por Jennifer Delgado Suárez
11 Noviembre
2019
del Sitio Web
RinconPsicologia
Con el auge del narcisismo, la humildad parece haber sido relegada a
un segundo o tercer plano.
Muchas de las personas
que se han convertido en ídolos de las masas no resaltan
precisamente por su humildad sino más bien lo contrario:
suelen tener una
elevada dosis de egocentrismo que roza el narcisismo.
Como resultado, no es
extraño que las personas humildes terminen pareciéndonos un poco
extrañas, como si siguieran un ritmo de vida sincopado que casi
nadie entiende y mucho menos comparte.
Y sin embargo, la
humildad es uno de los valores más importantes para nuestro
bienestar psicológico.
La parábola
que revela el increíble valor de la humildad
Un fervoroso
meditador, después de pasar años concentrándose en un mantra,
pensó que había aprendido lo suficiente como para enseñar a
otros.
Aunque el alumno no
era muy humilde, los maestros del monasterio no estaban muy
preocupados, pensaban que con la madurez también llegaría la
humildad.
Tras algunos años de enseñanza exitosa, el meditador pensó que
ya nadie podría enseñarle nada; pero al enterarse de que un
importante maestro vivía en una cueva cercana, la oportunidad le
pareció demasiado emocionante como para dejarla pasar.
El maestro vivía solo en una isla en medio de un lago, por lo
que el meditador contrató a un barquero para que lo llevara. El
meditador se mostró respetuoso con el anciano maestro y,
mientras bebían té, le preguntó sobre su práctica espiritual.
El anciano dijo que no tenía una práctica espiritual, excepto
por un mantra que repetía todo el tiempo. El meditador se
mostró visiblemente complacido porque el ermitaño estaba usando
el mismo método que él.
Sin embargo, cuando
el maestro pronunció el mantra en voz alta, ¡el meditador
se horrorizó!
"¿Qué pasa?",
preguntó el maestro.
"No sé qué decir. ¡Me temo que has desperdiciado toda tu
vida! ¡Estás pronunciando el mantra incorrectamente!
"¡Oh, eso es terrible! ¿Cómo debería decirlo?", preguntó el
anciano.
El meditador
pronunció el mantra correctamente y el anciano maestro se
mostró agradecido.
Le pidió que lo
dejara solo para meditar de inmediato. En el camino de regreso,
el meditador pensó que se había convertido en un maestro
consumado y sintió pena por el ermitaño.
Pensó que había
tenido suerte con su llegada ya que así podría meditar con el
mantra correcto antes de morir.
Sin embargo, cuando el bote ya iba por la mitad del lago, el
barquero le indicó asombrado la llegada del anciano.
"Discúlpame, por
favor. He olvidado la pronunciación correcta del mantra.
¿Podrías repetirla?", le preguntó.
"Obviamente no lo necesitas", tartamudeó el meditador
asombrado por aquel milagro.
Pero el anciano
insistió tanto que el meditador volvió a repetírselo.
El maestro se alejó repitiendo el mantra con mucho
cuidado, lentamente, una y otra vez, mientras caminaba por la
superficie del agua de regreso a la isla.
Esta interesante parábola
nos habla de cómo a veces estamos demasiado llenos de nosotros
mismos como para aprender de los demás, de manera que
desperdiciamos oportunidades preciosas para crecer, solo porque
pensamos que estamos un nivel por encima del otro.
Y también nos habla de la
humildad que encierra la auténtica inteligencia y la confianza en
uno mismo, la humildad de la que nace la disposición a escuchar de
los demás.
¿Qué es la
humildad - y qué no es?
Muchas personas tienen un concepto erróneo de humildad asociándola
más con la humillación, que con la madurez y la grandeza.
De hecho, psicólogos de
la Universidad de Columbia Británica creen que existen dos tipos de
humildad.
- La
humildad abnegada o humillante es aquella que,
"proviene de los
fracasos personales, involucra una autoevaluación negativa y
acciones orientadas a esconder a los demás esa imagen; lo
cual genera una disposición a la vergüenza, una baja
autoestima y la sumisión", como apuntaron.
Obviamente, la
humildad que enaltece y libera no es esa.
¿Qué no es la
humildad?
-
No es dejar
que otros pasen continuamente delante de nosotros, en el
sentido literal o metafórico.
-
No es ser
víctimas del efecto felpudo y dejar que los demás nos
pisoteen.
-
No es
sacrificar constantemente nuestros intereses y
necesidades a los de los demás.
-
No es evitar
los conflictos a toda costa solo para ser amable.
-
No es ocultar
nuestros sentimientos o acallar nuestras opiniones para
estar de acuerdo con los otros.
- El otro
tipo de humildad, que estos psicólogos denominaron
"apreciativa" proviene de una autoestima sólida, por lo que nos
permite apreciar los logros de los demás sin experimentar
envidia.
