12 Junio 2019
del Sitio Web
PijamaSurf
Georgina Vorano
La psicoanalista de
orientación lacaniana Georgina Vorano propone el término
"porno-ilusión" para señalar el imperativo de goce que fomenta la
cultura contemporánea, por el cual nos sentimos obligados a
disfrutar todo siempre
Desde la perspectiva de ciertos pensadores humanistas (por
calificarlos de cierto modo), una de las características
fundamentales de la cultura de nuestra época es la entrega a cierta
forma de goce inconsciente que se fomenta sistémicamente, pues sirve
a otros mecanismos sociales como la producción y el consumo de
bienes y servicios, por ejemplo.
Esta palabra, goce, podría parecer desde cierta perspectiva ambigua,
pues en el lenguaje común puede emplearse de diversas maneras,
algunas de ellas incluso un tanto ingenuas (como sinónimo de placer,
por ejemplo, o de disfrute).
Pero al menos en el caso de la
psicología y el psicoanálisis, la noción de goce tiene implicaciones
profundas y, de hecho, específicamente en el marco de los
desarrollos teóricos elaborados por
Jacques Lacan, el goce es uno
de los opuestos directos del placer.
¿En qué sentido?
En el hecho de que
mientras que el "principio del placer" (conceptualizado por
Sigmund Freud) se entiende como aquello en el ser humano que lo
impulsa a buscar, a preguntarse, a trabajar en pos de su deseo
y, en suma, a manifestar plenamente la energía de vida.
El goce en cambio es
aquella satisfacción que en apariencia nos brinda un cierto
grado de disfrute pero que en el fondo es estéril, es decir, se
agota en sí misma sin dar lugar a nada más.
La adicción,
al alcohol o a otras
sustancias, por ejemplo, las tardes dedicadas a "maratones" de
series o de películas, la "conquista" consuetudinaria de mujeres
(u hombres) con el solo propósito de tener encuentros sexuales
transitorios, la compra compulsiva de mercancías,
…en fin, la lista puede
ser extensa, porque mucho de lo que el sistema nos ofrece "hacer" es
en el fondo una forma de goce que, como decíamos, sirve a su vez a
propósitos específicos del sistema social en que vivimos.
Al respecto, podemos
citar este comentario que hizo Erich Fromm en ¿Tener o ser?:
Aquí sólo señalaré
que, en lo que al ocio se refiere, los automóviles, la
televisión, los viajes y el sexo son los principales objetos del
consumismo actual, y aunque los denominamos actividades de los
momentos de ocio, sería mejor llamarlos pasividades de los
momentos de ocio.
Aun en su brevedad, el
matiz que Fromm desliza al final de su comentario es muy
interesante, pues deja ver el carácter esencialmente pasivo del
goce:
aunque a primera
vista parezca que al ver una serie, al salir de compras, al
beber en exceso, etc., estamos haciendo algo, en realidad lo que
sucede es que de algún modo estamos siendo usados, de ahí la
pasividad que señala Fromm y que se refleja incluso en esta
forma de conjugación del verbo, la voz pasiva.
Podría decirse que
siempre que usamos el disfrute como evasión de nuestra propia
conciencia, estamos siendo usados de alguna manera por alguien más.
En ese sentido, la industria de la pornografía es desde hace tiempo
una de las que mejor representan la producción de goce que
caracteriza a nuestra época.
Además del hecho de que
en la pornografía el sexo - en el sentido amplio del término - se
convierte en mercancía, cabe destacar además que parte de su
concepto gira en torno a una especie de "imperativo de satisfacción"
en donde el posible placer de un encuentro sexual se relega en favor
de la compulsión a gozar.
Bajo esta tiranía
insaciable, la pornografía ha inventado formas cada vez más
inimaginables de prolongar el goce (como si, además, tampoco
estuviera permitido detenerlo).
Georgina Vorano, psicoanalista de orientación lacaniana, ha
bautizado este fenómeno como "porno-ilusión", un concepto que ella
define como,
un neologismo que
define la creencia de que las relaciones sexuales perfectas
existen y que se muestran en las pantallas.
No necesariamente en
películas pornográficas, sino en filmes comerciales o incluso en el
cine de autor.
En consecuencia, uno
puede sentir que no está a la altura de esos modelos.
Si bien la porno-ilusión podría ceñirse a términos eróticos, Vorano
expresa que también impacta en las creencias que se generan
culturalmente en torno al éxito personal, el estilo de vida
socialmente permitido e incluso el aspecto físico esperado en una
persona.
Fatiga y
vacío, los efectos de la porno-ilusión
Ante la búsqueda del placer extremo y perfecto las veinticuatro
horas del día, los siete días de la semana, algunas consecuencias
previsibles son,
la frustración, el
cansancio y el aburrimiento, tanto en un sentido físico como
emocional...
Una mezcla de fatiga y
vacío de vivir teniendo la obligación de disfrutar más y mejor, dado
que todo tiene que apasionarnos con locura, y la locura
implica una cantidad desbordante de energía que no parece fácil
tener en la forma de vida contemporánea.
Frente a ello, Vorano propone,
"recuperar momentos
de silencio, de pausa, de vacío",
...es decir, todo lo que
la dictadura del placer trata de evitar.
Porque así, sólo así, se
pueden encontrar,
"nuestras
diferencias, lo más personal de cada uno", ya que "la dictadura
del placer nos produce en serie, homogéneos, impidiendo
encontrar lo más personal de cada uno, el estilo."
Conoce más sobre la
propuesta de Vorano para lidiar con los efectos de la porno-ilusión
con el siguiente video:
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