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LaCosechaDeAlmas
Androides humanos
cumpliendo una jornada laboral en un trabajo que es más importante
que su propia familia, ya que de él depende la supervivencia, en el
que al acabar la jornada se lleva al hogar todos los problemas que
ese trabajo le ocasiona, siendo tema de conversación en la mesa, y
en el tiempo de ocio, produciendo y trabajando incluso en sueños.
Obviando todas las demás ocupaciones a terceros, los cuales ocuparán el rol familiar como una parte más de la producción laboral, con lo cual, nos encontramos con la parte fundamental por la cual la fragmentación social y la fragmentación familiar forman parte de esa normalidad vital asumida por todos.
Mamá salió de casa para
ser liberada como mujer, convirtiéndose en una esclava como Papá,
delegando el cariño y el tiempo familiar al sistema.
No solo les es imposible
imaginar algo distinto sino que lo rechazan, piensan que el simple
hecho de plantearlo, pone en riesgo su estabilidad mental y
emocional.
...les provoca un estado
de desasosiego y ansiedad que cortan de forma radical cualquier
debate porque su mentalidad de esclavo traumatizado no les permite
ver
los barrotes de su propia prisión.
La sal fue sustituida por dinero imaginario, o como mucho, trozos de papel los cuales no nos pertenecen.
Según cobramos los
salarios, ese dinero es revertido inmediatamente en bienes y
servicios que pertenecen a los mismos que nos esclavizan, y por lo
tanto, el dinero (salario) nunca estuvo en nuestro poder.
Nos dejamos la vida y las
energías inútilmente en una labor que no nos beneficia, ni nos
aporta nada, es más, somos infelices gracias a ello.
Por lo tanto aceptando
que la culpa es nuestra y nuestra la responsabilidad, y acogiendo
deportivamente los recorte sociales y las derogaciones de leyes que
garantizaban un mínimo de estabilidad a los más desfavorecidos.
Llegan vientos apocalípticos de cambios bruscos que borren del mapa esta esclavitud que impera desde miles de años; es algo que desde lo más profundo de nuestro Ser es reclamado con insistencia desde hace siglos.
Nada es eterno y nada perdura eternamente.
Bajo nuestra escasa
percepción del tiempo, y desde nuestra amnesia, todo parece quedar
inalterable, todo parece que se alarga, y la agonía nunca acaba,
pero irremediablemente todo llega a su fin, y este sistema no
se escapa.
La única alternativa que se nos puede venir a la mente es una vida cercana a la de una tribu primitiva, sin electricidad y cazando para sobrevivir.
Aunque parezca ridículo es lo primero que argumentan aquellos que defienden el sistema, que salirse de él, es volver al estado cavernario.
El modelo productivo del sistema capitalista es incompatible en una sociedad que pretenda dar un paso hacia adelante en su propia evolución.
Para ello sus gentes han
de eliminar de sus mentes su modo de vida esclavo programado.
Una sociedad que respete la individualidad y trabaje en colectividad, con un modelo de familia natural, pleno de conocimiento, y con la verdad por bandera.
Una sociedad global en
que trabajar y colaborar en un crecimiento en conjunto, donde todos
importan, todos tienen su sitio y nadie es más que nadie.
Nuestra energía es muy valiosa para
malgastarla en propósitos ajenos al bien común, propósitos que nos
alejan de nuestro crecimiento como pueblo, de nuestro avance como
civilización, y nuestro crecimiento como Seres conscientes.
Hay que empezar a sentar
las bases en nuestros hijos, para no programarlos para ser futuros
esclavos, prepararles para una vida en libertad, en el que esa
libertad se genera con un trabajo en conjunto pensando en todos los
demás como en una parte más de uno mismo.
Pensando en que podemos
aportar, en que podemos colaborar, como podemos contribuir, para que
el avance sea seguro y firme, sin retroceso, rencores, ni rencillas.
Enseña a tus hijos a amar
y no a odiar, para que tengan un mundo sin cadenas.
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