por Jennifer Delgado
...observó el escritor
estadounidense Kurt Vonnegut refiriéndose a que, en cualquier
momento, las buenas noticias se pueden convertir en malas y
viceversa, ya que cada situación contiene la semilla opuesta.
Aún así, la mayoría de nosotros no podemos evitar pensar en términos de pérdidas o ganancias, de bueno o malo.
Tenemos un pensamiento dicotómico y, como tal, necesitamos catalogarlo todo en fenómenos opuestos, a poder ser relacionados con nosotros mismos.
Por tanto, pensamos que todos los sucesos pueden ser beneficiosos o perjudiciales.
Por eso, pasamos la mayor
parte del tiempo preocupándonos por la posibilidad de que ocurran
eventos que consideramos negativos y perjudiciales, pérdidas
potenciales impulsadas por lo que percibimos como "malas noticias".
...se sustenta,
fundamentalmente, en preocupaciones por cosas que jamás sucederán
En otras palabras:
Y esas preocupaciones alimentan miedos presentes o augurados, manifiestos u ocultos, genuinos o supuestos...
La Internet ha agravado aún más esta situación. El hecho de estar permanentemente conectados, sabiendo lo que sucede en todos los rincones del mundo, genera una ansiedad difícil de soportar.
Estar al tanto de todas las catástrofes y adversidades que suceden en cada rincón del planeta sume a nuestra mente, ya de por sí propensa al catastrofismo, en un estado de auténtico delirio.
Al respecto, el sociólogo Zygmunt Bauman explicó:
Esto nos revela una verdad tan evidente como difícil de asumir:
El antídoto de Séneca
para liberarnos de las preocupaciones inútiles
Explicaba:
Se refería a que nuestra mente se encuentra a caballo continuamente entre el pasado y el futuro, entre los errores y desastres que vivimos y los errores y desastres que podrían acaecernos.
De hecho, en su correspondencia con su amigo Lucilius, publicada más tarde como "Cartas de un Estoico" llegó a la conclusión de que:
Luego, con la vista puesta en el hábito humano, a menudo autodestructivo y agotador de prepararnos para un desastre imaginario, nos aconseja:
Por supuesto, es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
Séneca lo sabía, por eso también analizó la diferencia entre las preocupaciones razonables y las irracionales, mostrándonos la inutilidad de malgastar nuestra energía mental y emocional en estas últimas, perfilando además un camino a seguir:
Séneca se esmeró especialmente en advertirnos de que el mayor peligro de la preocupación permanente es que nos mantiene siempre tensos, en guardia contra una catástrofe imaginaria, impidiéndonos vivir plenamente el momento presente.
Por eso, su antídoto para aliviar la ansiedad y deshacernos de las preocupaciones es:
Por tanto, la clave está en vivir aquí y ahora, sin desarrollar deseos que nos vuelvan excesivamente expectantes y generen incertidumbre por el futuro.
Si nos preocupamos hoy
por convertirnos en personas más resilientes y echar en la mochila
de la vida las herramientas psicológicas que podríamos necesitar, el
futuro no debería preocuparnos demasiado, sea cual sea...
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