por Kingsley L. Dennis 02 Febrero 2020 del Sitio Web KingsleyDennis
reside no tanto en los eventos externos nunca antes vistos como en la indigencia ética y la enfermedad espiritual sin precedentes
que claramente
revelan"
Son tiempos en los cuales los individuos cuidan mucho más sus cuerpos y están obsesionados con la dieta y las nuevas tendencias saludables mientras que la obesidad es una epidemia.
Vivimos en medio de una combinación paradójica de jovialidad y miedo, de diversión y ansiedad, de euforia y desasosiego.
Se ha dicho que:
Esta cita describe
adecuadamente nuestra situación actual aunque su autor,
Paul Brunton, la publicó en
1952; no obstante, sigue siendo tan descarnadamente correcta en su
análisis de nuestros días como lo fue en su tiempo.
... y todo lo demás.
Las palabras "místico" y "espiritual" siguen siendo vagas y etéreas.
La gente siempre ha dependido del lenguaje para aportar guía y alimento. Pero en este ambiente mental, las palabras no son sino restos esqueléticos de la carne verdadera.
La crisis de nuestro tiempo ha aclarado poco y ha conseguido complicar casi todo lo demás para el resto de nosotros.
No hay hacia donde volverse en público para encontrar la verdad:
El resultado de todo ello
es que mucha gente no sabe cómo manejarlo y tiene dudas que crecen
dentro de sus mentes como una infección patológica.
Hay gran cantidad de formas de compensar esta carencia mediante un guruismo de "remedio inmediato":
Pero esto equivale a solucionar con comida basura un hambre más profundo.
Hoy día la verdadera batalla se libra más bien entre,
Muchos de los eventos que ocurren en el mundo son manifestaciones de asuntos que existen dentro de nosotros mismos.
La ira y la negatividad que tanto vemos en el mundo son una proyección del estado interno colectivo de la humanidad. Podemos manifestar tanto el ensueño como la pesadilla, y los compartimos en el estado de vigilia.
No basta con ser físicamente maduros:
Nuestras culturas y sociedades están desequilibradas porque pretenden gobernarse por leyes artificiales que ignoran la sabiduría atemporal que corresponde al desarrollo del ser humano.
Es una mentalidad dominante que promueve una visión del mundo corta de vista, miope, a la cual, en gran medida, solo le conciernen las ganancias físicas y el poder material:
Nuestras sociedades no tienen en cuenta el propósito humano y el sentido profundo de su existencia.
Nos conducen a vivir para trabajar, disfrutar mediante distracciones y, finalmente, morir con deudas e impuestos.
El mundo no es gobernado por la honradez o la equidad, sino por un arreglo asimétrico de la élite en el poder.
Las actualmente llamadas culturas modernas están cada vez más fragmentadas, o son como corrientes líquidas que ya no pueden identificarse o navegarse con precisión usando los signos, símbolos y significados antiguos.
Hasta cierto punto, la vida moderna comienza a disolverse para poder volver a ensamblarse.
Puede que, en efecto, esto forme parte de un proceso catártico necesario que la humanidad ha de atravesar antes de que las circunstancias mejoren.
Una característica de los tiempos actuales es que en el estado actual de las cosas todavía no se han materializado por completo nuevas formas de pensar y comportarse.
En otras palabras, no se
debe permitir que nada diferente - de otro mundo o transcendental -
reemplace la responsabilidad de nuestra rutina social cotidiana.
Pero las instituciones políticas no tienen modelos genuinos de eso, porque la mentalidad política dominante está anulada por una especie de psicosis.
La "felicidad" social es cualquier cosa que encaje en el particular sistema de creencias dominante de la época.
Y como puede verse, esta creencia, o narrativa dominante ha sido secuestrada por una psicosis colectiva a la cual he denominado la mente herida.
Como consecuencia de ello, actualmente las vidas personales corren el peligro de llegar a tener que ver menos con la experiencia real que con los restos de información que dejan tras de sí.
Hemos entrado en otra
pelea - otro combate social - donde la batalla se libra entre la
transparencia de nuestras vidas privadas internas y nuestra
identidad pública.
