por Kingsley L. Dennis 07 Octubre 2016 del Sitio Web KingsleyDennis
sólo despertamos brevemente a
lo que es real"
está ocupado en morir"
La vida es la vida, y la mayoría de las personas la recorren con sufrimiento, alegría, aventura, desafío, amor y todo lo demás.
Es igual para todos, pero no siempre
discurre en el mismo terreno de juego. Podemos adoptar una
perspectiva, una posición diferente frente al mundo. Podemos ver el
mundo en que vivimos solo como un fenómeno externo; o también
podemos escoger verlo como una expresión de nuestra vida interior.
Y a menudo me pregunto cómo sería vivir con la perspectiva de que la vida humana es el resultado de fuerzas aleatorias accidentales; un hecho sin sentido forzado a pasarse la vida en la espalda de una roca muerta lanzada a través de un universo sin vida.
Me acuerdo del "Mito de Sísifo", un personaje de la mitología griega condenado a repetir eternamente la misma tarea fútil de empujar una roca hacia arriba de una montaña, sólo para verla caer de nuevo, y volver a empujarla hacia arriba, indefinidamente.
Para mí, esta inánime visión exterior de la vida es realmente absurda. [i]
Y, sin embargo, las exigencias físicas de una vida normal nos obligan continuamente a enfocar nuestra mirada en lo exterior donde nuestra consciencia de la vigilia cotidiana tiene que vérselas con todos los impactos y el ruido que vienen desde fuera:
Aún así en algunas personas hay otra
mirada que observa el mundo desde adentro. Me refiero a lo que llamo
la vida interior, conforme a la cual la persona siente
profundamente, sabe intuitivamente, que hay otra perspectiva de la
vida, mucho más rica, omnipresente, sutil, pero que debe buscarse
con esfuerzo.
Nunca se detienen a preguntarse no sólo,
Es una pregunta fundamental que parece preocupar a poca gente.
No es injusto decir que algunas personas solo se reconocen por el nombre que utilizan en su vida. Si se les presiona, encuentran difícil distinguirse realmente de otros que sostienen similares actitudes y opiniones condicionadas.
Con todo, esta comprensión a menudo se nos esconde. Quizá el impacto de tal reconocimiento alteraría profundamente nuestro equilibrio mental y emocional. Así que la mayoría de las personas continúa identificándose e individualizándose mediante el nombre de pila o el empleo que han elegido desempeñar.
Esto resulta evidente cuando a alguien se le pregunta quién es y contesta con su nombre o su ocupación. Es una pregunta muy inquietante y muchas personas solo pueden contestarla diciendo el trabajo que realizan o el nombre de pila.
También es verdad que la mayor parte del tiempo esta pregunta socialmente aceptada solo se realiza y se dirige a una persona al nivel más superficial y banal. Y por tanto, quién es realmente la persona continúa siendo un misterio toda la vida.
Es una situación común para la mayor parte de nosotros.
También es cierto que muchas personas se rebelan contra su esencia natural, la conozcan o no.
La gente puede decir miles de cosas - o sólo una - y sin embargo cada vez que habla se aleja de lo esencial.
De nuevo,
En el mejor de los casos, la sociedad ha convertido estas cosas en conceptos abstractos o en ilusiones.
Dentro de nuestras propias culturas estamos tan acostumbrados a vivir a un nivel primario, básico - de supervivencia - que dedicamos muy poco tiempo y atención al nivel interior.
De hecho, la noción de un mundo interior
a menudo sigue siendo un lujo para unos pocos. Los demás tenemos que
seguir gestionando y afrontando nuestras vidas normales.
Quizá no sintamos la necesidad acuciante de querer ver las cosas de una manera diferente.
De hecho, algunas personas tratan
enérgicamente de olvidar.
La mitología griega nos cuenta cómo antes de que el alma humana se encarne en este mundo bebe del Lete, el Río del Olvido - uno de los cinco ríos del inframundo - de manera que no pueda recordar sus orígenes divinos.
De forma similar, hay una leyenda judía que habla de cómo antes de nacer somos golpeados en la boca por un ángel para que no podamos hablar de nuestros orígenes divinos prenatales.
Puede que procedamos de fuentes inspiradas y sagradas, pero cuando llegamos a esta realidad terráquea, lo hacemos estupefactos y necesitados.
O más bien, quizá sea sólo que carecemos de la llave, la guía crucial, para develar nuestras memorias y desencadenar nuestra mirada interior y nuestro conmovedor anhelo.
La verdad es que, de hecho, puede que
más que para olvidar estemos aquí para recordar.
La vida interior reconoce que la naturaleza esencial del ser humano es buscar algo más, algo más allá.
Esta necesidad de comunión con algo más grande se ha alimentado en gran medida por el papel de las tradiciones religiosas y/o espirituales. No obstante, la necesidad del ser humano de una vida significativa de desarrollo todavía no ha sido atendida por nuestras sociedades, especialmente en nuestras culturas altamente industrializadas.
Hemos desarrollado nuestra fe, nuestra razón, nuestras actividades mentales; hemos instituido la industria y creado maravillosas tecnologías, pero no hemos trabajado en nosotros mismos.
No hemos cultivado nuestras almas.
El poeta romántico Keats dijo:
En mi opinión, ese "fraguar el alma" necesita volver a imaginarse y reintegrarse a nuestras sociedades.
No necesitamos volver al animismo o la alquimia para encontrarlo. Podemos hacerlo aquí, en el Ahora cotidiano. La expresión genuina de una verdad no adquiere una forma determinada. El auto-desarrollo, o auto-refinamiento si se prefiere, no es una ideología o una ciencia establecida.
Es un derecho humano básico. La vida interior debería reconocerse como una necesidad humana inherente, debería ser socialmente aceptable y se nos debería alentar a dirigir parte de nuestra mirada hacia ella.
Después de todo, si el sol exterior se
eleva pero el interior no lo hace, no habremos logrado nada...
es un arquitecto de interiores
que trabaja en su arquitectura
interna".
Referencias
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