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LaGenteDeLaOtraOrilla
A una época de esplendor le sigue otra de decadencia; a un impulso, un retroceso. Unas veces estamos en la cumbre del éxito y otras nos abrigan la desesperación y la incertidumbre.
Es esta oscilación entre uno y otro extremo lo que hace sentirse vivo al ser humano y es también ella la que le impide hallar la paz y la tranquilidad necesarias para hoyar un sendero espiritual que lo lleve de regreso a la divinidad.
Tantas veces sentimos un impulso de acudir a una conferencia concerniente al sentido de la existencia humana, abrir un buen libro relacionado con la espiritualidad o sostener una charla con algún amigo acerca de temas trascendentales.
Pero estamos tan habituados a unas rutinas laborales, académicas o de ocio que terminamos por responder:
Con el paso del tiempo, nuestra personalidad se desarrolla y cambia constantemente aunque no podamos detectar el instante preciso del cambio, como tampoco podemos controlar el flujo y reflujo de las olas del mar.
Y es que el tiempo se empeña en difuminar todas nuestras actuaciones y eliminar los resultados visibles; sin embargo, con un poco de meditación y sabiduría, llegamos a comprender que el tiempo no existe, al menos no en la forma en como creemos...
El tiempo se reduce a una manera de aproximarnos a los hechos y los eventos, porque,
Somos atraídos a las cosas, nuestros sentidos se posan sobre los objetos o notan los hechos y allí es cuando percibimos su presencia, le asignamos una fecha y, por ende, una existencia.
Así creamos el tiempo.
Si un observador se sitúa en un punto localizado entre Marte y Júpiter, por ejemplo, ¿cómo sabría qué hora, día o año es? Allá arriba, con escasa luz de sol, sin calendarios y sin referencias materiales, ¿cómo podría hablar de tiempo?
Pero esto no es posible, al menos por ahora.
La vida en este mundo tridimensional exige que consideremos y enfilemos la aparición de los hechos y de las cosas como una forma de salvaguardar la existencia de todo, incluida el alma, aunque en el fondo de nuestro ser percibimos que existe algo de mentira, de engaño o de carencia en este comportamiento.
En consecuencia, preferimos convencernos
que se trataba simplemente de otra alucinación propia de la falta de
juicio en los sueños y optamos por callar.
La exigencia es por una transformación integral, que abarque el total de las expresiones o dimensiones del ser humano - incluido el tiempo - esto es en lo político, lo social, lo económico, lo espiritual, entre otras.
Y cuando iniciamos este recorrido, sin importar cuál fue el detonante, comprobamos que no somos los únicos que tenemos estas inquietudes y que ya existen personas o grupos de personas que han avanzado en el proceso.
Quizás nos alegre comprobar que existe una cierta sincronicidad entre las diferentes sociedades gracias la conectividad genotípica de los individuos.
Sin duda, un mejoramiento sensible en nosotros mismos, mejora considerablemente el universo y esto es - entre otras cosas - lo que genera pánico en las estructuras de poder que actualmente rigen y controlan el mundo.
Tanto mayor crecimiento y desarrollo espiritual, esto es, incremento de la consciencia, cuanta menor posibilidad hay de dominar y controlar al ser humano.
Los librepensadores son atípicos y siempre serán vistos como amenazas dentro de una sociedad que se caracteriza por la uniformidad en el actuar y en el pensar siguiendo una misma línea de tiempo, siendo esa condición etaria lo que facilita su dominio y control.
En esta proximidad del tiempo, la
invitación es para que miremos un poco más de cerca las
consecuencias de esta situación.
Las fuerzas oscuras (muchas veces camufladas en acciones altruistas o solidarias) combinan sus esfuerzos para sostener un status quo que les permita acumular y mantener sus grandes capitales (no solamente económico, sino político, social e intelectual) y para ello no escatiman esfuerzos ni recursos, aquellos que van desde la influencia abierta o soterrada, pero efectiva, de algunos medios masivos de comunicación hasta el terrorismo, la aniquilación y la barbarie, pasando por el control de los sistemas educativos en colegios y universidades.
Existen muchas formas de matar, no solamente se trata de acabar con el cuerpo físico, sino también de acallar las voces de protesta, y descalificar, avergonzar y desnaturalizar aquellos mensajes que contienen la verdad y que pretenden concientizar o humanizar al ser humano.
¿Tendremos tiempo para esta labor?