Según Jung, la "sombra" psicológica consiste en los aspectos infra-desarrollados e indeseables de uno mismo que tratamos de mantener ocultos; y aun así hay veces en las que somos incapaces de mantenerlos bajo control, o inconscientemente deseamos que se manifiesten.
La humanidad posee una imaginación tremenda para hacer tanto el bien como el mal; y esto puede estar separado por una línea más fina de lo que nos damos cuenta.
Como dice el aforismo:
Cada persona tiene que ejercitar la capacidad de detectar y reconocer esos deseos, sentimientos y pensamientos inconscientes que existen dentro.
El psicólogo americano Rollo May escribió una vez:
En pocas palabras, en estos tiempos tenemos que estar extremadamente atentos a lo que hay en nuestro interior.
Nuestras mentes - nuestro pensamiento y consciencia - son un objetivo y lo han sido durante mucho tiempo. En este último siglo esto se ha hecho más evidente, más público.
En los tiempos modernos cada vez nos quedamos más atrapados dentro de nuestras historias en torno a necesidades psicológicas y "pérdida del yo".
Quizás lo que necesitemos
sea reconocer que algunas personas están sufriendo lo que se
denomina "pérdida
del alma".
Clínicamente pueden ser diagnosticadas de "disociadas".
La depresión es otro síntoma de pérdida del alma, la cual puede asociarse a los traumas de la vida moderna: miedo, terror (guerra), incesto o violación, abuso doméstico. Todos ellos son estreses externos que genera la vida actual.
El terapeuta y educador John Bradshaw utiliza el término vergüenza tóxica que ve como una forma de alienación del yo, que causa "otredad".
En respuesta a ello, para llenar este vacío interno la gente puede volverse hacia fuentes externas. Carl Jung también se refería a la pérdida de alma en su trabajo psicológico.
Según el psicoterapeuta Robert Francis Johnson:
Es interesante que aquí Johnson hace referencia a "líderes heridos" que buscan nuestra conformidad mediante el lenguaje de la codicia ("respuestas económicas").
De manera similar, la prominente analista junguiana Marie von Franz escribe que:
¿No es una descripción de lo que mucha gente afronta actualmente? ¿Apatía, desgana, sensación de inutilidad, una vida sin alegría?
Claramente hay un
problema social tóxico, e indudablemente necesitamos una respuesta
metafísica.
Simplemente no podemos permitirnos fracasar, al menos a la larga. Pero el reconocimiento del humano como un ser en desarrollo no procederá inicialmente del mundo; y definitivamente no de las instituciones socioculturales y políticas.
Al principio solo provendrá del individuo, que es desde donde se debe alimentar el cambio genuino.
Ahora es un momento crucial para gestionar nuestros estados psicológicos, emocionales y físicos. Podemos sentir incertidumbre acerca del futuro, pero tenemos las tecnologías para transformar radicalmente nuestra era en algo sin precedentes.
Tenemos tanto tecnologías externas como lo que podrían llamarse "tecnologías del alma". Lo que somos se lo transmitimos a los demás.
Nos vemos compelidos no
solo a estar atentos conscientemente sino, lo que es crucial, tanto
a ser sensatos como a actuar plenamente con alma.
Se puede decir que en el presente existe un malestar metafísico. Aquellas personas que aspiran a un autodesarrollo interno aún son demasiado pocas.
Sin embargo, nunca se precisó una mayoría:
La humanidad está actualmente involucrada en un momento trascendente en el camino de su especie.
Sea o no reconocido, cada uno vive y participa en una realidad que existe sobre principios metafísicos profundos.
Justo ahora se trata de reconocer esta elección y decidir si actuar sobre ella.
No será fácil, debido a todos los obstáculos que los sistemas de gobierno asolados por la psicosis arrojarán sobre nosotros. Y aun así debe ser una fuerza de inquebrantable compromiso interno y autoconfianza genuina.
Cada persona debe elegir su libertad desde dentro.
El lugar real de la
libertad solo puede estar dentro del ser interno, y es en él donde
debemos colocar nuestra confianza.
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