27
Septiembre 2020
del
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Infobae
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CFGO
"La gente imagina la revolución de la inteligencia artificial
y la automatización como un evento único,
pero vamos a enfrentar una cadena de revoluciones",
advirtió Yuval Noah Harari
El historiador y
filósofo autor de
"Sapiens" y "De animales a dioses"
advirtió que la
revolución tecnológica
no será un
evento, sino una serie constante,
y dos
habilidades principales
marcarán la
diferencia entre sobrevivir y sucumbir
a las
perturbaciones sucesivas
en el trabajo,
las relaciones y la política...
La revolución tecnológica
es el tema indiscutible del siglo XXI:
aun en un mundo polarizado
como el contemporáneo, al menos sobre eso existe un acuerdo.
Sin embargo, y
paradójicamente, es quizá el tema que peor se comprende, observó
Yuval Noah Harari.
Tanto para los optimistas como para los pesimistas, la revolución
tecnológica parecería ser un acontecimiento que ponga al mundo de
cabeza, tan concreto como
la Revolución Francesa.
Hasta podría tener una
fecha.
"Pero ese escenario
es altamente improbable", objetó el historiador y filósofo
israelí.
"La revolución de la
inteligencia artificial y la automatización no será un evento
único, sino una cadena de revoluciones cada vez mayores.
Así que la verdadera
gran pregunta - argumentó - es psicológica:
como seres humanos,
¿tenemos la estabilidad mental y la inteligencia emocional para
reinventarnos repetidamente?"
Si se piensa en la rigurosa educación formal del siglo XX, con sus
distintos niveles académicos de gran costo y exigencia, estas dos
destrezas, que ni siquiera se enseñan, parecen poca cosa.
Sin embargo, insistió
Harari, en diálogo con Tom Bilyeu, marcarán la diferencia
entre los que se adaptan y los que sucumben al escenario de
variabilidad constante que presenta el siglo XXI.
Tanto para los que juegan en el equipo de Los Supersónicos -
quienes siempre soñaron con un porvenir radiante de máquinas - como
para los que advirtieron sobre un destino más similar a
1984 y otras distopías futuristas,
la fantasía de la Gran Revolución presenta una crisis, un
período de reajuste y una nueva armonía.
"Todos los
conductores de camiones, los taxistas, los médicos, lo que sea,
se quedan sin trabajo en 2025", puso como ejemplo Harari.
"Pasamos unos años
difíciles, hasta que nos acostumbramos y finalmente llegamos a
un mundo feliz de inteligencia artificial, con un nuevo
equilibrio".
Final. Dichoso o amargo,
pero final...
Difícilmente suceda de ese modo, argumentó el autor de Sapiens:
De animales a dioses, de Homo Deus: Breve historia del mañana y de
21 lecciones para el siglo XXI, tres volúmenes sobre la
evolución de la humanidad "que se leen como una trilogía", elogió
Bilyeu, orador motivacional y cofundador y CEO de Impact Theory
University.
Porque
"no estamos siquiera
cerca del potencial máximo de
la inteligencia artificial".
"La velocidad a la
que se desarrolla solo se va a acelerar, probablemente.
Así que lo que
realmente vamos a enfrentar es una sucesión de revoluciones en
el mercado laboral, en las relaciones, en la política y en otros
ámbitos de la vida".
Una serie:
"Tendremos una gran
perturbación en 2025, sí. Y tendremos una mayor en 2035, y
tendremos una aun mayor en 2045. Y así".
Harari - uno de los
pensadores más originales, a la vez que accesibles, del presente:
sus libros superaron
los 27,5 millones de ejemplares en 60 idiomas...
Cree que los individuos y
los Gobiernos ignoran cuestiones cruciales como esta y ha asumido,
como su misión,
"traer más claridad a
la conversación pública sobre lo que sucede en el mundo",
explicó a Bilyeu para un episodio de Impact Theory que ya
vieron 1,5 millones de personas.
"Creo que demasiado
de nuestra conversación pública se aboca a los temas equivocados
o es en extremo confusa y opaca", siguió.
"Nos inunda una
cantidad enorme de información y no sabemos cómo entenderla.
Para mí es importante orientar la atención de la gente hacia las
preguntas principales.
