XI -
LA PARTIDA DE MADRE
¿Por qué se fue? ¿Por qué?
Hace ya años que estamos luchando con este dolor.
70.294 – Esta apariencia (Madre designa su cuerpo) parece ser lo mas
importante para la consciencia ordinaria. Es para ella evidentemente
lo último que cambiara. Y esa consciencia ordinaria cree que es lo
ultimo que cambiara porque lo considera lo mas importante; será asi
el signo seguro. ¡Pero no es así en absoluto!
El cambio en la
CONSCIENCIA de las células es lo importante. Todo lo demás son solo
consecuencias. Respecto a mi, cuando esto (el cuerpo) pueda ser
visiblemente diferente, entonces dirán: ¡”Ah!, ahora la cosa si esta
hecha.” Pero no es verdad: la cosa ESTA HECHA YA. El cuerpo es una
consecuencia secundaria.
Es perfectamente comprensible que una vez que la mente de las
células se ha puesto a enrollar “esa otra vibración”, el mantra lo
repetirá y lo enrollara tan imperturbablemente como la célula viene
enrollando aminoácidos desde hace tres mil quinientos millones de
años o como el núcleo de hidrogeno enrolla su electrón; con tal de
que las células duren el tiempo suficiente como para operar las
transformaciones que se derivan naturalmente de la nueva vibración.
“Dame tiempo”, era la plegaria tan frecuentemente repetida por
Madre. “Dame tiempo” “Quisiera disponer de cientos y cientos de años
para poder hacer el trabajo”, decía un año después de la partida de
Sri Aurobindo.
60.281 – estoy dispuesta a luchar doscientos años, pero este trabajo
se hará.
Pero incluso ese “tiempo” no parecía ya verdaderamente un problema.
54.258 – Las células que pueden vibrar al contacto con la alegría
divina son células regeneradas en vías de ser inmortales.
67.2110 – tengo la impresión de que la muerte es ahora solo un viejo
habito, que ya no es una necesidad. Existe solo porque el cuerpo es
todavía lo suficientemente inconsciente como para sentir la
necesidad del reposo total, es decir, de la inercia.
Cuando eso sea
abolido, ya no habrá desorganización que no sea reparable, o en todo
caso no habrá desgaste ni deterioro ni desarmonía que no puedan ser
reparables. Solo existe por eso. Y además por esa formidable
sugestión colectiva… que pesa.
Esa sugestión, si, y también la vieja memoria de la paz del mineral.
Pero incluso esa memoria había sido abolida y reemplazada por la
inmovilidad de esas “ondas fulminantes”, tan rápidas que parecen
inmóviles.
61.206 – (Pregunta:) Cuando todo esta así, inmóvil, y parece que no
pasa nada. ¿pasa algo?...
¿Si pasa algo?... No lo se. Es el mismo infinito que cuando se sale
del cuerpo. Pero eso, en si mismo, ya es algo. Es muy difícil para
el cuerpo tenerlo, siempre hay algo que vibra y que se mueve. Es
como si eso lo pusiera todo en orden, pero nada se mueve. Y no es
solo silencio; es la inmovilidad SIN TENSIÓN, sin esfuerzo, sin
nada. Es como una especie de eternidad en el cuerpo. Es un estado
que me parece totalmente natural – oigo sonar el reloj.
64.189 – Los años, los meses, están pasando con una rapidez
vertiginosa, y sin dejar huella, eso es lo interesante. Y si uno lo
observa atentamente, entonces empieza a comprender como es posible
vivir casi indefinidamente, porque deja ya de existir esa fricción
del tiempo.
Y de nuevo en 1970:
70.1410 – La consciencia del cuerpo esta cambiando lentamente y de
tal forma que toda su vida anterior le parece extraña y ajena. Le
parece que es la consciencia de otro, la vida de otro. Es como si no
tuviera pasado, ¿sabes?, todo esta así, adelante, no hay nada
detrás. Es una curiosa sensación. Una curiosa sensación de algo que
comienza siempre. Y en absoluto, en absoluto de algo que acaba.
Algo
que comienza. Con todo lo que eso tiene de desconocido, de
improviso… Es curioso. Todo el tiempo tengo la impresión de que las
cosas son nuevas, de que mi relación con ellas es nueva.
