por Lola Pelayo Arcos
20 Diciembre
2016
del
Sitio Web
AlmaNatura
Todo pensamiento
provoca un sentimiento y una
actitud
que mueve nuestras conductas,
su influencia construye
caminos.
¿Lo habías pensado?
Las palabras son esos sonidos con los que construimos nuestros
pensamientos.
Los verbos son esas
palabras o sonidos con las que expresamos nuestras acciones. Fíjate
qué importante.
En las conferencias y
talleres en los que comparto mi visión sobre la todopoderosa
comunicación, me suelo referir a tres verbos muy concretos: pensar,
sentir y hacer, y a la capacidad de esos tres verbos para albergar
todas las acciones humanas e influir en ellas. En todas...
Las acciones de esos tres verbos están íntimamente relacionadas y se
repercuten mutuamente. Quiere decir que nuestros pensamientos
influyen directamente en nuestros sentimientos y éstos condicionan
nuestras acciones, o sea, nuestras conductas.
Dicho de otra forma, pensar es la creencia o pensamiento que genera
la actitud o predisposición con la que afrontamos las cosas; sentir
es la emoción agradable o desagradable que impulsa en nosotros unas
conductas u otras; y hacer es la conducta que elegimos.
El proceso
emocional
La neurociencia ha establecido que lo primero que experimentamos
ante un estímulo concreto es una emoción básica, y que a medida que
racionalizamos esa emoción buscando más datos e información
almacenada en
nuestro cerebro, construimos el
sentimiento.
Esto lo expresa bien una
fórmula útil pero poco matemática: emoción más sentimiento es igual
a sentimiento.
Esta fórmula nos brinda, entre otras muchísimas cosas, una preciada
brújula para estar alertas ante los pensamientos con los que
construimos nuestros sentimientos, porque esos sentimientos van a
definir la actitud con la que afrontamos todas y cada una de las
situaciones de la vida.
Pensamiento y
actitud
Así que todo pensamiento provoca un sentimiento y una actitud que
mueve nuestras conductas.
Podemos identificar esta
secuencia lógica en nuestro día a día.
Por ejemplo:
si pensamos que no
hay suficiente empleo para todos, un sentimiento que seguramente
me va a provocar es miedo a que los demás estén más preparados
que yo, y por tanto me limité a inscribirme en las ofertas de
trabajo que se ajustan cien por cien a mi perfil.
Otro ejemplo:
si pensamos que es
muy difícil montar tu propia empresa, posiblemente el
sentimiento que te genere sea miedo y algo de frustración o
pereza, impulsando actitudes poco resolutivas de cara a
emprender.
Parece lógico que
modificar actitudes se base en modificar pensamientos. Eso es lo más
rápido...
Aunque también ocurre que
cambiando conductas terminemos cambiando determinados pensamientos.
Es algo más lento y seguramente con un coste emocional más alto.
Pensadlo. Se me viene a la cabeza el ejemplo de una persona con
miedo a hablar en público.
Habría dos caminos para
afrontar ese cambio cuando lo necesite:
uno trabajar en las
ideas que se le vienen a la cabeza cuando va a hablar en público
y terminan bloqueándola, para cambiar esos pensamientos.
La otra es simplemente
hablar en público cuantas más veces mejor. Esto también terminará
cambiando esas ideas que la bloqueaban, aunque lo pasará bastante
mal al principio.
Yo personalmente creo que depende de cada persona, y que casi
siempre resulta interesante empezar a trabajar en paralelo ambos
caminos.
Evitar los
pensamientos que no nos apoyan
Es una obviedad importante de recordar que una de las aplicaciones
más importantes de identificar los pensamientos que condicionan
nuestras conductas es apartar o evitar los que no nos apoyan.
Y digo que es importante
de recordar por muy obvio que parezca porque se nos olvida muy a
menudo.
De hecho, los pensamientos se automatizan, se convierten en hábitos
y saltan como resortes sin que podamos controlarlos, a no ser que
tomemos conciencia de ellos.
Y además de los pensamientos propios, están los colectivos, que son
casi tan potentes condicionando nuestras conductas como los
primeros:
los lunes son
horribles, ya se acabó lo bueno con el verano, sin dinero no
puedes hacer nada, la cosa está muy mala…
¿Te suenan?
Lo malo de todo esto es que no hay actitudes neutras:
o son positivas o son
negativas.
De hecho, en cuestión de
pensamientos, o estás a favor o estás en contra, y eso provoca en ti
emociones agradables o desagradables que condicionan tus conductas
bien o mal.
Así que todos los
pensamientos te afectan, ¿te has parado a mirar cuáles son?
Ejercicio de
autoconocimiento
Te propongo un ejercicio muy simple y práctico para identificar los
pensamientos que no te apoyan o incluso que te limitan.
Coge papel y lápiz, y
durante una semana o dos, dedícate a identificar cada noche al
terminar el día situaciones de ese día en las que no te sentiste
bien con lo que hiciste.
Déjate llevar e
identifica al menos una o dos situaciones cada día apuntando de cada
una de ellas: qué pensaste, qué sentiste, qué hiciste. Por separado,
y en ese orden...
Seguro que a la vuelta de dos semanas, simplemente con mirar tu
lista, lograrás conclusiones propias muy edificantes.
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