20
Febrero 2020
del
Sitio Web
Tendencias21
Versión similar en ingles
Escáneres cerebrales
Afecta a una
minoría
que no puede
desarrollar habilidades sociales
Las personas que tienen un comportamiento antisocial,
como el robo, la
agresión, la violencia, el acoso escolar,
la mentira o la
irresponsabilidad laboral o escolar,
tienen un
cerebro más pequeño y delgado
que les impide
desarrollar
habilidades
sociales...
Las personas que a lo largo de la vida tienen un comportamiento
antisocial, tienen un cerebro diferente al de las personas
integradas socialmente.
Lo ha descubierto una
investigación (Associations
between Life-course-persistent Antisocial Behaviour and Brain
Structure in a population-representative longitudinal Birth Cohort)
desarrollada en el University College de Londres (UCL) y
publicada en la revista The Lancet Psychiatry.
La diferencia se refiere por un lado a la extensión del cerebro, que
es menor en estas personas:
tienen 78 regiones
cerebrales menos que las personas socialmente integradas.
Su corteza cerebral, que es la región en la que se procesa la
percepción, la imaginación, el pensamiento, el juicio y la
decisión, es también más delgada que la de las personas
socialmente integradas.
Es decir, las personas
que tienen un comportamiento antisocial, como,
...tienen un cerebro más
pequeño y delgado que las demás personas.
Esta investigación proporciona la primera evidencia sólida de que el
comportamiento antisocial prolongado está relacionado con
diferencias neuropsicológicas subyacentes.
El matiz es importante porque el estudio ha podido establecer que
esta diferencia cerebral solo afecta a las personas que manifiestan
un comportamiento antisocial a lo largo de su vida.
Sus conclusiones excluyen expresamente,
a los adolescentes,
ya que en esta etapa de la vida es corriente que se produzcan
comportamientos antisociales que no tienen relación alguna con
la arquitectura cerebral, sino con el proceso de maduración
psicológica.
Imagen de Wokandapix
Pixabay
Metodología
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron
escáneres cerebrales obtenidos por resonancia magnética de 672
participantes, de 45 años de edad, involucrados el
Estudio Dunedin en Nueva
Zelanda, que han estado participando en la investigación desde su
nacimiento.
El Estudio Dunedin empezó entre los años 1972 y 1973 en el
hospital Queen Mary de la ciudad neozelandesa de Dunedin para
investigar la salud humana, el desarrollo y comportamiento a lo
largo de la vida de una persona.
Ha hecho un seguimiento longitudinal de una cohorte de 1.037
niños, con el objetivo de analizar si realmente se pueden predecir
ciertas características físicas y psicológicas de un individuo o
factores drogodependientes, teniendo en cuenta la transmisión
genética y otros factores.
El nuevo estudio se centró solo en una parte de esa cohorte de
participantes en función de su edad actual y tuvo en cuenta informes
de padres, cuidadores y maestros, así como relatos de sus
protagonistas, sobre problemas de conducta entre los siete y los 26
años de edad.
En función la información así obtenida, todos los participantes
fueron divididos en tres grupos diferentes según su comportamiento.
El primer grupo
estaba formado por 80 personas (el 12% del total) que
manifestaban un comportamiento antisocial a lo largo de toda su
vida.
El segundo grupo, integrado de 151 personas (el 23% del total),
solo había manifestado comportamiento antisocial en la
adolescencia.
El tercer grupo y más numeroso, formado por 441 personas (el 66%
del total) no habían manifestado comportamiento social
persistente en ningún momento de sus vidas.
Comparativa
cerebral
A continuación analizaron los
escáneres cerebrales de todos ellos
para medir y comparar el grosor medio de la corteza, así como la
dimensión de la superficie cortical (de la materia gris), de los
tres grupos catalogados.
Fue así como descubrieron la diferente arquitectura cerebral de las
personas con comportamiento antisocial, así como que los
adolescentes que tenían estos comportamientos no muestran
diferencias significativas respecto a los antisociales.
El estudio confirma anteriores investigaciones, según las cuales,
el comportamiento
antisocial es más frecuente en la adolescencia, antes de que las
personas maduren, y confirma que sus cerebros no están
diferenciados en esta etapa de la vida.
Corrobora también que las
personas que mantienen un comportamiento antisocial a lo largo de la
vida son una minoría (el 12% de la población, según este estudio).
La conclusión de los investigadores es que, debido a esta anatomía
cerebral específica, este grupo de población tiene problemas para
desarrollar las habilidades sociales que les permitirían integrarse
y evitar comportamientos antisociales.
Nueva mirada
sobre la delincuencia juvenil
Los investigadores consideran que sus hallazgos pueden tener
implicaciones en la forma en que tratamos a los delincuentes
juveniles.
Frecuentemente, el
comportamiento antisocial en la adolescencia se diagnostica como
trastorno de conducta y añade mayor riesgo de marginación social
en las décadas siguientes.
La nueva investigación
añade un nuevo elemento a tener en cuenta a la hora de valorar los
comportamientos antisociales en la adolescencia:
la arquitectura
cerebral.
Advierte sin embargo que
el mero uso de imágenes cerebrales para determinar el posible origen
del comportamiento antisocial en la adolescencia no puede ser
concluyente, ya que las diferencias en la estructura cerebral no son
suficientemente sólidas todavía para aplicarse a nivel individual.
Diversos estudios anteriores han establecido asimismo que existiría
un condicionamiento genético que predispone a
desarrollar la agresividad o la tendencia al acoso, entre otras
actitudes antisociales, un factor a tener en cuenta también a la
hora de analizar el problema...
Referencia
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