por Jasun Horsley 07 Mayo 2019 del Sitio Web Auticulture traducción de Chitauri 09 Mayo 2019 del Sitio Web Chitauri
Hay un chiste entre los programadores:
De manera similar a la
religión, la confianza en el código, el software y
los algoritmos es un acto de fe.
Parece que estamos encerrados en una relación simbiótica entre nuestra conciencia y nuestra tecnología.
Con la cultura (el
término "culto" apareció por primera vez en inglés en 1617, derivado
del francés culte, que significa "adoración", que a su vez se
originó de la palabra latina cultus que significa "cuidado,
cultivo, adoración") como medio de unión.
Al mismo tiempo, no está del todo claro cuál es el modelo original aquí - ciencia o religión - porque, si miramos hacia el antiguo Egipto, hay evidencia tanto de una "ciencia sagrada" como de una religión de tipo cientifista.
Ed Finn escribe:
La peligrosa intersección entre ciencia y religión se llama "cientificismo".
De manera extraña, estos supuestos enemigos se convierten en compañeros de cama. Tanto la religión como la ciencia ofrecen una interpretación de la realidad que pretende ser absoluta y definitiva.
Para el cristianismo, todavía hay una "revelación" por venir, hechos que aún no se han revelado. Con la ciencia sucede de igual, hay en ella (generalmente) una asunción de que las cosas que aún deben ser resueltas.
Sin embargo, ambos ofrecen una interpretación de la realidad que lo abarca todo, junto con la promesa de que su método - y esta es la clave - es sólido, válido y proporciona todo lo que se requiere para comprender plenamente la existencia.
Cuanto más nos adentramos en este estado algorítmico de conciencia, más estamos reemplazando una experiencia sensorial directa de nuestro entorno físico por otra tecnológicamente mediatizada.
Eventualmente, no habrá
necesidad de referirse directamente a la realidad orgánica en
absoluto (sustituí la palabra "físico" por orgánico, ya que incluso
un reino virtual tiene algunos aspectos físicos.)
Supongo que esto se debe en parte a que, si empezaran a tratar de formular hipótesis sobre dónde están sus verdaderos cuerpos, empezarían a sentirse idiotas.
Si estamos en una simulación, o bien somos código que también es simulado, en cuyo caso todo es irrelevante, se acabó el juego:
Probablemente, la teoría de la simulación es tan convincente porque funciona como una metáfora, y las metáforas tienen un enorme poder sobre nuestra conciencia.
La metáfora en cuestión trata de cómo los dogmas religiosos y científicos, cuando se confía demasiado en ellos, se convierten en trampas; y quizás esto se deba a que, en un momento dado, reniegan de sus propios principios.
El cientificismo ocurre cuando la ciencia se traiciona a sí misma elevando al método científico a la cúspide de una pirámide que se supone que representa a toda la existencia.
Un método científico
verdaderamente riguroso tiene que dejar espacio para hechos que no
pueden ser entendidos a través del método científico, en otras
palabras, para la "revelación divina".
Para saber algo, necesitamos la revelación divina - referencia a Dios - pero para saber eso, necesitamos referirnos a una escritura que ha sido recibida a través de la revelación divina.
Esto significa que las Sagradas Escrituras nos dicen que, esencialmente, no podemos confiar en las Sagradas Escrituras. La Biblia no dice esto, por supuesto.
Es el equivalente
cosmológico de la advertencia cretense de que "todos los cretenses
son mentirosos".
En el libro de Charles Upton de 2018, Dugin Against Dugin, Upton describe una especie de "visualización creativa" mágica que rechaza completamente,
Sostiene que este tipo de pensamiento mágico se ha convertido en,
Esta es también una buena descripción de la informática y de la función del código, no exactamente como el axioma anteriormente descrito de "primero constrúyelo, luego ora", sino más bien que la oración es un componente esencial en la construcción de estos reinos virtuales.
El código de la computadora no describe ni expresa nada real, pero se está volviendo cada vez más eficiente para hacer que las cosas sucedan (código html, CGI, etc.).
Si se puede hacer operativa, provocará cambios en lo que reconocemos como "realidad".
Si vivimos en un mundo "post-verdad" es porque la creencia se ha convertido en una herramienta para generar realidades artificiales más que en un conducto para comprender la realidad objetiva, que se vuelve obsoleta, como Dios y el Patriarcado.
La verdad se convierte
entonces simplemente en aquello en lo que la gente pueda ser
persuadida a creer que es.
La creencia en la magia es necesaria para que la magia sea efectiva. La magia es una herramienta, o un método, para manipular la percepción que puede así "reestructurar la realidad".
Sin embargo, una realidad que puede ser reestructurada por capricho humano pone en duda la posibilidad misma de una realidad objetiva.
