por Rubén Torres
Dentro de los distintos
cuerpos en diferentes densidades, desde un mineral que tiene el 100%
de densidad, a nosotros que tenemos aproximadamente un 80% o en
cuerpos más sutiles, que este porcentaje baja considerablemente,
hasta desaparecer para nuestros cinco sentidos.
El agua, cuando toma la forma del hielo, estaría haciendo su encarnación mas densa, mas o menos lo que somos nosotros ahora.
Posteriormente y gracias a la radiación solar, el agua se transforma y pierde su cuerpo físico mas denso y toma un cuerpo mas sutil, como es su forma liquida, con la que puede fluir y vivir de distintas formas, en distintos entornos de experiencia.
Posteriormente y gracias
nuevamente a la radiación solar, el agua se transforma nuevamente y
toma un cuerpo aun mas sutil, en forma de vapor. Este cuerpo puede
ser tomado como una de sus formas físicas mas sutiles, aunque el
agua puede tomar aun formas mas sutiles, como la humedad.
Nosotros no somos muy distintos y aunque el proceso se nos antoje más lento, al igual que el agua, debemos pasar por un proceso para que se lleve a cabo nuestra transformación.
Somos agua en un
porcentaje muy alto y en nosotros la radiación solar juega un papel
decisivo en este proceso, ya que nos alimentamos de su luz y la
necesitamos para alimentar nuestra propia luz.
Puede pasarse el mismo
tiempo, fluyendo a través de ríos y canales, ser bebida o estancarse
en un charco, pero sabe que tarde o temprano volverá a su cuerpo mas
sutil y subirá al cielo a fundirse con su grupo (nube), el cual
volverá a descargar y encarnar de distintas formas cuando mas falta
haga y donde mas falta haga.
Tarde o temprano, como le sucede al agua, nos transformamos, tomamos nuestra forma física mas sutil y nos desprendemos de toda suciedad que pudiera hacernos permanecer estancados.
Finalmente nos elevamos y
esperamos en el 'cielo', para descargar nuevamente nuestro amor,
allí donde mas falta haga.
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