67.1511 – No hay día en el que no constante que, no ya una dosis,
sino una pequeñísima dosis, una gota infinitesimal de “eso”, te cura
en un minuto. Por ejemplo, aparece una corriente de desorganización,
y entonces la sustancia que constituye el cuerpo empieza primero
por sentir y luego por ver su efecto y después todo empieza a
desorganizarse.
Y es esa desorganización lo que impide la cohesión
necesaria de las células para constituir un cuerpo individual, es
entonces cuando uno sabe: “¡Ah! Esto se acaba.”
En ese momento, las
células aspiran, y al instante se nota una especie de… es curioso,
da la impresión de una dosificación de esa corriente de
desorganización, y algo se para. Se siente primero una alegría,
luego la armonía, y el desorden desapareció. Y entonces,
inmediatamente, las células tienen la impresión de vivir la
eternidad, para toda la eternidad. Pues bien, eso me sucede no solo
a diario sino varias veces al día. Ese es el trabajo.
Es un trabajo
muy oscuro. En el fondo, las proclamaciones, las revelaciones, las
profecías, todo eso es muy confortable, da la impresión de algo
“concreto”; pero esto es muy oscuro, invisible (sus resultados no
serán visibles mas que dentro de mucho, mucho tiempo),
incomprendido.
Y de hecho, en la medida en que sea verdaderamente
nuevo, tiene que ser incomprensible.
Nos parecía evidente que el experimento iba a llegar hasta el final,
ni siquiera nos lo planteábamos, era sencillo y evidente. Incluso
pensábamos que la próxima etapa de la operación debía ser la
supresión de todo alimento (Madre ya no hacia casi más que beber) y
la abolición de todo el viejo sistema digestivo, reemplazado por la
absorción directa de energías.
Pero en verdad, no comprendíamos el
verdadero problema, seguíamos imaginándonos alguna “transformación
maravillosa” que por, fin, fuera el signo tangible, visible para la
humanidad entera, y que obliga a esta humanidad recalcitrante a
comprender el proceso, a comprender que había una salida, un medio
lógico y racional de salir de esta pecera sofocante y de crear una
vida nueva sobre la Tierra. No era en el cuerpo de Madre en el que
pensábamos verdaderamente, sino en el cuerpo de la Tierra. Era
necesario que este cuerpo doloroso, miserable, tan pequeño,
comprendiera por fin su propia alegría y su propia libertad, y el
medio.
No entendíamos tan siquiera que la primera tierra y la primera
humanidad estaban sencillamente allí, alrededor de Madre, en las
personas de un cierto número de discípulos que precisamente
representaban a la Tierra; eran las muestras humanas de la gran
operación evolutiva, y si esta no sucedía allí ¿Dónde iba a suceder?
Si no la comprendían allí, ¿Quién iba a comprenderla? Todavía
estábamos en una tierra abstracta.
Tampoco comprendíamos muy bien un segundo aspecto del problema, que
es, sin embargo, su aspecto capital, precisamente lo que podía
cambiar a la humanidad y forzar a la Tierra, a pesar de si misma, a
vivir en una especie de aceleración evolutiva hacia el punto, el
momento, la conjunción inevitable en la que todo el viejo caos
deberá hundirse sobre si mismo, colapsarse como las estrellas
muertas, y abrir la puerta nueva.
Ese aspecto es el “poder”.
Esa aceleración podemos verla ya por doquier a nuestro alrededor.
Pero una aceleración es algo muy doloroso, rechina, todo rechina.
Y el poder es insoportable.
Madre estaba haciéndose “insoportable” para todas las pequeñas
muestras evolutivas reunidas alrededor de ella. No se puede,
evidentemente, hacer entrar en un cuerpo esa formidable energía de
la que estamos tan delicadamente protegidos en el interior de
nuestra trama, sin que toda esa energía se esparza e irradie y
“contagie” toda la materia de alrededor.
Sabíamos, sin embargo, por
nosotros mismos, por haberlo experimentado en nuestro cuerpo cada
vez que nos encontrábamos con Madre (e incluso a distancia), hasta
que punto estar junto a ella era sumergirse en una especie de baño
de rayo, un torrente de potencia compacta y tan densa que todo
nuestro cuerpo parecía entrar en fusión.