Trato de brindar
algunas respuestas, también, pero no me importa mucho si no
concuerdan conmigo en lo que respecta a las soluciones.
Lo que importa es que
estemos de acuerdo en las preguntas".
El historiador y filósofo israelí tiene la singularidad de ser uno
de los pensadores más originales y respetados del presente y a la
vez uno de los más accesibles y populares
Entre ellas se destacan las macro-históricas, porque este profesor de
la Universidad de Jerusalén es, por su formación original, un
historiador:
-
la relación que
hay entre el desarrollo de la humanidad y la biología del
hombre
-
la diferencia
entre el Homo sapiens y otros animales
-
el vínculo entre
la tecnología, la cultura y la naturaleza
-
la deriva de la
historia y la realización del individuo
-
los desafíos de
la sociedad contemporánea, sobre todo la guerra nuclear, el
cambio climático y las perturbaciones sociales que causan
los saltos tecnológicos
En esta
conversación de 40 minutos
destacó cinco asuntos que son, en su opinión, las claves del
porvenir inmediato de la humanidad.
1) Nadie sabe
cómo será el trabajo en 2040
Cuando Bilyeu le preguntó por el futuro del mercado laboral en esas
circunstancias, Harari ironizó que si alguien se las da de gurú y
asegura que será de tal manera y hay que prepararse haciendo
determinada cosa, conviene aplicar un poco de sano escepticismo.
"Lo primero que
tenemos que comprender es que nadie sabe realmente cómo va a ser
el mercado laboral en 2040", dijo.
"Tú eras un conductor de camiones y ya no eres necesario -
siguió - pero se creó una nueva demanda de instructores de
yoga".
Y así el camionero de 40
años se reinventa, aplica los saberes que le puedan servir de su
experiencia antigua y adquiere nuevos conocimientos.
"Es muy difícil, pero
de algún modo lo logras", agregó. "Entonces, 10 años más tarde,
ya no hacen falta instructores de yoga".
En efecto, en la "cadena
de revoluciones cada vez mayores" que se avecinan, es muy difícil no
pensar que surgirá una aplicación perfecta, conectada al cuerpo
mediante sensores biométricos que controlan la actividad completa
del organismo en la secuencia de poses de una práctica de yoga.
"Ningún instructor
humano de yoga puede competir con eso. Te quedas sin trabajo",
imaginó el escenario más probable.
"Te tienes que reinventar otra vez, como diseñador de juegos
virtuales. Y de algún modo lo logras. Pero 10 años más tarde…
también esto se ha automatizado.
Te tienes que volver a
reinventar".
2) La casa de
bloques de piedra vs. la carpa
Bilyeu quiso saber, dado que es imposible estimar qué demandará el
mercado de trabajo en apenas 20 años, qué puede hacer una persona
para prepararse.
Pero Harari reorientó su
inquietud:
ya no existe, como a comienzos del siglo XX, una opción
segura de profesión. Se sabrá sobre la
marcha, aventuró...
Mientras tanto, la mejor
inversión no es en - por ejemplo - una carrera determinada, sino,
"en inteligencia
emocional y en equilibrio mental, y en esta clase de habilidades
sobre cómo continuar cambiando, como seguir aprendiendo".
"No estamos siquiera
cerca del potencial máximo de la inteligencia artificial", dijo
Harari.
"Lo que realmente vamos a enfrentar es una sucesión de
revoluciones en el mercado laboral, en las relaciones, en la
política" (Nicolás Stulberg).
¿Y eso cómo se adquiere?
En principio, no se estudia:
"No tenemos una
universidad de flexibilidad mental."
Son herramientas para
cultivar curse uno derecho o ballet:
"Hay que tener
presente que mucho de lo que hoy aprendemos podría dejar de ser
relevante en 20 o 30 años, así que, sea lo que sea aquello que
uno haga, también tendría que invertir en el desarrollo de la
inteligencia emocional, el equilibrio mental y la capacidad de
mantenerse cambiando y aprendiendo y reinventándose a lo largo
de la vida".
Ofreció una imagen como
comparación:
"Si en el pasado la
educación se parecía a construir una casa de materiales sólidos,
como la piedra, y con cimientos profundos, ahora se parece más a
construir una carpa que se pueda doblar y llevar a otro lugar
con rapidez y sencillez".
