del Sitio Web
PijamaSurf sin tener una relación con algo infinito, sin interesarse por una posibilidad eterna y divina? Jung creía que no...
Esa es una de las grandes cuestiones con las que el pensamiento se enfrenta, especialmente a partir del siglo XX.
El psicólogo suizo Carl Jung creía que el hombre necesita de algo trascendente para encontrar sentido en el mundo, si no algo externo, sí algo que trascienda su propio ego, algo que se revela como sagrado, otro y numinoso.
En sus memorias Jung escribió:
No es sólo ésta la pregunta decisiva del ser humano, es quizá también la cita decisiva de la obra de Jung, como sugiere Peter Kingsley en su nueva obra Catafalque, un estudio de la vida y obra de Jung y su relación con Henry Corbin, justamente a la luz de una relación con algo infinito.
Todo el método psicoanalítico de Jung se puede leer como un movimiento, sobre todo a través de la imaginación, para entrar en contacto con eso infinito.
Jung consideraba que la segunda parte de la vida no era más que una cuestión espiritual:
Jung creía que la psicoterapia había surgido justo como respuesta a un cierto declive en las religiones organizadas.
El hombre no podía vivir sin algo que le diera sentido y seguía teniendo sed de espíritu, pero ya no podía saciarlo fácilmente con lo que le ofrecía la religión, en gran medida porque la ciencia le presentaba de manera poderosa un modelo de realidad que era difícil de conciliar con la religión.
Paradójicamente, aunque Jung quería hacer ciencia, y defendió su psicología analítica como algo científico, al final su trabajo se se acerca más a la religión y sobre todo a la magia o a la teúrgia.
Y no digo esto peyorativamente, aunque probablemente a cierto Jung - a quien él llamaba "el primero", en su doble personalidad - no le habría gustado oír esto.
Sin embargo, el mismo
Jung, aunque buscó legitimar su trabajo con la academia y el
prestigio de la ciencia, fue muy consciente de las limitaciones de
la ciencia y criticó el dogmatismo del materialismo científico.
La podemos encontrar en numerosas religiones, particularmente desarrollada en el cristianismo y en las tradiciones indias que practican el bhakti o la devoción.
En gran medida parte de la noción de que una persona se transforma en aquello que conoce, parafraseando a San Juan de la Cruz,
Conocer y amar son en este sentido idénticos.
Si le ponemos nuestra atención e interés a algo limitado, impermanente y superficial, así seremos nosotros.
Como dice el Buda en el Dhammapada:
Spinoza tiene un pasaje similar al de Jung en su De intellectus emendatione:
El objeto de nuestro amor
es como el fuego que todo lo lleva a su propia naturaleza fogosa y,
al ser eterno e infinito, como el fuego que consume todo los metales
que no son oro.
Pero notaron también que el amor dirigido a un objeto impermanente y limitado era un amor condenado a la inconsistencia y al sufrimiento.
De aquí que se presentara la solución:
Y en ese amor, entonces, una posibilidad divina:
Pues esto es lo que implica la intimidad del amor:
|