Uno era cogido desde
dentro, en cada célula, como si de pronto milenios de noche y de
dolor se pusieran a gritar y a suplicar luz, suplicar amor, suplicar
espacio, libertad…; y nos zambullíamos en ese baño de fuego a pecho
descubierto, a alma descubierta, como si, por fin, se estuviera en
el… “eso” del mundo con el propio cuerpo, el “eso” por el que uno
había gritado tanto y hacia el que había espirado a través de vidas
y mas vidas de dolor y de desesperación, milenios de inútil
estupidez. Y luego, de pronto, te encontrabas ya allí…
Pero era
necesario zambullirse, fundirse allí, era evidente, porque si uno no
se fundía, si se resistía, si seguía habiendo algún “yo” en medio de
ese torrente de potencia, te rompías, rechinabas, te rebelabas. Era
insoportable.
Y todas las pequeñas muestras de alrededor rechinaban en su corazón.
Y toda la Tierra se debatía y se batía.
67.34 – Cuando viene esa potencia luminosa ¡es tan compacta! Tan
compacta…, da la impresión de ser algo mucho mas pesado que la
materia; y están velado, velado, velado, si no… insoportable.
68.1311 – Hay solo una cosa; como una acumulación de fuerza… de una
fuerza que podría ser un poder. Siento que se acumula lentamente,
lentamente. Y una consciencia clarísima de todos los obstáculos, de
todo lo que esta en contra, de la actitud general. Con la clarísima
percepción de que… hay que permanecer velada. Es el tiempo de
permanecer velada. Eso es todo.
70.165 – Si tuviera la certeza, si por ejemplo, Sri Aurobindo me
dijera “¡Es así!”, entonces seria facilísimo; pero lo difícil es…
Estoy rodeada de gente que me cree enferma ¿no?, y que me trata como
a una enferma, y se que no estoy enferma; estoy rodeada de una
“certeza” de que estoy yendo rapidísimamente hacia el final, así que
este pobre cuerpo esta así, vacilante.
71.177 – Si las cosas se apaciguan y puedo entrar en mi
atmósfera
normal, es como si todo desapareciera; dejo de sufrir. Y es algo que
me viene de fuera como un ataque furibundo; la gente querellándose,
las circunstancias atravesándose, todo. Y todo eso me lo echan
encima, asi que… Hay una riada de mentira.
71.63 – “Esta vieja, esta vieja…” Eso crea una
atmósfera de
resistencia al cambio. Casi crea un conflicto en el ser: “Es
imposible, es imposible…”, de todas partes.
71.33 - ¿Sabes cual es mi impresión? ¡Que son ellos los que están
viejos y que solo yo soy joven! Con tal de estar lo que ellos llaman
“confortable”, no necesitan más, y libres para hacer ciertas
tonterías que no harían si estuvieran fuera de este lugar. Y
mientras, yo siento como se PODRÍA acelerar la venida si se fuera…
si se fuera… si se fuera un conquistador. En el fondo les da igual.
69.511 – Ya no tengo el control, cada uno ha cogido el control. Ha
perdido la costumbre de decir “quiero”.
66.179 – Tengo la impresión de estar colgada por un tenue hilo en
una atmósfera absolutamente podría de incredulidad, de futilidad, de
mala voluntad, y eso, es un hilo tenue, y es un milagro que… Y ni
siquiera comprenden que esta vibración de verdad, si se impusiera,
¡les destruiría! La maravilla es esa compasión infinita que cuida
que esta fuerza no destruya nada, y que espera. Sigue ahí con su
pleno poder, su plena fuerza y… simplemente afirma su presencia sin
imponerla a fin de reducir al mínimo los daños. Es una compasión
maravillosa. ¡Y todos esos idiotas lo llamas impotencia!
65.1610 – Se han puesto una mascara de buena voluntad. Pero sus
vibraciones interiores siguen perteneciendo al mundo de la mentira.
64.221 - ¡Es una comedia, tu ya lo sabes! y que dura desde 1926. Hay
ciertamente, ¡oh!, y eso siendo extremadamente generosa, paciente y
misericordiosa, hay un buen tercio que esta aquí solo porque resulta
confortable; uno trabaja si quiere, no trabaja si no quiere, come a
diario, se tiene siempre un refugio, ropa, y en el fondo hacen lo
que les da la gana (hay que aparentar que obedece, pero eso es
todo). Y si se les niega una comodidad empiezan a gruñir. De yoga,
mejor no hablar, están a cien mil leguas de la consciencia, tienen
la boca llena de yoga, pero solo la boca. Yo digo “no”, y ellos
aparentan haber oído “si”, pero en fin… Es la vida… la vida
“espiritual”, ¡que cosas!
