del Sitio Web KingsleyDennis
el gobernante
del mundo por un día?
otra alternativa
que abolir la realidad!
cómo te las
arreglarías!
es irresistible.
Nuestro modo de vida materialista se está acelerando y expandiendo tan deprisa que está saturando nuestras culturas modernas hasta el punto de la abstracción.
La vida en las sociedades materialmente privilegiadas se está transformando cada vez más en un mundo de imagen, espectáculo e hipernormalización.
Los medios de
comunicación simplifican la forma de vivir y cuanto más lejos vamos
en esa dirección más experimentamos una sensación de desasimiento;
como si estuviésemos a la deriva en un espacio abierto que hay que
llenar. [1]
Lo más extremado de esto es crear un mundo donde los humanos se sientan excluidos. Hoy día mucha gente vive dentro de su burbuja personalizada con todos los artículos digitales adaptados a sus necesidades individuales.
Al estar rodeados de comodidades que satisfacen todas nuestras necesidades excluimos deliberadamente muchas otras cosas, incluyendo todas las serendipias [2] de la vida.
A cambio de vivir en
ambientes seguros hemos desconectado nuestra alma de las cosas
salvajes, agrestes, de la vida.
Uno de los resultados de ello es que cosas que antes se oponían entre sí están perdiendo su significado y haciéndose indistinguibles.
Es decir, identidades establecidas que solían facilitarnos la vida: nosotros/ellos; amigo/enemigo; bueno/malo; y todo lo demás, actualmente son más bien falsas realidades.
La vida ha cambiado, o se la ha impulsado hacia un reino de invención que los políticos, los grandes medios de comunicación y su maquinaria propagandística aprovechan cada vez más abiertamente.
A partir de ello, ha emergido un sentido diferente de la realidad que ha conseguido amortiguar las diferencias y las contradicciones y hacerlas parecer suaves en lugar de ásperas.
Y el resultado es a lo
que me refiero como
hiperrealidad...
Nuestras culturas modernas quieren que creamos que son simples, suaves y que, por consiguiente, requieren nuestra obediencia complaciente. En consecuencia, muchos ya no sabemos, o no nos ocupamos de saber, donde queda la resistencia. Y si sentimos la necesidad de oponernos, nos sentimos desconcertados acerca de dónde llevarlo a cabo.
El "ideal suave" es que la sociedad se maneje de manera que no pueda haber una resistencia en contra eficiente. Es a esto a lo que hace tiempo Herbert Marcuse se refería como una,
Lo hiperreal elude cualquier contacto real. Es como encontrarse al otro lado del teléfono intentando conseguir hablar con alguien sobre el horrendo servicio que nos están dando.
Nos dejan a la espera o nos fuerzan a marcar un laberinto de números a medida que el sistema automático va estrechando nuestras opciones. Solo después de ejercitar una paciencia prácticamente ilimitada, y con suerte, nos ponen en contacto con una voz insípida, sin cultura, en un centro de atención telefónica de ultramar, que en nuestro corazón sabemos que no merece nuestro reproche o nuestra ira.
Esta estrategia evasiva de lo hiperreal ha tenido éxito en oscurecer cualquier espacio de resistencia.
Y por tanto, como remedio a nuestra carencia de espacios de resistencia, en su lugar se nos ofrecen abundantes lugares de entretenimiento.
El escritor inglés Aldous Huxley escribió:
Huxley temía que la gente se volviese pasiva gracias al acceso a un suministro abundante de entretenimiento, al consumismo y a una multitud de ebriedades tóxicas.
La noción original de hiperrealidad (un término que se toma prestado de la semiótica y la teoría postmoderna),
Ya no nos enfrentamos a la amenaza de luchar con nuestras sombras, ahora nos desafían nuestros clones.
Puede que esta sea la quimera radical hacia la que nos estemos deslizando. Pero todas las culturas se han enfrentado al delirio radical acerca del mundo.
Lo principal no es la noción de ilusión, sino más bien el medio a través del cual se transmite. O, lo que es más importante, si se trata de algo deliberadamente exagerado y amplificado.
Y ¿cómo, por quién y por qué?
Quizá la ilusión, el relato consensuado que nos cuentan cuando estamos creciendo y en el que todos creemos, sea en la actualidad nuestra industria más grande, especialmente en las sociedades occidentales.
Es la historia que se ha relatado invariablemente porque,
No en balde hay tanta confusión, la cual, a su vez, se alimenta mediante otra gran industria occidental:
La hiperrealidad juega a un juego en cierto modo diferente, con reglas nuevas y una baraja distinta. La paradoja actual es que quienes estamos atrapados en el juego no tenemos ni idea de qué va.
