por
Ambar del Alma
'News
del Alma' - Nro. 66
Enero, Febrero, Marzo 2017
Fuente
Me confundo. Una y otra vez. Lo confundo. Una y otra vez...
Contundo lo que damos importancia con lo que es importante.
Y no sé si echarle la culpa al tonto que me habita, o a la
ignorancia, o a que no sé escuchar sinceramente a mi corazón y sus
mensajes, o a la prisa que me tiene acelerado, o a que dejé el
gobierno de mi vida al inconsciente durante muchos años y hay días
que vuelvo a la vieja costumbre, o si echarme a mí la culpa por mi
desatención, o porque me dejo deslumbrar por los triunfos
aparentes...
El caso es que dentro de mí, en el lugar donde guardo las teorías,
lo tengo claro. Sé que cuando a algo le damos importancia, no es a
mí a quien se lo parece, sino a
mi ego.
Y si algo es importante, es aquello que alegra a mi espíritu,
aquello que me provoca paz en vez de lucimiento, aquello que es
profundo, aquello que realza mi naturaleza trascendental, aquello
que le provoca una serena sonrisa a mi corazón.
Las cosas son convenientes, interesan o son interesantes, o tienen
consecuencias, pero... ¿para quién?, ¿para cuál de mis 'yoes'?, y
¿para cuál de las divisiones en las que me fracciono?
El ego está más interesado en aparentar, en ocupar un lugar en el
pódium y ponerse medallas, en llenarse de éxitos, en causar
admiración, en regodearse en lo que parece que tiene importancia.
Más bien, en lo que se le da importancia, pero que es sólo aparente.
Lo importante no necesita ser reconocido por los otros, y es
profundo:
un asunto privado
entre uno mismo y Uno Mismo; no es algo que "se hace" de cara al
exterior.
Hay una aclaración que
aparenta ser sólo semántica, pero es clarificadora: aquello a lo que
"se le da" importancia, es un asunto exclusivamente terrenal y
efímero, y ese "darle importancia" es un asunto temporal, cuyo valor
puede desaparecer en cualquier momento.
Las cosas que se les da
importancia un día, puede que meses o años después sean catalogadas
como tonterías.
Aquello que pareció tan grave, o que le habíamos dado tanta
importancia en algún momento, se diluye en el olvido.
En cambio, lo que "es" importante, ya lo "es" en su condición. No
necesita de estímulos. Lo "es" en su esencia, en lo imborrable, en
lo que va recomponiendo la esencia que somos. Es más
transpersonal...
Lo que "se le da"
importancia, es porque "se le da" importancia, mientras que lo que
"es" importante, se debe a que ya lo "es".
Lo que damos importancia, es más de cara a los otros que a uno
mismo, es un asunto del "yo" frente a los otros, mientras que lo que
es importante, lo es para el aprendizaje de uno mismo. Para el que
trasciende al humano limitado.
Es muy interesante tener
claros los conceptos para no perder el tiempo con las cosas que se
le dan importancia, y centrarse en las que son importantes.
Todo lo expuesto anteriormente nos podría, o nos debería,
conducir a cuestionamos, a partir de ahora, una serie de actos o
situaciones.
Aparte del instinto de
supervivencia, o de la necesidad de procurarme una economía, el
resto de mis decisiones...
-
¿Qué objetivo
tienen?
-
¿Quién, o qué, me
empuja o me motiva a hacer las cosas que hago?
-
¿Qué intención
tiene el resultado que busco en las cosas que hago?
-
¿Oriento el
sentido de mi vida hacia el público o colaboro en mi
Crecimiento Personal?
-
¿Me atrae más el
brillo externo que la luz interior?
-
¿Mi ego me indica
el valor de las cosas?
-
¿Es mi ego o soy
yo quien decide qué es esencial para mí como Ser Humano?
A partir de las
respuestas surgirá, probablemente, una revisión de la escala de
valores personal.
En el mismo instante en
que uno se da cuenta de que algunas cosas realmente no tienen el
valor que se les atribuye, se puede escapar inmediatamente de su
propio error.
A estas alturas del
texto, ya deberías tenerlo claro, y no volver a confundirte. Lo que
le damos importancia no es importante. Lo que denominamos importante
no tiene importancia. No la necesita.
Te dejo con tus reflexiones...
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