64.3010 – El entorno no ayuda. El entorno inmediato no tiene ninguna
fe.
61.254 – No soy el jefe de un grupo, ¡oh, Señor, no, a ningún
precio! Es repugnante. Voy a hacer una declaración: “¡No soy el jefe
de un grupo, no estoy a la cabeza de un Ashram!” De vez en cuando me
dan ganas de decir cosas tremendas. Como le comprendo a Sri
Aurobindo, que se fuera al otro lado.
62.132 – Es el pensamiento de la gente lo que es fastidioso, ¡oh!...
todo el mundo, todo el mundo esta constantemente pensando: vejez y
muerte, y muerte y vejez, y enfermedad, ¡oh!
Pero verdaderamente no alcanzamos a medir la extensión o la
profundidad de la negación:
69.105 – Hay minutos en los que el cuerpo tiene la impresión de
haber escapado a la ley de la muerte. Pero es algo que no dura. Y
entonces llega la gente con todos sus pensamientos, y a causa de eso
resulta un poco difícil. ¡Tú ya lo sabes, hay un considerable numero
de deseos de que este cuerpo se muera! ¡por doquier, los hay por
doquier! Y el lo ve, lo ve… No estoy totalmente segura de que todos
estos dolores que siente en todas partes, todo el tiempo, no vengan
de… no sean el efecto de todas esas malas voluntades.
68.155 – He luchado y luchado, pero… hay demasiadas mentiras a mi
alrededor.
Y luego este giro:
69.234 - ¡Es todo el sistema lo que habría que disolver!
Y en 1972:
72.103 – La atmósfera esta desquiciada. Estamos, digamos que
predicando la unidad del mundo, ¡lo menos que podíamos hacer por
decencia es dar ejemplo de ella! Y damos ejemplo de todo lo que no
hay que hacer. Lo veo, lo veo clarísimamente: si yo partiera, no
tengo a nadie aquí, seria nuestra destrucción.
La verdad no era ni la biológica ni la física ni los noventa y
cuatro años de Madre, la verdad era que ella no podía ya quedarse
más.
Igual que Sri Aurobindo:
65.412 – Era su compasión la que le hacia aceptar a la gente a su
alrededor tal y como era, pero sufría mucho.
Y a veces es desgarrador:
68.156 – Contemplo este cuerpo, y a veces dice (a veces, cuando hay
demasiadas incomprensiones, cuando el entorno es demasiado
absolutamente incomprensivo), dice: “¡Ah! deja que me vaya… bueno y
que mas da, deja que me vaya.” Pero no esta fatigado ni disgustado,
sino… Y en esos momentos, verdaderamente, es digno de lastima.
Entonces le digo: “¡No, no, no!” como a un niño. Es cuestión de
paciencia ¿sabes? ¿Qué iría a pasar? No lo se. De todas formas tu si
lo sabrás. Tu podrás decirle: ¡No es como pensáis.” Yo también se lo
diré, pero no me oirán. No se, no se lo que va a pasar. ¿Qué pasara?
¿Lo sabes tú?
Será glorioso un día.
Cuando se hace algo por vez primera nadie te lo puede explicar.
Cuestión de paciencia.
Pero ellos no tenían ya más paciencia. Incluso gruñían a su
alrededor.
Era toda la Tierra la que estaba gruñendo.
“No tengo a nadie aquí.”
Y era el Ashram de Sri Aurobindo.
Y luego, un día, nos cerraron la puerta de Madre. Ella no tenia ya a
nadie con quien explayarse.
69.245 – Tú eres el único con quien puedo hablar. Los demás no
comprenden nada.
Estaba sola con sus “guardianes”.
Aquel día, ellos, sellaron el destino.
Madre había previsto perfectamente la resistencia del Mundo.
Y había
visto también la necesidad de una larga inmovilidad en la
“ondulación”, sin aquella constante intrusión de las malas
voluntades externas.
72.262 – Creo que el cuerpo tiene ahora una sensibilidad excesiva y
que necesita ser protegido de todas las cosas que le vienen; como si
debiera trabajar dentro de si como en un huevo.
Era en 1972, un año antes de su partida.
