deja de haber un sujeto en relación a un mundo de objetos separados
En este video abajo,
Peterson, hablando ante jóvenes universitarios, analiza cómo en
nuestra época la idea de lo sagrado de ha vuelto incomprensible o
anacrónica... y sin embargo, es vital para encontrar sentido
existencial.
Por una parte, la física moderna ha mostrado que el mundo no está hecho de objetos en sentido estricto, sino de procesos y probabilidades.
Asimismo, diversos científicos de la inteligencia artificial han notado que es imposible crear máquinas que vean objetos, ya que las barreras entre los objetos no son nada obvias y es muy difícil entender cómo separamos los objetos.
Existimos a múltiples niveles, al nivel cuántico, atómico, molecular, del tejido celular, etc. y aunque nos vemos a un cierto nivel de resolución, todos los niveles son igualmente relevantes y reales, y no tenemos una buena idea de cómo es que vemos lo que vemos...
Esto se conoce como el
problema del marco.
Por otro lado, los momentos de mayor sufrimiento son casi siempre momentos en los que estamos demasiado conscientes de nosotros mismos.
Peterson sugiere que si
te observas durante 1 semana te darás cuenta que los momentos en los
que estás molesto, aburrido o pasándola mal en general son aquellos
en que estás pensando de manera incorrecta,
abusando de ti mismo, ensimismado.
Tenemos aquí un entendimiento que borra la línea que divide a lo sagrado de lo significativo - siendo lo significativo lo que conecta a una persona con su propia naturaleza y con el orden de la vida.
...dice Peterson, haciendo referencia a algo que ha notado tanto el budismo como el cristianismo, que la vida es sufrimiento, pero que ese sufrimiento puede ser transformado si es re-significado.
Ese modo de existir es un estado de flujo en el que deja de haber resentimiento y aburrimiento:
Resulta evidente desde la perspectiva mística que los momentos en los que se disuelve la construcción de un yo dividido del mundo son los momentos sagrados, los momentos de comunión, en los que el individuo pierde importancia personal y se abisma en lo divino.
Pero esto es también cierto en una vida común que no recurre a lo místico.
Los mejores momentos de la vida, ya sea cuando estamos creando algo en nuestro trabajo, cuando estamos amando a alguien, cuando estamos contemplando la belleza de algo, se caracterizan por la disolución del sujeto que primero piensa antes de ser - se disuelve en el mundo y se vuelve pura experiencia sin separación entre el que experimenta y lo que experimenta.
Puede que después nos describamos y saboreemos la experiencia en la memoria, pero la riqueza de la experiencia yace en que en el momento fuimos ella en plenitud, sin conciencia de separación.
De nuevo, desde un plano psicológico esto es una experiencia de flujo o un momento de significado y desde la perspectiva mística esto es lo que se conoce como la no-dualidad, el estado místico por excelencia.
Tanto lo significativo
como lo divino tienen en común esta disolvencia en algo más grande
que es el soporte de la existencia...
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