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PijamaSurf como un proyecto, con metas y objetivos bien definidos? ¿O esa pretensión no hace más que marchitar su vitalidad?
Esta pregunta es relativamente reciente en la historia de la humanidad, pues las ideas de "individualidad", "identidad" y aun otras como "realización" y "cambio personal" no tuvieron en épocas pasadas el mismo valor que ahora se les concede.
La existencia siempre ha sido un enigma para el ser humano o, dicho de otro modo, una condición a la cual se busca entender y otorgar un significado, y es posible que actualmente experimentar la vida como un "proyecto" a desarrollar sea una forma en que se intenta responder esa pregunta.
En este contexto vale la
pena, sin embargo, dar un paso atrás para considerar ciertas cosas
con mayor detenimiento y reflexión, particularmente aquello que
corresponde a la singularidad del tiempo y las condiciones
que vivimos.
Este diagnóstico puede sonar exagerado a algunos, pero basta mirar un poco la sociedad en la que cada cual vive para, al menos, concederle el beneficio de la duda al filósofo.
Personas "adictas" a su trabajo, otras sedientas insaciablemente de "nuevas" experiencias, algunas más con decenas de propósitos planteados y quizá iniciados pero al final dejados en el abandono.
Socialmente se insta al sujeto,
...y el sujeto toma dicho mandato un tanto inconscientemente, lo obedece y se esfuerza, pero sin entender porqué ni cómo, esto es, sin preguntarse por los motivos que lo llevan a ello ni la forma en que ejecuta la orden.
Y en esa confusión, cuando se da cuenta de que no alcanzó el objetivo propuesto, experimenta dicho resultado con frustración, como un "fracaso" personal o como una falta de capacidad de sí mismo.
Y repite el ciclo:
Fiódor Dostoyevski, en Los hermanos Karamazov, escribió que,
A esa consideración podrían sumarse la de Søren Kierkegaard y la de Alan Watts, entre varios otros, quienes coincidieron con el maestro ruso en cierta idea de sencillez desde la cual es posible acometer la existencia.
Para Kierkegaard, la vida no es un problema que deba resolverse, sino una realidad que necesita experimentarse; y Alan Watts dijo, en una de sus conferencias, que,
¿Qué tienen en común estas ideas?
Más allá de la lectura que cada cual puede darles, estos autores coinciden en la primacía del vivir sobre los significados que intentamos darle a la existencia.
De hecho, si
reflexionamos con atención, en muchas situaciones es esa acumulación
de sentido la que provoca cierta sensación de pérdida, confusión o
entorpecimiento, pues en el esfuerzo de imponer un significado a
algo que no lo tiene, la conciencia comienza a dividirse y
complicarse, a enredarse en sí misma, a fragmentarse hasta
disolverse en una y mil ocupaciones.
No se trata de tener una vida vacía o carente de sentido.
Esta no es una crítica
que busque conducir a cierto nihilismo pesimista o, peor aún,
conformista, en donde parezca que es mejor aceptar la vida tal y
como la tenemos y vivir así hasta el final de nuestros días,
resignados al vendaval y la corriente. Nada de eso...
Frente al agobio de vivir una vida llena de objetivos, planes y proyecciones, es posible plantear en cambio una existencia en donde únicamente la vida en sí, el vivir experimentado con plenitud, sean la sola orientación, el único sentido.
Pero entendido éste no
como un significado, sino como una fuerza que conduce y que
guía, que indica hacia dónde persistir y hacia dónde continuar...
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