69.2412 – Si alguien entra descontento de algo que he hecho o que he
dicho, de pronto los nervios del cuerpo se sienten torturados. Y es
algo que proviene de la persona que tengo delante; aunque
exteriormente aparente tenerme afecto, y ningún signo externo,
ninguna manifestación hablada o directa de esa persona indiquen lo
contrario, mis nervios se sienten torturados.
Cinco años antes, en 1967, en medio de una conversación, Madre se
paro de repente, nos dijo que tomáramos papel y lápiz, y se puso a
dictar con un tono totalmente neutro, como si hablara desde “otra
parte”:
67.141 – A causa de las necesidades de la transformación, es posible
que este cuerpo entre en un estado de trance que tendría una
apariencia cataléptica. ¡Sobre todo, nada de médicos! No os
apresuréis tampoco a anunciar mi muerte ni dar al gobierno el
derecho de intervenir.
Guardadme cuidadosamente al abrigo de todo
deterioro que pudiera venirme de fuera: infección, envenenamiento,
etc.… y sed de una paciencia incansable; podrá durar días, quizá
semanas, y quizá incluso mas, y será necesario que especie
pacientemente a que yo salga naturalmente de ese estado después de
que el trabajo de transformación este realizado.
El trance cataléptico, es decir, la inmovilización total con paro
cardiaco y con todas las apariencias de la muerte – todos los yoguis
lo conocen.
Siguiendo las órdenes de Madre, esta nota fue distribuida a cinco
personas de su entorno inmediato. Por tanto lo sabían.
Madre había
previsto claramente todo el cuadro.
65.412 – Según la ciencia exterior, es cuando uno duerme cuando
quema las toxinas; pues bien, es esa inmovilidad la que ilumina las
vibraciones oscuras.
Incluso existe toda una ciencia “criogénica”, que esta
desarrollándose desde hace algunos años, de curación por
enfriamiento de los tejidos; el trance cataléptico es ese mismo
medio, pero natural.
Luego en abril de 1973, justo un mes antes de que los discípulos nos
cerraran la puerta de Madre… (¡oh!, que inconscientes, pero que
inconscientes éramos de las envidias de alrededor, vivíamos junto a
Madre sin darnos cuenta de nada, en este maravilloso cuento del
futuro, y nos parecía que todo el mundo lo comprendía, ¡era tan
evidente!, entonces Madre nos hizo de pronto la siguiente reflexión:
73.74 – Parece que estoy reuniendo todas las resistencias del mundo…
Tango una solución de transformación del cuerpo, ¿comprendes?, pero
es… no ha tenido lugar jamás, así que es tan… inverosímil. No puedo
ni creerlo. Mas para mi es la única solución. El cuerpo tiene ganas
de dormirse y de despertar… (“dormir” en cierto modo: estaría
totalmente consciente) y de no despertarse mas que transformado.
Pero la gente no tendría nunca la paciencia necesaria para sostener
esto, para cuidado… Todo el mundo pensaría que es el final y no me
cuidarían.
¡La bella Durmiente del Bosque! ¡claro que si! Era luminoso,
diáfano, Madre se preparaba, pues, para ese trance cataléptico.
Ahora bien, dos meses antes, en enero de 1973, Madre había tenido
una visión que comenzó a contarnos jadeante; la estaban enterrando
viva.
Era la tercera vez que lo veía.
73.101, 72.54 y 69.245 - ¡Oh!, no te lo he dicho, fue ayer o antes
de ayer, ya no lo se, de pronto mi cuerpo, durante dos o tres
minutos, sintió un horror…, la idea de que le metían así, en una
tumba, ¡era terrible! Terrible. No hubiera podido soportarlo más que
unos minutos. Era terrible. Y no era porque me enterraban viva; era
porque mi cuerpo estaba consciente.
Estaba “muerto”, en opinión de
la gente, porque el corazón ya no latía, pero estaba consciente. Fue
una experiencia terrible… Yo mostraba todos los síntomas de la
muerte, es decir que el corazón ya no andaba, ya nada andaba, pero
estaba consciente. El cuerpo estaba consciente. Seria preciso… seria
preciso prevenirles para que no se apresuren a…
Y luego, por segunda vez:
… Porque puede ser… puede ser pasajero, ¿comprendes? Puede ser
momentáneo, ¿comprendes? ¿Comprendes lo que quiero decir?... Siento
que hay un esfuerzo para transformas el cuerpo, el también lo
siente, tiene buena voluntad, pero no se si será capaz. ¿Comprendes?
