por Bernhard Guenther 05 Junio 2016 del Sitio Web VeilOfReality
traducción de
Adela Kaufmann
La intimidad a menudo es confundida únicamente con la cercanía física:
Sin embargo, si no hay intimidad emocional (como en las relaciones emocionales) y una sensación de seguridad en una relación, entonces la intimidad física solo puede llegar hasta allí.
Para poder abrirnos verdaderamente a un compañero y profundizar debemos sentirnos seguros para poder compartir intimidad emocional, nuestros miedos, errores y dolores y recibirnos mutuamente con compasión y empatía.
Para
muchas personas, la intimidad física es más fácil que la intimidad
emocional. Para otros es al revés. Muchas veces las personas evitan
la intimidad emocional centrándose en la intimidad física, el uso
del sexo para amortiguar su vulnerabilidad.
Si no nos sentimos cómodos con nuestra propia vulnerabilidad, no podemos recibir la vulnerabilidad de otra persona por completo y la intimidad emocional se bloquea.
No
importa cuán caliente sea el sexo y cuán grande sea la intimidad
física, si no desarrollamos o tenemos intimidad emocional y la
seguridad para expresarnos de esa manera, una relación no puede ir
tan lejos.
Nuestro cuerpo nos da constantemente pistas sobre lo que es seguro para nosotros y lo que no. Mientras más estemos en contacto con nuestros cuerpos, más podremos recibir estos mensajes, lo que también nos pone en contacto con nuestra vulnerabilidad.
Es importante escuchar estas sensaciones corporales que van más allá de los simples sentimientos sexuales. Muy a menudo están enterrados bajo capas de "armaduras".
Es
fácil racionalizar estas sensaciones más profundas, juzgándonos a
nosotros mismos por no abrirnos cuando no nos sentimos seguros. No
escuches a la mente, confía en tu cuerpo y no te juzgues por lo que
sientes.
Pero
antes de que podamos recibir a otra persona así, o incluso
expresarnos de esa manera, debemos ser capaces de ser compasivos con
nosotros mismos y amarnos a nosotros mismos, la oscuridad y la luz,
sin inflarnos ni disminuirnos.
Algunas veces buscamos inconscientemente un "salvador" en un compañero, pero es una proyección de lo que hemos negado o evitado darnos a nosotros mismos:
Un sano amor propio, vulnerabilidad y seguridad interna.
Antes de que podamos desarrollar una confianza más profunda con un compañero, debemos ser capaces de confiar en nosotros mismos y en las pistas más profundas que nuestros cuerpos nos están dando.
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