por Eduardo Costas
y Eduardo Martínez
23 Enero
2020
del
Sitio Web
Tendencias21
El tiempo de reacción a un evento estocástico (no determinista)
es proporcional al recíproco de su probabilidad.
Imagen: Georgios Michalareas.
Max Planck Institute for Empirical Aesthetics.
Un modelo
de pensamiento rápido
y la lógica
difusa procesan la probabilidad.
El cerebro recurre a un sistema de pensamiento rápido
para calcular la
probabilidad de que algo ocurra
y cuándo tendrá
lugar.
Realiza cálculos
complejos de forma intuitiva
gracias a la
lógica difusa...
El cerebro dispone de un
sofisticado sistema para anticipar el futuro:
necesita prepararnos
para reaccionar ante cualquier eventualidad y, según una
investigación realizada en el Instituto Max Planck (Alemania),
lo consigue de forma rápida y con un consumo mínimo de energía.
Saber lo que va a pasar,
ya sea inmediatamente o algo más tarde, es un factor crítico para la
supervivencia, pero también algo cotidiano:
necesitamos saber si
va a llover mañana o estamos atentos al disparo que anuncia la
salida en una carrera deportiva...
De forma no consciente,
el cerebro realiza matemáticas complejas para procesar la
información que procede del entorno a través de los sentidos.
Pero cuando se enfrenta a la eventualidad de prepararnos para el
futuro, apura sus cálculos:
no solo necesita
saber qué va a ocurrir, sino también, y no menos
importante, cuándo...
La nueva investigación ha
descubierto cómo se las ingenia el cerebro para anticipar el futuro,
ya sea en circunstancias normales o excepcionales:
recurre a un sistema
de pensamiento rápido y a la lógica difusa para que reaccionemos
adecuadamente.
Pensamiento
rápido y lógica borrosa
El sistema de pensamiento rápido es la forma más corriente que usa
el cerebro para procesar información.
Es instantáneo y
consume muy poca energía.
Es el sistema
intuitivo y emocional.
Descrito por primera vez
en 2011 por el Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, este
sistema nos permite, por ejemplo, saber que una cosa está más cerca
que otra, caminar sin fijarnos, detectar alegría en la expresión de
una persona, o leer, sin pretenderlo, un mensaje publicitario
sencillo.
El cerebro recurre también a la
lógica borrosa o difusa, una
propiedad que es muy difícil de replicar informáticamente, pero que
permite procesar información a partir de datos imprecisos:
por ejemplo, cómo va
a ocurrir algo y cuándo...
La lógica borrosa regula
también la mayor parte de nuestras vidas:
frecuentemente
recibimos instrucciones como "gira un poco más a la derecha" y
"no vayas tan rápido".
Gracias a la lógica
borrosa, nadie nos dirá:
"muévete 28 cm en
rumbo verdadero de 136º"
"reduce en 3,8 metros
por segundo tu velocidad".
Aunque esos enunciados
son genéricos, somos capaces de reaccionar con precisión y ajustar
la marcha del coche en el sentido pretendido.
Densidad de
probabilidad
Los investigadores del Instituto Max Planck han descubierto
además que el cerebro se vale un modelo de pensamiento rápido
llamado
función de densidad de probabilidad
(FDP o PDF en inglés) para anticipar el futuro.
Este modelo permite al cerebro precisar con exactitud lo que va a
pasar y cuándo. Asume que va a ocurrir independientemente del
momento y realiza una estimación de cuándo va a tener lugar.
Distribuye la probabilidad de ocurrencia a través del tiempo en que
puede producirse, para obtener una mayor seguridad en la precisión y
disipar así la incertidumbre:
ha determinado que el
tiempo de reacción a un evento estocástico (no determinista) es
proporcional al recíproco de su probabilidad.
Así nos prepara para
cualquier eventualidad presente o futura, ya sea que la información
sensorial proceda de la visión, de la audición o del sistema
somato-sensorial, que procesa estímulos relacionados con,
Entresijos
cerebrales
El éxito del cerebro en la anticipación del futuro no depende solo
del modelo utilizado, sino de la selección previa que ha debido
realizar para cumplir su cometido.
- En primer
lugar, eligió el modelo de pensamiento rápido frente al modelo
de pensamiento lento, también descrito por Kahneman.
Este segundo modelo es lógico y deliberativo, funciona muy
despacio y consume mucha energía. Asociado a la experiencia, lo
usamos para actividades mentales difíciles como los cálculos
matemáticos complejos.
Cuando va a anticipar el futuro, el cerebro descarta este modelo
y prefiere el sistema de pensamiento rápido porque lo que prima
es acertar con rapidez algo que puede ocurrir.
- En segundo
lugar, el cerebro debió elegir también entre el modelo de
pensamiento rápido llamado función de densidad de probabilidad y
una alternativa también disponible:
el modelo tasa de
riesgo, más conocido por su expresión inglesa Hazard ratio.
Cálculos
complejos
Este segundo modelo, empleado comúnmente para medir el riesgo
financiero, sirve para calcular la probabilidad solo ante una
situación inminente.
Hasta ahora se creía que
era el usado por el cerebro para anticipar el futuro.
La nueva investigación ha comprobado sin embargo que el cerebro
escoge la función de densidad de probabilidad porque le
permite añadir a la información de qué va a ocurrir, el cuándo
tendrá lugar.
Por último algo no menos sorprendente:
a pesar de que el
cerebro escoge un sistema de pensamiento rápido para anticipar
el futuro, calcula algo muy complejo (el factor tiempo a través
de la probabilidad), una función que corresponde al sistema de
pensamiento lento.
Lo consigue a través de la lógica borrosa y confirma así que
este sistema de pensamiento rápido es muy eficaz.
Es tan potente que sirve
incluso para las tribus amazónicas que no conocen los números:
su sistema de
pensamiento rápido es capaz de procesar también una compleja
información de probabilidad tal como lo hace nuestro cerebro, a
pesar de que sus miembros no pueden saber si quiera la edad que
tienen.
Referencias
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