Solamente debemos "despertar" y "abrir los ojos", tal como lo diría un sabio oriental, abrir los ojos a la realidad y observarla desde una perspectiva diferente, más amplia e incluyente, inclusiva con los conceptos de espacio y tiempo, de cuerpo y alma, de cerebro y mente.
Ser un poco más críticos con los componentes realmente "críticos" de una sociedad.
Dejar de entretenernos en la
superficialidad y la banalidad para penetrar en el sentido exacto de
lo que significa "vivir" como ser humano. Dejar de pensar y actuar
en términos de minutos, horas y días para notar y vivir la totalidad
de la dimensión.
Muchos grandes seres humanos han pagado un precio caro por pensar, por atreverse a hablar en voz alta, por desafiar el "orden establecido" y por osar defender la verdad.
Esto ha sido así desde los albores de la humanidad y seguirá sucediendo mientras avancemos a tientas y apegados al tiempo por este sendero.
No obstante, sin derrotismos pero con un toque de realismo, debemos estar preparados para ello ya que no hay en este nuevo paradigma de vida lugar para la cobardía, la antipatía, la anarquía o la pasividad.
¿Cuál es nuestro papel en esta nueva
era? Quizás… ¿Continuar negando la posesión del tiempo como una
excusa para no actuar?
Es hora de abrir nuestra mente y dejar entrar nueva luz que ilumine la consciencia de lo universal.
Empezar a "pensar" por nosotros mismos y creer que existe algo más allá de la familia, de la vecindad, de la ciudad y la nación por defender, apoyar y desarrollar.
Elementos de vida situados aún más allá del tiempo y del espacio que nos invitan a unir esfuerzos y recobrar la integralidad que supone la comunión entre lo material y lo espiritual.
Debemos comprender que, siendo la vida una sucesión constante de instantes, lo que llamamos tiempo no es más que la ocurrencia externa de hechos y fenómenos que suceden en esos instantes y que si desmontamos la linealidad de los mismos, lo que nos queda es un instante siempre presente que nos confirma que la historia es cíclica y que por tanto, una lección bien aprendida, no requiere repetición, lo que permite la evolución en todas las dimensiones.
O si prefieres podemos verlo así:
Ha sido en este tiempo sin tiempo donde a partir de la década de los ochenta, muchos "nuevos seres" de todas las edades y condiciones, están sintiendo el llamado a la acción en todas sus manifestaciones y están respondiendo abiertamente desde sus propias limitaciones, pues no se trata de hacer mucho o poco, simplemente se debe "hacer".
Equipos humanos se están movilizando en muchos países, grupos ecologistas marchan en Madrid, Hong Kong, Berlín o Londres.
Movimientos Humanistas toman partido por el ser humano en diversos puntos del planeta, particularmente en América del sur; asociaciones de consumidores conscientes se "salen" del sistema e inventan su propio método de intercambio de bienes y servicios en Barcelona, Hamburgo y Berlín.
Una fundación ciertamente responsable (FDS - Fundación Desarrollo Sostenible) nos invita a "cortar los cables" y desconectarnos de la red eléctrica gubernamental para producir nuestra propia energía solar gratuita.
Los resultados de los experimentos de Nikola Tesla se materializan y se dan a conocer en el mundo entero y la propulsión de coches y cohetes mediante el uso de agua común y corriente empieza a tomar fuerza.
Todo se mueve y todo cambia, incluso el
tiempo mismo lo hace. A una época de decadencia y oscurecimiento
como la actual, le sigue una de desarrollo y progreso como la que
vendrá.
¿Cómo percibes el tiempo?
Ante esto nos surge otra pregunta:
Un buen comienzo puede ser atrevernos a ver el tiempo como algo que existe solo en la relación entre los objetos y los sentidos, como una convención que permite la convivencia y la comunicación de ideas y pensamientos entre los seres humanos.
Luego, podemos abandonar viejas
estructuras de pensamiento y de obrar y, finalmente, entrar en
alguna de esas corrientes de transformación desde las posibilidades
que tengamos en este momento.
Llegará el momento adecuado para nuestro despertar, solo es cuestión de "tiempo".
Abandonemos el temor al cambio concientizándonos que es una de las pocas cosas inevitables en esta vida y concentremos las energías en determinar la dirección que debemos seguir,
Preguntas como estas nos ayudan a trazar un sendero de mejoramiento individual y colectivo.
¡Este es nuestro tiempo...!
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