11 Abril 2018

del Sitio Web Feminiza

 

 

 

 

 

 

Una investigación reciente (A Neural Link between Generosity and Happiness) de la Universidad de Zúrich muestra que la generosidad hace que la gente sea más feliz, incluso si solo somos un poco generosos.

 

Sin embargo, las personas que actúan únicamente por interés propio son menos felices.

Y es que este estudio ha comprobado que ser generosos provoca un cambio en nuestros cerebros que nos hace más felices. Los resultados proporcionan una idea de la interacción entre el altruismo y la felicidad.

 

Hacer algo bueno para otra persona proporciona una sensación agradable que los estudiosos del comportamiento llaman un "resplandor cálido".

 

En colaboración con investigadores internacionales, Philippe Tobler y Ernst Fehr, del Departamento de Economía de la Universidad de Zúrich, han investigado cómo las áreas cerebrales se comunican para producir este sentimiento.

 

 

 

 

No hay necesidad para el 'martirio'

 

En sus experimentos, los investigadores encontraron que las personas que se comportaban generosamente eran más felices que aquellos que se comportaban de manera egoísta.

 

Sin embargo, el ser más generosos no influía en el aumento de la satisfacción.

"No necesitas convertirte en un mártir abnegado para sentirte más feliz. Solo con ser un poco más generoso es suficiente ", dice Philippe Tobler.

Antes de que comenzara el experimento, algunos de los participantes del estudio se habían comprometido verbalmente a comportarse generosamente con otras personas.

 

Este grupo estaba dispuesto a aceptar mayores costos para hacer algo bueno por otra persona.

 

Y los resultados comprobaron que se sintieron más felices después de su comportamiento generoso (pero no antes) que el grupo de control, que se había comprometido a comportarse generosamente solo consigo mismos.

 

 

 

 

El experimento

 

Al comienzo del experimento, a los 50 participantes se les prometió una suma de dinero que recibirían en las próximas semanas y que debían gastar.

 

La mitad de los participantes del estudio se comprometieron a gastar el dinero en alguien que conocían (grupo experimental, promesa de generosidad), mientras que la otra mitad se comprometió a gastar el dinero en ellos mismos (grupo de control).

 

Posteriormente, todos los participantes del estudio tomaron una serie de decisiones con respecto al comportamiento generoso, es decir, a quién dar el dinero y cuánto. El tamaño del regalo y el costo del mismo variaron de unos a otros.

 

Mientras los participantes del estudio tomaban estas decisiones, los investigadores midieron la actividad en tres áreas del cerebro.

 

A los participantes se les preguntó acerca de su felicidad antes y después del experimento.

 

 

 

 

Las tres áreas cerebrales estudiadas

 

Mientras los participantes del estudio tomaban la decisión de comportarse o no comportarse de manera generosa, los investigadores examinaron la actividad en tres áreas del cerebro de los participantes:

  1. La unión temporoparietal (donde se procesa el comportamiento prosocial y la generosidad)

     

  2. El cuerpo estriado ventral (que está asociado con la felicidad)

     

  3. La corteza orbitofrontal (donde sopesamos los pros y los contras durante los procesos de toma de decisiones)

Estas tres áreas del cerebro interactuaron de manera diferente dependiendo de si los participantes del estudio se habían comprometido con la generosidad o el egoísmo.

 

Así, los investigadores comprobaron que, simplemente prometiendo comportarse generosamente, se activó el área altruista del cerebro y se intensificó la interacción entre esta área y el área asociada con la felicidad.

"Es notable que la intención por sí sola genera un cambio neuronal antes de que la acción se implemente realmente", dice Tobler.

 

"Prometer comportarse generosamente podría usarse como una estrategia para reforzar el comportamiento deseado, por un lado, y para sentirse más feliz, por el otro".

Soyoung Park agrega:

"Todavía hay algunas preguntas abiertas, como:

¿Se puede entrenar y fortalecer la comunicación entre estas regiones cerebrales?

 

Si es así, ¿cómo?

 

Y, ¿el efecto dura cuando se usa deliberadamente, es decir, si una persona solo se comporta generosamente para sentirse más feliz?".

Muchas dudas que otros estudios deberán resolver pero, por el momento, sabemos con seguridad que ser generosos y altruistas (incluso pensar en serlo) nos hace más felices, lo que se nota en nuestra actividad cerebral.

 

 

 

 

Fuente