por Valeria Sabater
06 Octubre 2018
del Sitio Web LaMenteEsMaravillosa


 






Ser como el bambú

implica trabajar nuestro yo interno,

invertir en resiliencia y no tener miedo

a "doblarnos" de vez en cuando:

al final volveremos a nuestra posición

con mayor fuerza.




Ser como el bambú implica acercarnos a una sabiduría milenaria inscrita en la propia naturaleza.

 

Es comprender que el cuidado interno requiere tiempo y paciencia, y no importa lo fuerte que nos golpee el viento o la tormenta, porque hemos aprendido a ser flexibles y ante todo, resistentes.

Es probable que en todo el reino vegetal no haya planta más llamativa y llena de misticismo que el bambú. Hay cerca de 1500 especies, y algunas de ellas pueden alcanzar los 40 metros de altura.

 

Existe una variedad cuyas flores germinan una vez cada 120 años. Aún más, se sabe incluso que el bambú libera un alto nivel de oxígeno a la atmósfera y absorbe a su vez más dióxido de carbono que muchas otras plantas.

Su crecimiento, resistencia y su poder beneficioso para el planeta, han hecho de esta planta toda una referencia de inspiración para múltiples prácticas filosóficas, espirituales y también psicológicas.

 

Dicen del bambú que en él habita un código secreto, una fórmula singular que la naturaleza le regaló para hacer de él una especie tan bella como resistente.

En China, por ejemplo, esta planta forma parte de lo que se conoce como Los Cuatro Nobles.

 

Representan a las especies más especiales y simbólicas de esta cultura, esas conformadas por el ciruelo, la orquídea, el bambú y el crisantemo. Cada una de ellas representa a su vez una estación, ahí donde el bambú vendría a contener la fuerza, la lozanía y hermosura del verano.

El bambú contiene en sus semillas el poder del triunfo y el poder. Cuando logra tocar el cielo, no importa si la desgracia cae sobre él y alguien lo corta.

 

Él volverá a crecer para acariciar nuevamente la cumbre.
 



 

 

 


Ser como el bambú, la clave de la felicidad

La naturaleza es muy a menudo nuestra mejor inspiración.

 

Si los egipcios erigieron gran parte de su cosmogonía observando los astros, sus movimientos, cambios y misterios, tal vez sea momento de llevar nuestra mirada a la propia naturaleza para acercarnos al sentido auténtico de la felicidad.

Ser como el bambú implica tomar ejemplo de sus características.

 

Las mismas que pueden ayudarnos a desarrollar dos dimensiones esenciales para sobrellevar con éxito cualquier dificultad:

la resistencia y la flexibilidad.

Veamos no obstante en detalle, todas esas virtudes excepcionales de esta maravilla de la naturaleza.

 

 

 


Tiempo y paciencia

Admitámoslo, somos esa sociedad alérgica a la paciencia.

 

Nos hemos acostumbrado a la inmediatez, a esa notificación que nos avisa de un mensaje o de una noticia que ya ha dado la vuelta al mundo en menos de un minuto. Somos también esas personas que acuden al médico por un resfriado o una gripe pidiendo un antibiótico.

 

Queremos reponernos pronto, lo antes posible.

Queremos soluciones rápidas olvidando a veces que el cuerpo, solo necesita tiempo para restablecerse, para recuperar la vitalidad en medio de estos tiempos tan exigentes.

Ser como el bambú implica invertir en paciencia. Significa recordar que esta planta tarda cerca de 7 años en germinar. Durante ese tiempo trabaja su “yo interno”.

 

Acondiciona sus raíces, absorbe nutrientes y se prepara.

 

Así, una vez emerge del suelo hasta el exterior para ver la luz, nada detiene su crecimiento, es imparable y magnífico, llegando a crecer a veces hasta un metro en un día.

 


 

 

 


Llegar alto, un derecho de todos

A menudo suele decirse aquello de 'los límites los marcamos nosotros mismos'.

 

Bien, queda claro que en ocasiones no siempre es posible sortear ciertas dimensiones o alcanzar determinados objetivos. Nuestra sociedad tiene barreras y tiene filtros, condicionantes que a menudo limitan alguno de nuestro sueños.

Ser como el bambú significa también recordar que tenemos derecho a crecer alto. Pueden existir enemigos alrededor, acontecimientos que bloqueen ese acenso personal.

 

Sin embargo, si hay algo que no debemos perder de vista es la inmensidad del cielo y su abanico de posibilidades, además del propio potencial para seguir creciendo cada día.
 

 


 

 

 


Flexible y resistente ante toda adversidad

El bambú puede estar en grupo o en solitario.

 

Puede crecer en diferentes regiones del planeta, alcanzar 20 o 40 metros de altura, conformar densísimos bosques o alzarse a modo de columna con un diámetro en su tronco cercano a un metro.

 

Sea como sea su crecimiento o disposición, hay algo que nunca cambia:

su resistencia y flexibilidad.

Se sabe incluso que han soportado terremotos de grandes magnitudes.

 

Es más, tampoco importa que se corten sus tallos, porque ser como el bambú implica regenerarse, curarse y crecer de nuevo con una fortaleza superior e imparable.


Esos 7 años de crecimiento bajo tierra extendiendo raíces y asegurando con firmeza su cuerpo, hacen posible el milagro de esta planta excepcional.

Ser como el bambú,

  • significa tener una actitud resiliente ante la vida

     

  • implica aceptar que en ocasiones, la adversidad puede doblegarnos

Sin embargo, cuando nuestra actitud es fuerte, volveremos sin duda a nuestra posición original, con mayor brío, con mayor hermosura y admirable entereza...