Esa humildad consiste
en aceptarnos con nuestras habilidades y defectos, sin
vanagloriarnos de ellos.
El psicólogo Pelin
Kesebir de la Universidad de Colorado ha descubierto en sus
estudios que ser humilde implica tener,
un "ego tranquilo" y
"la voluntad de aceptar los límites del 'yo' y su lugar en el
gran esquema de las cosas".
En otras palabras, una
persona humilde sabe en qué es buena y en qué es mala y no busca
continuamente el elogio o la confirmación de los demás.
La persona humilde no
siente la necesidad de proclamar sus competencias y éxitos, no es
pretenciosa ni soberbia.
¿Cuál es la
clave de la humildad?
"Humildad no es
pensar que eres menos, es no creerte más", escribió el novelista
C. S. Lewis y ahora la ciencia le da la razón.
Psicólogos de la
Universidad de Duke realizaron un estudio muy interesante en el que,
según ellos, han descubierto la esencia o la cualidad más importante
de la humildad.
Estos investigadores
reclutaron a 419 personas y les pidieron que describieran sus
principales logros en la vida y que los compararan con los de los
demás.
Luego cada participante realizaba un test en el que se analizaban
diferentes características de personalidad, entre ellas la humildad.
Los investigadores también les preguntaron cómo pensaban que los
demás debían tratarlos en función del tipo de personas que eran y
los logros que habían conseguido.
Los psicólogos descubrieron que las personas que obtuvieron un
puntaje alto en humildad no eran diferentes a los demás en términos
de la importancia que le conferían a sus logros o competencias.
Lo que las distinguía
era una característica espacial a la que denominaron "no derecho
yóico".
O sea, las personas
humildes reconocían la importancia de sus logros y lo excepcional de
algunas de sus cualidades, pero aún así no creían merecer un
tratamiento especial.
La humildad
como experiencia de liberación personal
La humildad es, ante todo, una experiencia de liberación personal.
Ser humilde implica
renunciar a ciertos reflejos y patrones de pensamiento de
auto-grandeza que nos llevan, por una parte, a sentir la necesidad
de competir o impresionar a los demás y, por otra parte, a pensar
que tenemos derecho a recibir un trato de favor.
La humildad, al contrario, atenúa el impulso de oponerse o superar a
los demás, o de reaccionar de forma automática ante las amenazas
percibidas al sentido de uno mismo.
Despojarnos de esa
necesidad nos conduce a un estado de liberación interior porque
somos conscientes de que no tenemos que superarnos más que a
nosotros mismos.
La humildad implica una experiencia de crecimiento personal en la
que hemos desarrollado una seguridad tal que ya no necesitamos
ponernos por encima de los demás, pero tampoco nos ponemos por
debajo de ellos.
Significa que hemos
comprendido que todos estamos al mismo nivel, desde la persona
aparentemente más "importante" hasta la menos "importante", porque
todo aquello que nos separa y estratifica no son más que
construcciones sociales ficticias.
Ser humilde es, por
tanto, reconocer que somos tan valiosos como cualquiera, ni más ni
menos.
Cuando alcanzamos ese nivel de confianza y seguridad en nosotros
mismos,
nuestro ego se verá menos amenazado
y será menos reactivo, lo cual nos permitirá apreciar, alabar y
alentar a los demás.
Eso significa que
podremos mantener relaciones interpersonales más auténticas y
asertivas, como demostró un estudio realizado en la Universidad de
la Mancomunidad de Virginia.
Las personas se sentirán
afirmadas, apreciadas, alentadas, validadas y nutridas
emocionalmente, no sentirán que necesitan competir con nosotros.
Y eso también hará que se
muestren más auténticas.
La humildad es, como dijera Fritz Perls, ser conscientes de
que,
"yo soy yo y tú eres
tú; no estoy en este mundo para estar a la altura de tus
expectativas, y tú no estás en este mundo para estar a la altura
de las mías".
Y asumir esa idea puede
ser el acto más liberador de nuestra vida...
Fuentes
-
Banker, C. C. &
Leary, M. R. (2019) Hypo-Egoic Nonentitlement as a Feature
of Humility. Pers Soc Psychol Bull; 146167219875144.
-
Arreola, S.
(2019) A Story About a Man Who Was Forced to "Find Humility".
En: Medium.
-
Weidman, A. C.
et. Al. (2018) The psychological structure of humility. J
Pers Soc Psychol; 114(1): 153-178.
-
Kesebir, P.
(2014) A quiet ego quiets death anxiety: humility as an
existential anxiety buffer. J Pers Soc Psychol; 106(4):
610-623.
-
Davis, D. E. et.
Al. (2013) Humility and the Development and Repair of Social
Bonds: Two Longitudinal Studies. Self and Identity; 12(1):
58-77.
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