Las personas
'maduras' de ahora hemos llegado a una edad maravillosa en la
que emprendemos el camino del desaprendizaje.
Fuimos criados con la
creencia de que debíamos ser los mejores en todo:
mejores
estudiantes, mejores esposos, mejores profesionales, mejores
padres, etc.
Fuimos educados con
la creencia de que TODO es pecado.
Ha llegado la hora de
decir NO en muchas ocasiones, de mandar al carajo
los compromisos y las obligaciones. Pasó la hora de las
responsabilidades desvelantes.
Ahora nos gusta estar
solos, disfrutar buenas conversaciones con gente que no nos
insulta y que cree lo mismo que nosotros o que no le importa que
opinemos diferente.
Es la hora de hablar de todo sin necesidad de sostenerlo como
medio de defensa. Es hora de ver películas, de estar en una
finca durante la semana, de leer, de escuchar, de sonreír y
gozar.
Demostramos que las responsabilidades fueron bien atendidas por
nosotros, que hicimos las cosas lo mejor posible, que dejamos
huellas, que somos buenas personas.
Lo que nos queda de vida es para nosotros, para disfrutar, para
cumplir el mandamiento divino de amarnos a nosotros mismos.
Por eso vamos a hacer
lo que nos da la gana.
Viajar al máximo,
tomando café con amigos y amigas, conversando con todo el
que nos encontremos...
Ya pasó la época de
los roles.
Lo que fuimos, fuimos, ahora somos para nosotros mismos sin
tener que rendir cuentas a nadie.
Los demás seguirán su camino de responsabilidades y de afanes,
de preocupaciones y nerviosismos. Nosotros ahora estamos por
encima del 'bien' y del 'mal'.
Vamos a museos,
asistimos a conferencias y si no nos gusta nos salimos sin que
nos importe; redescubrimos al Quijote, a Neruda, Aristóteles,
Renoir, Benedetti, etc.
Ahora asistimos con
mayor frecuencia a entierros y nos damos cuenta de que se
aproxima el nuestro, pero estamos preparados, pues al fin y al
cabo, vivir es mortal.
La vida es para
nosotros una profunda experiencia interior, lejos de mitos,
ritos, limosnas y pecados sin fin.
Es la hora de empezar a relajarnos y de conversar largas horas
con uno mismo, que es el único que permanece siempre, ahora y
después de que abandonemos la nave del cuerpo.
Nos rodean pocos
seres a quienes amamos profundamente y que seguirán viviendo sus
propias experiencias, estemos nosotros o no.
Mandaremos para
"donde sabemos" a la gente que nos molesta, la tóxica, la que
nos quiere meter por un carril cueste lo que cueste.
Quienes nos buscan
sin egoísmos van a encontrar una sonrisa, una mirada tierna y
comprensiva, un consejo, acertado o no, afecto, lealtad.
Somos, ahora sí, libres de ataduras, de prejuicios, de
creencias.
Somos libres porque
no le tememos ni a la vida ni a la muerte...
"Más vale perder el tiempo
con los amigos...
que perder a los amigos con
el tiempo".