encuentro aventó
desagradablemente a Marte fuera de su órbita, y en intervalos de
15-años, Marte también pasó cerca de la tierra. En 747 A.C. y 687
A.C., Marte vino tan cerca que hubo una repetición de las anteriores
catástrofes.
De la segunda serie de catástrofes, los registros están mucho mejor
conservados, ya que esta era la era de los profetas hebreos. Esos
ancianos inspirados eran astrónomos de primera clase, así como
poetas y videntes; ellos pudieron y predijeron con precisión dos
levantamientos geológicos de su tiempo. Amos fue puesto a la muerte
por sus oscuras predicciones, pero la catástrofe llegó a tiempo; El
Rey Uzziah estaba en el altar cuando una gran brecha se rasgó en el
Templo de Salomón con el temblor de la tierra.
Esta calamidad era
sólo un preludio.
“El día espeso con noche” predicho por Isaías llegó sobre la tierra;
“la tierra”, como lo registra la Biblia, “está totalmente
destruida“.
Y luego, el drama Bíblico del ejército de Sennacherib, de
Israel. Se describe más lacónicamente en el Libro de Reyes.
“Y vino pasar esa noche que el Ángel del Señor fue, y golpeó con
violencia en el campamento de los Asirios a ciento ochenta y cinco
mil; y cuando se levantaron temprano por la mañana, ¡mirad! todos
ellos eran cuerpos sin vida”.
La historia idéntica se repite en el
Libro de Crónicas, el Talmud, y otras fuentes antiguas.
Obviamente, la muerte simultánea de decenas de miles de guerreros no
podría ser debido a una plaga; esta espectral matanza sucedió
durante la noche. La Biblia dice: “Una explosión cayó del cielo” en
el campamento de Sennacherib. La muerte de esas huestes de enemigos
de hombres se explica es explicada en el Talmud como causada por
masas gaseosas, penetrando la atmósfera, que pudo, en ciertas áreas,
asfixiar toda respiración.
De nuevo, tal fenómeno no se localizaría, y no se localizó; el fuego
en el cielo y los gases que se cayendo a la tierra fueron
registrados en los Libros de Bambú de China, en las inscripciones
mayas, y en los archivos en otras partes del mundo. Al anochecer,
antes de la destrucción del ejército, según la Biblia, la sombra del
sol regresó 10 grados. En China y en otras partes se registró lo
mismo. Ellos están de acuerdo que la fecha fue el 23 de marzo de 687
A.C.
¿Qué cambios en el movimiento de toda la tierra resultaron de estas
colisiones cercanas de la tierra y reajustes que se extendieron por
un período de 200 años, o aun mucho más tiempo? Muchas gentes
antiguas inventaron calendarios exactos. Antes de 747 A.C., los
Israelitas, los egipcios, los Mayas, chinos y otros, usaron
calendarios de 12 meses de 30 días cada uno, y un año de 360-días.
Es improbable que un error de cinco días se pasase inadvertido, ya
que dentro de unos pocos años habría un marcado cambio en la
estación de cosecha. En 747 A.C., un nuevo calendario fue
introducido en el Medio Oriente, y durante el séptimo siglo A.C.,
todos estos pueblos agregaron cinco días a sus calendarios. Esto,
escribe el Dr. Velikovsky, significa que la órbita de la tierra
cambió en ese tiempo, causando que la jornada anual alrededor del
sol tomara mucho más tiempo.
También ocurrieron grandes cambios geológicos. Las edades de hielo
parecen haber acabado con la súbita catástrofe; las regiones de
clima apacible pasaron al instante al círculo polar; la capa de
hielo en América y Europa empezó a fundirse. Uno no tiene que ser
científico para ver un mapa y ver el cuadro por uno mismo. Un
círculo centrado en alguna parte cerca de la orilla oriental de
Groenlandia, abrazando la región de la capa de hielo de la última
edad glacial, excluirá Siberia nororiental pero incluirá el valle
del Missouri abajo hasta los 39 grados de latitud norte.
En el último siglo, los científicos estaban confundidos por el
exterminio del mamut, un animal mucho mejor desarrollado que el
elefante, que sobrevivió. Ellos imaginaron que quizás los cambios
lentos en la tierra habían forzado a las grandes bestias hacia las
desnudas colinas, donde se extinguieron gradualmente de inanición.
Pero nosotros sabemos ahora que los mamut no murieron por falta de
comida. Sus cuerpos han sido encontrados, conservados en el hielo
del norte, y sus barrigas estaban llenas con hojas de césped aún no
digeridas. Ese follaje no digerido crece hoy, no en la región donde
la bestia murió, sino que mil millas más lejos. Sólo las súbitas
catástrofes naturales de mucha violencia podrían explicar éstos y
otros enigmas cósmicos.
La pregunta es inevitable: ¿No estuvo el polo Norte en algún momento
localizada pasados los 20 grados o más de distancia del punto ocupa
ahora, y más cerca de América?
Así, también, el polo Sur estaría más
cercano a Australia. La súbita alteración explica por qué los mamut
desaparecieron de repente, como por asfixia o electrocución,
cualquiera de esto es posible. Ellos vivían en un clima moderado.
Vino la catástrofe y los mamut murieron. En unas horas,
Norteamérica cambió de la zona frígida del círculo polar, a una zona
moderada, mientras que Siberia nororiental entró en dirección
opuesta, de zona moderada al círculo polar.
Es natural que al cierre de su libro, el autor deba especular sobre
lo que puede pasar al mundo en el futuro. El sistema solar no es
inmutable; si han caído catástrofes, pueden repetirse quizás con un
resultado diferente, aún fatal. Existe una posibilidad que algún día
ocurra una colisión entre dos planetas. El problema podría venir de
las lunas de Júpiter que cruzan sus órbitas, o del planeta Plutón,
que cruza bajo un ángulo de la órbita de Neptuno.
Es más, cometas - como Venus antes de que se volviera estrella - pueden
de nuevo acercarse o incluso golpear la tierra; un cometa grande
podría encontrarse con uno de los planetas y podría empujarlo de su
órbita; entonces el caos podría empezar nuevamente. Y así un fin del
mundo, como nosotros lo conocemos, no es, por ningún medio,
imposible.
Esta, en esencia, incompletamente afirmado, es la teoría de
Velikovsky.
Así, un solo estudioso ha buscado una síntesis del conocimiento y ha
razonado en los campos de ciencia, leyenda y religión. El resultado
es una teoría de la historia de la tierra, como planeta, fascinante
como un cuento de Julio Verne, sin embargo, documentado con una
erudición digna de Darwin o Eans.
Para la ciencia, los Mundos en Colisión abren un vasto nuevo debate;
a los millones de verdaderos creyentes en el Antiguo Testamento,
vendrá como una respuesta imprevista y tranquilizante a la crítica
racionalista de los últimos 75 años.
Cuan extraño parecería todo esto a Clarence Darrow, e igualmente a
William Jennings Bryan, si ellos pudieran saber
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