3) El ser
humano ya es un sistema hackeable
Harari destacó que otra gran consecuencia de la aceleración
tecnológica es que el ser humano se ha convertido en "un animal
hackeable".
Es algo que ningún
sistema totalitario del siglo XX logró:
"Aun si la KGB o la Gestapo te seguían 24 horas por día, escuchando cada
conversación que tenías, observando a cada persona con la que te
encontrabas, no tenían el conocimiento biológico suficiente para
comprender qué sucedía dentro de ti.
Y por cierto no
tenían el poder de computación necesario para entender siquiera
los datos que sí lograban obtener".
Hoy, en cambio, existe la tecnología que permite descifrar a los
humanos como sistema,
"saber qué pensamos
para anticipar nuestras elecciones, para manipular nuestro
deseos humanos de maneras que nunca antes fueron posibles",
sintetizó.
¿Qué hace falta para
hackear a un ser humano?
Solamente dos cosas,
aunque son dos cosas complejas:
"Un montón de datos,
en particular datos biométricos, no solo sobre dónde vamos y qué
compramos, sino qué sucede dentro de nuestros cuerpos y dentro
de nuestras mentes, y mucho poder de computación para comprender
todos esos datos", enumeró.
"Esto nunca antes fue posible en la historia", subrayó.
Pero aquello que la KGB o
la Gestapo no lograron, que fue entender de verdad a una persona, al
punto de predecir sus elecciones y manipular sus deseos, hoy es
posible.
"Lo que la KGB no
pudo hacer, hoy las corporaciones y los Gobiernos comienzan a
poder hacerlo", argumentó.
"Lo primero que
tenemos que comprender es que nadie sabe realmente cómo va a ser
el mercado laboral en 2040", dijo Harari, por lo cual la
flexibilidad es una característica clave a cultivar
"Esto se debe a la
fusión entre la revolución en biotecnología (por la que cada vez
somos mejores a la hora de entender lo que sucede dentro de
nosotros, en el cuerpo y en el cerebro) y la revolución
simultánea en tecnología informática (que nos da el poder de
computación necesario).
Cuando sumamos las
dos cosas, logramos la capacidad de crear
algoritmos que me
entienden mejor de lo que yo me comprendo a mí mismo.
Estos algoritmos no
solo pueden predecir mis elecciones: también pueden manipular
mis deseos y, básicamente, venderme cualquier cosa, ya sea un
producto o un político".
4) Conócete a
ti mismo (porque el algoritmo ya te conoce bien)
A diferencia de la mente humana, que "es una máquina que produce
relatos constantemente" - y sobre todo un relato muy importante, que
es la identidad - la tecnología recoge datos del sistema humano.
Eso hace que, más
temprano que tarde, los algoritmos puedan conocer a una persona
mucho más de lo que ella se conoce a sí misma, algo que tampoco
había sucedido nunca antes en la historia, subrayó.
"El yo es un relato,
no es algo real", resumió.
"Si tomamos el perfil
que la gente crea sobre sí misma en Facebook o Instagram,
debería ser obvio:
no refleja su
existencia real.
Por ejemplo, el
porcentaje de tiempo que uno aparece sonriendo en la cuenta de
Instagram es mucho mayor al porcentaje de tiempo que uno sonríe
en la vida real".
En esa forma de
"tercerización del cerebro", como describió a la mejora en la
capacidad de construir relatos que ofrecen las plataformas sociales,
se produce una separación significativa:
allí donde los
algoritmos solo ven datos, el ser humano "tiende a cometer un
error fundamental", calificó, que es pensar que él realmente es
ese relato que ha construido.
Aquello que la KGB o la Gestapo no lograron, que es hackear a una persona, hoy es posible.
"Hoy las
corporaciones y los Gobiernos comienzan a poder hacerlo",
argumentó Harari
"Una de las cosas más
importantes de mi vida, y creo que más importantes de mi carrera
científica, fue comprender de lo poco que sé sobre mí mismo",
puso como ejemplo.
"Yo tenía 21 años
cuando finalmente comprendí que era gay, y cuando lo pienso me
resulta completamente asombroso, porque tendría que haber sido
algo obvio a los 16 años, a los 15 años, y un algoritmo lo
habría advertido rápidamente".