El problema es que muchas de esas reglas son sus reglas, y ellos nos dicen:
Parece probable que el nuevo juego realmente trata de que unos ganan siempre y todos los demás se doblegan.
Otra forma de considerarlo es que no tenemos todas las cartas del juego porque el sistema las ha robado. Esto es similar a un relato breve de Jorge Luis Borges "The Lottery in Babylon" donde todas las actividades de la vida se rigen por la lotería, es decir por el azar.
Y "La Compañía" gestiona
la lotería, cuyas reglas no solo lo son del juego sino que se
convierten en las de la vida. Si esto no es suficientemente
desconcertante, es que necesitamos otra píldora de hiperrealidad.
Hay un sensación subyacente de que algo no está del todo claro, pero nuestro sentido de la realidad a menudo parece tan extremado que se convierte en "extra-plausible" (una vez más la noción de hipernormalización).
Se diría que entre el individuo y lo que es real se erigen unos extraños muros de falsedad.
El resultado es una distorsión de cómo vemos las cosas. En otras palabras: una distorsión de la percepción.
Dicho sencillamente,
Cuando la sociedad de masas se adhiere a una falsa ilusión colectiva a eso lo llamamos normal, o "realidad", y si una persona difiere demasiado del pensamiento consensuado a menudo la tildamos de trastornada o inestable.
La hiperrealidad también refleja una huida de la realidad, de la cual los mundos digitales y virtuales son un sustituto. Es como si se nos echasen encima las luces de un coche que se acerca y fuésemos como conejos aturdidos en medio de la carretera.
¡Más vale no sentarse por
ahí demasiado tiempo meneando las sedosas colas!
Cualquier base de verdad se ha deslizado hacia una sustitución estilizada: la simulación.
Déjenme hacer una pregunta:
No hay más verdad en los políticos que en cualquiera que lleve una bata de laboratorio en un anuncio de televisión para persuadirnos de comprar una marca concreta de detergente.
Hay persuasión y falsedad que se presentan como un elemento de verdad, pero que son pura simulación. Nos hemos deslizado en una época en la cual el nuevo "principio de realidad" es que nada es inalcanzable y que prácticamente todo se puede comprar por un precio.
Lo real es sólido y
existe como un flujo de bienes, servicios, aspiraciones, deseos y
placeres, con una disponibilidad casi instantánea.
Quizá ya estemos en ese estado; después de todo, lo hiperreal es contagioso, como una reacción en cadena.
El solo hecho de pensarlo ya es inquietante. Afortunadamente para mí puedo salir al jardín para calmar mis nervios. Puedo examinar mis árboles frutales, cuidar mis plantas y mis verduras, escardar las malas hierbas o cortar el césped.
Cuando salgo afuera a la vegetación del jardín el mundo online se detiene en la puerta delantera.
Pero pese a este placer también sé que formo parte de un mundo conectado y que reclamo, y necesito, esa conectividad. Ambas cosas son necesarias e importantes, así que debo conservar la cabeza.
En las celebres palabras de Rudyard Kipling de su poema 'Si':
Actualmente, en el mundo hiperreal el espacio de las comunicaciones se condensa en el ahora simultáneo; espacios marginales de la periferia son los sitios ocultos donde fluyen los secretos por redes externas opacas.
Nuestras redes de circulación y movilidad se fragmentan en aquellas que privilegian a algunos y excluyen a la mayoría. Incluso el espacio sobre nuestras cabezas está colonizado por satélites que nos espían.
Disponemos de vistas de las calles que Google observa y analiza. Nuestros movimientos, lo que decimos y lo que escribimos está siendo espiado, procesado e interpretado mediante algoritmos inteligentes.
Hemos inyectado en la
Tierra un "virus inteligente" con el fin de monitorizar todas las
actividades.
Ahora hay un mundo extraterritorial globalizado que se mueve por redes exclusivas, en su mayoría secretas.
El fenómeno de la extraterritorialidad ha convertido lugares periféricos y marginales en nodos centrales. Hasta el reciente escándalo de los papeles de Panamá, las economías extraterritoriales habían funcionado en gran parte en las sombras invisibles.
'Los papeles de Panamá' se filtraron en 2015 desde una fuente anónima y contenían 11,5 millones de documentos que detallaban informaciones financieras y asuntos entre clientes y abogados de más de 214.488 entidades extraterritoriales.
Los documentos pertenecían al bufete panameño Mossack Fonseca, el cual había estado operando durante décadas estableciendo cuentas y compañías ficticias extraterritoriales para clientes ricos.
O, como a menudo prefieren denominarse,
Esta filtración masiva de documentos dio lugar por todo el mundo a escándalos de políticos y famosos, forzando a muchos dirigentes a dimitir de sus codiciados puestos.