Esta ideología es
auto-confirmante, pero también contradictoria ya que afirma la
creencia de que no existe una realidad objetiva y eterna, que
no existe un principio espiritual superior fuera de lo temporal y lo
subjetivo.
Por esta razón, nos
proporcionan el sentimiento de poder, para alterar e incluso
generar la realidad convenciendo a otros para que se sometan o
entren en nuestro propio estado de sueño.
El post-modernismo ocultista y su descendencia, la política de identidad, parece querer triunfar sobre ambos haciendo que esta afirmación sea obsoleta e innecesaria.
Si es así, la idea del ocultismo como síntesis de la religión y la ciencia no se sostiene a una inspección más cercana:
Incluso puede ser (Newton y muchos otros pioneros de la ciencia occidental fueron alquimistas y astrólogos) que el ocultismo ha creado lo que nosotros consideramos como ciencia occidental, como un Caballo de Troya para sí mismo...
Una forma de definir los algoritmos es como un conjunto de símbolos que funcionan para interpretar la realidad, combinados con un modelo computacional que medirá los cambios en la realidad.
Y la magia es,
El ocultismo, al menos en parte, consiste en reunir conocimientos - es decir, un conjunto de creencias simbólicas - de tal manera que se pueda utilizar para influir en el cambio, reinterpretando el mundo a través de esa lente.
Finn escribe:
La creación de un sistema de conocimiento que sintetiza todos los símbolos es semejante a "la religión del New World Order" del cientificismo tan temida (no erróneamente) por los conspiradores cristianos.
Puede remontarse al menos hasta la Ilustración, pero presumiblemente más allá. Hoy está tomando una forma concreta y manifiesta a través de la superestructura computarizada de "la aldea global".
El algoritmo ascendido es el nuevo tótem y tabú que regula nuestros pensamientos, percepciones y comportamientos.
No es simplemente que estemos viendo algoritmos en acción, entonces, sino que nos estamos convirtiendo en algoritmos nosotros mismos.
Cuando creamos un sistema de conocimiento, y creemos que es completo o totalmente exacto (cuando no lo es), efectivamente renunciamos a todos los aspectos de nuestra experiencia que no pueden ser explicados por ese conocimiento que se le ha asignado.
Es como crear un mapa y luego referirse a él tan ciegamente que dejamos de cotejarlo con el territorio:
Peor aún, terminamos agravando el error porque nuestra fe en el mapa (la catedral de algoritmos) es tan inquebrantable que ya no confiamos en nuestros sentidos para corregir el curso.
Terminamos fingiendo que no hay territorio, en absoluto, y que el mapa es todo lo que necesitamos.
Nuestra experiencia sensorial en un momento dado supera con creces la capacidad de nuestras mentes para aplanarla en una narrativa lineal.
Piensa por ejemplo en tratar de describir, mentalmente, todos los datos sensoriales que estamos recibiendo y procesando a través de nuestros cuerpos - tanto interna como externamente - en cualquier momento, y realizar esto tan rápido que nunca nos quedemos atrás.
Podríamos intentar contar
los copos de nieve en una ventisca.
Por supuesto, el ámbito conceptual ofrece un menú interminable de razones para permanecer conectado, todo ello impulsado por,
Con tales subterfugios, nuestros pensamientos sobre la nieve se vuelven más convincentes que la nieve misma, y nuestras interacciones con los teléfonos inteligentes se vuelven más atractivas que los encuentros cara a cara.
Una vez que la tecnología mental nos tiene, los datos supuestamente esenciales que están proporcionando se vuelven secundarios, incluso irrelevantes, al zumbido proporcionado por la propia tecnología.
El medio se ha convertido
en el mensaje, y somos nosotros los que estamos siendo mediatizados.
A medida que nos alejamos
cada vez más de nuestros cuerpos, podemos terminar diciéndonos a
nosotros mismos que no existen, que somos simplemente conciencia,
volando libres y siempre jóvenes como Peter Pan, dentro de un
reino de sueño simulado de permutaciones interminables.
Pero cuanto más nos
sumergimos en cualquier sistema de conocimiento, más nos convencemos
de que es infalible y más atrapados nos quedamos por él.
Una tarea tan anti-prometeica parece una especie de auto-desprogramación (debemos conocer a nuestro enemigo para conocernos a nosotros mismos.)
Así como el programador no es el programa, la verdad no está localizada en ningún conjunto de conocimientos, sino en la conciencia que lo ensambló:
Nos quedamos como la heroína de muchos mitos,
La única esperanza podría
ser - si desciframos esos bytes de datos para redescubrir el
lenguaje original (previo a la Torre de Babel) - empezar a recordar,
tenuemente pero con un creciente sentido de excitación, que la señal
que estamos buscando está dentro de nosotros mismos.
|