Así que podría dar durante un tiempo la impresión de que ya se
acabo, pero seria solo pasajero.
Podría empezar otra vez. Y es
posible que yo no sea capaz de hablar en ese momento ni de decirlo.
Por eso te lo digo a ti… No se. ¡No se lo que va a pasar! Hay
momentos en los que la cosa se vuelve tan difícil que me pregunto si
el cuerpo podrá aguantar el golpe. Pero quiero que haya alguien que
impida hacer esa tontería, porque si no todo el trabajo se habrá
perdido. Hace falta gente que tenga autoridad y que diga: “No lo
hagáis. Madre no quiere”, ¡tú!...
¿Pero quien me escuchara? ¡Dirán que estoy loco! ¡No me dejaran ni
entrar donde tu!
No sabíamos hasta que punto éramos proféticos. El 19 de mayo de 1973
la puerta se cerraba sobre Madre. Estaba sola. Estábamos solos.
Le
quedaban todavía seis meses. Muy pronto tendríamos que hacer frente
a toda aquella jauría, a causa de esta Agenda de Madre, tan
peligrosa para los “discípulos”, este secreto de un futuro que no
tenía nada que ver con su espiritualidad.
Fuimos calumniados,
perseguidos hasta en el Himalaya, amenazados con procesos,
denunciados ante el Gobierno de la India y acosados por la policía,
y no sabemos quien envió a aquellos asesinos a los barrancos de
Pondicherry…
“¡La vida espiritual, que cosas!”, decía Madre.
Hasta imprimieron una falsa “Agenda” para impedir la salida de la
verdadera.
Los viejos antropoides son implacables con los que no son de su
tribu.
Pero, incluso con la puerta cerrada, no podíamos creer que era el
final. Aquellas células no podían morir. ¡La Tierra no podía echar
al hoyo esta esperanza tan maravillosa!
73.283 – Y la consciencia material repite: OM NAMO BHAGAVATE… Es
como un trasfondo detrás de todo: OM NAMO BHAGAVATE… Un trasfondo
que es un soporte material: OM NAMO BHAGAVATE…
No, aquellas células no podían morir.
69.245 - ¡Irse no es una solución! Quisiera… quisiera que no me
metan en una caja y que no me entierren… así. Porque, incluso
después de que los médicos hayan declarado que este cuerpo ha
muerto, estará consciente: las células están conscientes.
Luego, una mañana de 1973, el 18 de noviembre, vinieron a avisarnos
de que Madre había “muerto” el día anterior por la tarde, que la
habían dejado tendida en la entrada de abajo del Ashram, y que todo
el mundo estaba desfilando ante ella.
Llegamos allí estupefactos. Ella estaba tendida bajo unas luces
doradas de neón que reflejaban su calor contra el cine de sus placas
mientras los ventiladores giraban en el sofocante rumor de la masa.
La habían bajado allí apenas siete horas después de su “muerte”,
arrancada de la paz de su habitación y de su atmósfera para que
fuera pasto de aquellos miles de vibraciones de angustia, de
congoja, de temor, de mentira.
Fueron tres los médicos de Ashram que la declararon muerta. Era
completamente medico e irrefutable.
Unos días antes, el 14 de noviembre, hacia medianoche, desde su
tumbona – pues estaba tan encorvada que ni siquiera podía echarse en
una cama - , había pedido caminar:
“Quiero caminar, si no voy a
quedarme paralítica.”
Camino apoyándose en el brazo de uno de sus
guardianes… hasta que se puso azul. La noche del 16 de noviembre, de
nuevo, pidió caminar:
“Quiero caminar…”
Fueron sus últimas palabras.
Quiero caminar…
Pero en aquella tumba donde la metieron sabemos de unas células que
repiten: OM NAMO BHAGAVATE… OM NAMO BHAGAVATE… OM NAMO BHAGAVATE…
Y que seguirán repitiendo y repitiendo su invocación hasta que la
Tierra se despierte de su mentira irreal.
Hasta que se despierte de su falso materialismo igual que de su
falso espiritualismo, para entrar en la verdadera materia y en la
vida divina sobre la Tierra.
PERO QUIZÁ NO HAYAN TERMINADO TODAVÍA LAS SORPRESAS.
“Esperad al ultimo acto”, había dicho ella en 1958.
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