Ahora los presidentes se ven más forzados a divulgar sus declaraciones de impuestos para probar su legitimidad. Pero con la mascarada tras lo hiperreal, personajes como el presidente de Estados Unidos Donald Trump pueden evadir estos procesos con engaños flagrantes.
El secreto y el control
extraterritoriales son cruciales para el funcionamiento de las
sociedades contemporáneas.
Nuestros hábitats urbanos, los flujos de información y las transacciones financieras, muestran una densidad y una velocidad que aumentan simultáneamente.
Las quiebras financieras
son más explosivas porque afectan a muchísimos más sistemas a nivel
global. Son densas en su complejidad.
Entre esos extremos perdemos contacto con cualquier cosa que antes se acercaba a lo real...
Estamos en el torbellino de lo hiperreal donde el sustituto,
que reemplaza a su antiguo anfitrión, está "siempre en marcha", 24
horas al día y 7 días a la semana.
Podemos estar en la oficina mientras hablamos con colegas de todo el orbe; o chatear con amigos de otro continente mientras permanecemos sentados en nuestros sofás.
Aquí la contradicción es que la hipermovilidad crea su propia vida sedentaria.
Esto se explora en la película de ciencia ficción Surrogates (2009) en la cual le gente adquiere robots humanoides provistos de control remoto para que lleven a cabo su vida social y sus asuntos mientras la persona real se queda en casa conectada a su sillón.
Por supuesto, todos
eligen un humanoide hermoso que los represente (justo como los
avatares en el mundo online) mientras que sus cuerpos reales yacen
gordos e infrautilizados en su sillón inmóvil.
Un nómada es más bien alguien excluido de una vida social establecida; una persona que se siente repudiada y marginada en cualquier sitio. Mientras que por todo el mundo se producen exilios y migraciones masivas, este éxodo se desarrolla entre la gente menos móvil o menos privilegiada en lo que respecta a la movilidad.
Se nos induce a creer que en el mundo hay un aumento de la libertad de movimientos cuando en realidad, a menudo, mucha de esa movilidad está fuera de la vista e implica formas cada vez más elaboradas de ilegalidad, secretismo y sufrimiento.
Las fronteras se crean, se vigilan y se controlan con regularidad.
Aquellas personas que
gozan del privilegio de la movilidad social es más probable que se
entreguen a vidas sedentarias a través de la ilusión de movilidad
que forma parte de la simulación del mundo hiperreal.
Muchos batallamos con cuerpos doloridos, ciclos de sueño agitado, y ojos cansados producidos por todas las pantallas en nuestras vidas; no son mareos relacionados con los viajes, sino debidos a las pantallas.
Una de las características de la hiperrealidad es que la comunicación ocurre con extremada rapidez, y que casi constantemente se nos bombardea con información.
Como se comenta en el
capítulo 6, mucha de esa información forma parte de la ilusión, y
solo contribuye a aumentar aún más la sensación de lo hiperreal.
De alguna manera se informa de todo lo que está sucediendo y se transmite y comenta, creando un parloteo explosivo de micro-impactos que domina nuestras conversaciones superficiales.
Y luego, al día siguiente, han desaparecido dentro de un agujero negro de amnesia y son remplazados por otra dosis de veinticuatro horas de temas que atraen la atención.
Este estilo de vida
hiperreal crea un ruido de fondo; un zumbido de electricidad
estática de baja intensidad que aparentemente no tiene fin y que
infesta nuestros espacios cotidianos. Es como las interferencias
estáticas que escuchamos cuando cambiamos de canal en la radio, o
cuando un canal de televisión digital aún no está sincronizado.
Las cosas aparentemente ocurren, pero no estamos muy seguros de ello. Este es un dilema. Lo hiperreal toma el alma herida y la "photoshopea" [6] transformándola en una caricatura de su ser anterior, que se glorifica y se embellece falsamente convirtiéndose en algo menos real pero hiper-atractivo.
Los eventos y los temas se pasan por alto, haciendo de las verdades poco más que eslóganes breves que destellan delante de nuestros ojos.
Pese a estos absurdos aún
estamos viviendo en un mundo que físicamente es muy real.
Deseamos saber tanto como sea posible sobre lo que está pasando en nuestro entorno porque para nuestros ancestros esto solía ser una estrategia evolutiva de supervivencia.
Pero nuestros lejanos ancestros no tenían Internet, ni teléfonos inteligentes (smartphones), ni toda una serie de dispositivos conectados; tenían palos y hachas.
