19 Julio 2010 del Sitio Web TeoduloLopezMelendez
Se ha constituido en, algo así como, un
monumento a la verdad inmaculada. Es la obsesión de un
fundamentalista objetivo ya no solo retórico, sino de orden
práctico, que se plasma a diario en implementaciones concretas en
todo el globo.
Se lo menciona como si el vocablo
tuviera un aura especial, una bendición superior, como si se tratara
de una virtud superlativa, de una utopía por la que valiera la pena
trabajar incansablemente.
Los individuos no somos iguales en casi nada.
Si algo nos distingue, son nuestras
diferencias, aquello que nos hace naturalmente distintos.
Sin embargo, una corriente cada vez
mayor, casi unánime, parece ser el discurso esperado, el
políticamente correcto, ese que dice pretender ajustar lo que
presenta como desvíos. La sociedad parece aplaudir, algunos porque
suponen que alguien tiene el poder de otorgarles lo que no tienen, y
otros porque no se animan siquiera a decir lo que piensan y defender
lo propio.
Se puede pretender cierta igualdad ante
la ley, frente a los objetivos criterios que rigen la convivencia
humana, pero solo eso, solo esa cuestión de rutina, que es casi una
cuestión de sentido común.
...intentando brindar coercitivamente a
unos lo que naturalmente no tienen, sin dejar previamente de
despojar a otros para que lo anterior suceda.
Bajo esa muletilla que se ha puesto de
moda, el paradigma de la justicia humana, hace eso, quita a unos y
otorga a otros, discrecional, arbitraria, selectiva y coactivamente.
Nada más alejado de la realidad.
Esos mecanismos, solo consiguen desestimular a los talentosos y paradójicamente también a los menos hábiles, ya que así, tampoco precisan de incentivos para progresar, para superarse. Después de todo, algún Mesías, se ocupará de darles lo que no son capaces de conseguir por si mismos.
Pero en este caso, con el agravante de tratarlos indignamente como verdaderos incompetentes e inútiles, rebajándolos a la deshonrosa categoría de mendicantes de favores. Debilitan así su desgastada autoestima para condenarlos eternamente a la frágil e indecorosa posición de parásitos sociales, esos que a partir de ahora dependerán exclusivamente de la dádiva clientelista del mandamás de turno.
Eso ocurrirá, claro está, cuando el
poderoso decida otorgarle esa limosna. Antes se ocupará
de esquilmar a algunos, esos que producen y generan riqueza a su
alrededor, para poder concretar su generosa acción popular.
Se trata de prácticas que celebran
políticos y votantes al unísono. Diera la sensación, que cierto
sector de la humanidad está dispuesto a bajar los brazos
definitivamente, para vivir de lo que otros generen, para dejarse
humillar por los que se han empeñado en demostrarle su demostrada
incapacidad, como una fotografía estática de ese presente inmutable
e inmodificable.
Extraordinariamente distintos.
Fantásticamente desiguales...
Tampoco generarán creatividad, en ese
espacio en el que ellos mismos se ocuparon de apagar la voluntad.
...no son solo cuestiones innatas.
Las más de ellas se desarrollan y se
logran solo cuando se atraviesan momentos difíciles, verdaderas
crisis, situaciones que requieren de retos frente a los escollos que
nos propone siempre el presente.
La fantasía de la igualdad parece estar
apoderándose de nosotros sin resistencia alguna y con una tácita
aprobación cívica que explica el discurso de los políticos, que es
solo una mera consecuencia y no su verdadera causa...
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