por Rubén Torres
21 Abril
2018
del Sitio Web
LaCosechaDeAlmas
El modo de vida consumista nos ha empujado muchas veces a acumular
de forma innecesaria objetos, que o bien guardan un valor material,
o un valor sentimental.
En ambos casos, acumular
y guardar esos objetos como un tesoro nos puede perjudicar de
diferentes modos, dejando bloqueados fragmentos de nuestra energía
ligadas a esa materia por siempre.
La energía debe estar en constante fluctuación; somos una fuente
energética, pero también formamos parte y complementamos el flujo
energético general, que hay en el planeta y las diferentes energías
llegadas desde fuera.
Formamos parte de una red
de energías, y estamos participando de forma pasiva, formando parte
de esta red.
Nuestra armonía y salud, nacen en gran parte por mantener este
equilibrio constante, dejando que la energía entre y salga
nutriéndonos y a la vez enriqueciéndola, de este modo formamos parte
de una conciencia colectiva, esta energía no solo nos mantiene, sino
que en ella compartimos nuestra experiencia, nuestro conocimiento,
forma parte de esa frecuencia que nos mantiene en un nivel
vibratorio definido y constante, todos a un mismo ritmo.
Toda energía que es acumulada acaba por corromperse, al igual que la
materia, de la cual forma parte.
Para entenderlo mejor, la
energía se comporta muy parecido a como lo hace el viento o el agua,
sus flujos son puros mientras están en constante movimiento,
estancarlos provoca que se vicien y se corrompan.
Igual que no es sano,
consumir agua estancada, tampoco es bueno acumular energía corrupta.
Hay distintas formas en el que acumular objetos y ligar cierta
emociones a esos objetos, lo que al hacerlo encapsulamos energía en
ellos, y sin querer acumulamos lastres que nos impiden avanzar, y a
la larga nos acaban enfermando.
Objetos con valor sentimental, ligados a emociones y recuerdos,
situaciones y personas.
Antiguas parejas,
familiares fallecidos, compañeros o amigos, en esos objetos
depositamos una energía emocional que queda ligada a nosotros, una
energía que queda atrapada y va corrompiéndose a medida que pasa el
tiempo.
También objetos con valor material (que incluso pueden tener además
valor sentimental) son acumulados, considerados quizás riqueza...
En ellos depositamos
también nuestra energía ya que creemos que forman parte de nuestra
estabilidad económica y social; con ellos ocurre de igual modo:
cuanto mas acumulemos
peor para nosotros, ya que la energía viciada y corrupta, nos
corrompe también a nosotros y revertirlo se complica cuanto más
se alarga esta situación.
De igual modo pasa con
aquellos que acumulan objetos sin valor, por si en algún momento los
necesitasen, parecido a lo que ocurriría con un
síndrome de Diógenes.
El modo idóneo de desbloquear esta energía, purificarla y permitirla
que vuelva a fluir, es deshaciéndonos de esos objetos.
Primero soltando la emoción o el sentimiento que nos liga a ellos,
entendiendo que son solo objetos, cosas muchas veces sin valor real,
sino que son solo los recuerdos y las emociones que forman parte de
nuestro pasado junto a otras personas, de las cuales no nos hemos
despedido, o no queremos dejarlos ir.
No podemos ser posesivos,
hay que aceptar las situaciones y sus consecuencias, permitir y
soltar, nunca las despedidas son para siempre, todo tiene su momento
y ya fue disfrutado.
Obcecarnos en poseer y
guardar cosas para tener un recuerdo perenne de una persona, no nos
ayuda en nada.
Una vez hemos comprendido, soltemos esa emoción bloqueada, y estemos
dispuestos a deshacernos de esa materia libre de energía emocional,
lo siguiente es ver si a ese objeto se le puede dar un uso práctico;
si es así dónalo a quien lo pueda necesitar, y así dejamos ayudamos
a dejar ir cualquier resto energético y emocional, es como una
despedida simbólica, de este modo queda purificado.
Si el objeto no tiene un uso práctico y no puede ser donado, lo
mejor es hacer una despedida simbólica, y destruir ese objeto; si no
lo podemos hacer personalmente, es que aún quedan emociones que
soltar y no hay una intención clara de hacerlo.
Es importante que este gesto sea sincero y que tu intención sea
verdaderamente la de soltar y dejar ir, no solo aquellos
sentimientos, sino a la persona a la cual nos recuerda ese objeto, y
las emociones ligadas, en esto no valen las apariencias, todo ha de
ser fruto de una intención sincera y verdadera de liberar todo eso
que te liga a esos objetos.
Es igual de importante que ninguno de esos objetos quede en nuestra
memoria, creándonos algún tipo de melancolía, arrepentimiento o
pesar por la perdida, lo cual sería peor.
Este procedimiento simple y sencillo es muy útil, para deshacernos
de todo aquello que nos lastra; los resultados son visibles en poco
tiempo, y es fácil notar como nos vamos encontrando mejor y mejor
cada vez, y cuanto más soltemos, mejor estaremos.
Dale un uso a las cosas y sino, permite que otros les den uso, es
inútil acumular y acumular porque nosotros mismos seremos los
perjudicados.
Todo tiene su medida, no
se trata de vivir de forma espartana, sino de ser prácticos, soltar
aquellos sentimientos y necesidades que no nos ayudan a avanzar, o
nos llenan de emociones negativas como la codicia o la
avaricia.
Con ello tienes una herramienta más, con la que encontrarte mejor y
sentirte más ligero de equipaje...
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