Hemos cambiado nuestros ritmos, o más bien nuestro medio ambiente tecnológicamente ubicuo los ha alterado, y no hemos tenido tiempo suficiente para ajustarnos biológica ni psicológicamente.
Es por ello que estos tiempos del bardo son tan inestables.
El suelo se está moviendo literalmente bajo nuestros pies. Estamos despertando a un mundo con un ritmo inédito, con una nueva velocidad más rápida y una resonancia alterada; y francamente a la mayoría nos hace sentir como si estuviésemos parcialmente ebrios.
El mundo está haciendo que nuestros hijos respondan a su energía hiperreal, y a continuación, en consecuencia, procedemos a tranquilizarlos.
El historiador social Yuval Noah Harari apunta que,
En un mundo así se hace mucho más difícil practicar y mantener ciertos tipos de atención, tales como el pensamiento contemplativo, reflexivo e introspectivo.
Accedemos a la
información pero la convertimos menos en estados interiores vivos o
memorias.
Pero el cerebro, para procesar toda la información y los impactos externos, está trabajando duro continuamente y por tanto necesitamos tomarnos un tiempo libre para relajarnos, recargar y reponer.
Necesitamos retener nuestra concentración en lugar de caer en el enfoque perezoso de descargar digitalmente nuestra atención. No podemos pilotar nuestra propia trayectoria vital con un GPS.
Al mismo tiempo, conservar la atención no debería requerir inductores químicos artificiales; ni necesitar copiosas cantidades de fantasía que se hagan pasar por lo real.
Muchas culturas altamente desarrolladas ya están disfrutando del efecto de la "disneyficación" [8] con el cual se promueven por todo el mundo los objetivos, las costumbres y los valores comerciales occidentales como una panacea para todo.
La disneyficación nos ofrece un entretenimiento mayor, más rápido y mejor que es el mismo para todo el orbe: los valores de la cultura de masas norteamericana en el escenario global.
La disneyficación oculta los lugares "reales" pero paradójicamente mucha gente parece preferir estar en lo imaginario.
Quizá su función real sea hacernos creer que el resto de la sociedad es imaginaria y que solo es real aquello que reside dentro de los muros de Disney. En lo hiperreal el espectáculo se convierte en el espacio donde se desenvuelven nuestras vidas sociales.
Disney está invadiendo
nuestras vidas y esa colonización se convierte en el nuevo mapa del
mundo.
Este "mapa imaginario" terminó por convertirse en la única realidad restante del gran imperio: una simulación de lo que una vez fue una realidad física ahora colonizada por su propio espectáculo.
Es aquí donde lo Real
pierde su centro y se convierte en algo simulado. [9]
Congresos de Star Treck, hablando el idioma klingon, [10] y adentrándose en todo un universo nuevo que se engrana con los mundos online y sus avatares.
Se nos dan nuevos mapas de conmemoración y celebridades que esconden un fetichismo de la mercancía: [11]
Anhelamos sentido.
Este es el dilema actual:
Muchos estamos en esta situación: vamos a por más de lo mismo, solo que un poquito diferente. La respuesta se encuentra en llegar a hallarse más allá de la diferencia. La vida siempre ha sido una secuencia de eventos a los que adscribimos sentido.
Cuando experimentamos esta secuencia de una forma suficientemente razonable creamos nuestros significados. Cuando esta secuencia de eventos y signos se hace asimétrica, no-lineal o se acelera más allá de nuestros límites de percepción estándar, es cuando empezamos a perder la capacidad de adscribirle significado.
La hiperrealidad es la zona donde se produce este deslizamiento y el sentido pierde su anclaje. El resultado es que sentimos que se nos está arrastrando fuera de nosotros mismos.
Somos impulsados dentro de la corriente y del flujo de esta hiperrealidad y perdemos de vista el suelo.
No solo la fundamentación
del lugar sino también nuestro terreno interior: esa parte de
nosotros mismos que nos hace sentirnos humanos. Lo que estamos
perdiendo es nuestra parte de alma.
Nuestras antiguas disposiciones están cambiando, y aquellas cosas que antaño se percibían estables y ordenadas están perdiendo sus amarres. Deberíamos recordar que lo "Real" existe en algún lugar dentro de nosotros, y mantener eso en mente mientras el mundo de fuera continúa lanzándose sin más a un frenético torbellino de eventos caóticos.
Al final, solo podemos confiar verdaderamente en nuestro sentido común e intuición.
Como Václev Havel declaraba en una de sus alocuciones:
Debemos permanecer estables y tan cuerdos como sea posible a medida que la vida se acelera hacia su propia hiperrealidad. De otro modo puede que no encontremos nuestro propio centro dentro del sensorio global de vida de alta velocidad.
El viaje apenas acaba de
empezar…
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