Y hoy se podría crear un
algoritmo como ese, que - por ejemplo - siga el movimiento ocular
cuando una persona ve a otras, y sistematice dónde va su mirada, en
quién se concentra.
"Debería ser muy
sencillo. Un algoritmo así podría haber dicho, cuando yo tenía
15 años, que yo era gay", agregó.
Las implicaciones de eso
son extraordinarias.
Y no son solamente positivas, ni remotamente de
dirección única.
"Realmente depende de
dónde vive uno y qué se hace con esa información. En algunos
países, uno puede meterse en problemas con la policía y con el
Gobierno", señaló por caso.
Y en otros, quizá una
persona no sabe que es gay pero las corporaciones sí,
"y lo quieren
entender porque necesitan saber qué clase de publicidades
mostrarle".
Ante esos costados
negativos, ante las consecuencias múltiples de la pérdida de
privacidad - y hasta de intimidad de pensamientos y emociones de
profundidad extrema,
¿por qué querría la gente continuar con este
progreso tecnológico?
5) Nuevos
enemigos: la salud y la privacidad
La respuesta es simple, arrojó Harari como un golpe de realidad:
"Porque tiene un lado
bueno, mejorar el cuidado de la salud".
Que es lo más parecido
que puede haber a la inmortalidad:
comprar años de vida y de calidad
de vida.
"Hoy es posible crear
algoritmos que me entienden mejor de lo que yo me comprendo a mí
mismo", alertó Harari. "Pueden predecir mis elecciones y
manipular mis deseos". (Nicolás Stulberg)
"Es tremendamente
tentador - desarrolló - porque la tecnología nos puede brindar
el mejor cuidado de la salud de la historia, algo que va
realmente mucho más allá de cualquier cosa que hayamos visto
hasta ahora.
Esto puede significar que quizá en 30 años la
persona más pobre del planeta puede obtener mejor atención
médica en su teléfono celular que la persona más rica de hoy
obtiene en los mejores hospitales y con los mejores médicos".
Dio el ejemplo de la
detección temprana del cáncer.
"El proceso usual
sucede por medio de la mente, no se lo pueda tercerizar.
En la mayoría de los
casos hay un momento crucial, cuando uno siente que algo en su
cuerpo está mal, y va aun médico y a otro, y hace un estudio y
otro hasta que finalmente se descubre que tiene cáncer.
Como se basa en
nuestros propios sentimientos - en este caso, de dolor - con
mucha frecuencia cuando comenzamos a percibirlo es tarde, el
cáncer se ha expandido.
Y acaso no es
demasiado tarde, pero tratarlo va a ser costoso y doloroso y
complejo".
"En 30 años la
persona más pobre del planeta puede obtener mejor atención
médica en su teléfono celular que la persona más rica de hoy
obtiene en los mejores hospitales y con los mejores médicos",
ilustró Harari
¿Qué pasaría si se
pudiera tercerizar esa percepción, emplear un algoritmo que controle
la salud 24/7 mediante sensores biométricos?
"Podría descubrir
este cáncer cuando es apenas un puñado de células que comienzan
a dividirse y proliferar", postuló Harari.
"Y es mucho más
fácil, y barato e indoloro, ocuparse en esa instancia que de dos
años más tarde, cuando ya es un gran problema.
Creo que todo el
mundo aceptaría esto".
Y en eso, cree, radica
la
gran tentación, aunque tenga un reverso oscuro.
"Una de las grandes
batallas del siglo XXI se va a librar entre la privacidad y la
salud ", aseguró.
"Y creo que la salud
va a ganar.
La mayoría de la gente va a estar dispuesta a
renunciar a una importante cantidad de privacidad a cambio de un
mejor cuidado de la salud".
Y allí, arriesgó, es
donde el sapiens vuelve a intervenir con las herramientas de la
historia, que lo distinguen:
"Necesitamos tratar
de disfrutar de ambas cosas, de crear un sistema que nos dé gran
cuidado de la salud pero sin poner en peligro nuestra
privacidad".
Y Harari concluye, como
es característico de su pensamiento, con un interrogante
"Que podamos, o no,
lograr ese equilibrio, es una pregunta política enorme"...
Video
Video:
Yuval
Noah Harari planteó
cinco
cuestiones centrales del futuro inmediato
en
diálogo con Tom Bilyeu para Impact Theory.
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