No eres un ser
independiente de la naturaleza, sino un aspecto o síntoma de la
naturaleza.
Como ser humano, la
idea de crecer paralelamente a este universo es comparable a una
manzana creciendo fuera de un manzano.
Un árbol que da
manzanas es un árbol con manzanas, al igual que un universo en
el que habitan seres humanos es un universo con seres humanos.
La existencia de personas pone de manifiesto el tipo de universo
en el que vivimos, pero como estamos bajo la influencia de estos
dos grandes mitos (el modelo creacionista y el modelo
mecanicista del universo) experimentamos esa sensación de no
pertenecer a este mundo.
En el lenguaje común
utilizamos la expresión "vine al mundo", pero no fue así:
nosotros surgimos del mundo...
La mayoría de la gente tiene la sensación de ser algo que existe
únicamente dentro de un cuerpo de huesos y piel, de ser una
consciencia que observa a este ser, y cuando miramos a aquellos
que se parecen a nosotros los consideramos personas sólo si
tienen un color de piel, una religión o lo que sea similar a la
nuestra...
Si nos damos cuenta,
siempre que hemos decidido borrar del mapa a cierto grupo de
personas nos hemos referido a ellas como si no fueran personas o
no exactamente humanos, por lo que les hemos llamamos
despectivamente monos, monstruos o máquinas, pero en ningún caso
personas.
Toda hostilidad que
podamos sentir hacia otros y hacia el mundo exterior proviene de
esta superstición (de este mito), de esta teoría sin fundamento
alguno, que reduce nuestra existencia a un mero saco de huesos y
piel.
Me gustaría proponer una idea diferente.
Partamos de la
teoría
del Big Bang,
-
aquella que afirma que 1000 millones de años atrás
hubo una explosión primordial que esparció todas estas galaxias
y estrellas por el espacio
-
digamos en pro del argumento que fue
así, como si alguien hubiera cogido un bote de tinta y lo
hubiera lanzado contra la pared
-
la tinta se hubiera esparcido
por el impacto desde el centro hacia fuera, donde hubieran
quedado en los extremos todas esas gotitas y formas abstractas
Del mismo modo, al
comienzo de todo hubo una gran explosión que se expandió después
por todo el espacio y, como resultado, ahora estamos aquí tú y
yo sentados como seres humanos complejos y aislados en uno de
los extremos de esa primera explosión.
Si piensas que eres un ser atrapado bajo tu propia piel,
seguramente te definas a ti mismo como una floritura diminuta y
compleja entre otras tantas allí fuera en el espacio.
Quizás hace 1000
millones de años fuiste parte de ese Big Bang, pero ahora ya no
lo eres:
ahora eres un ser aparte...
Pero eso sólo se debe
a que te has distanciado de ti mismo, y todo depende, al fin y
al cabo, de cómo te definas.
Te propongo una idea alternativa:
Si hubo una gran
explosión al principio de los tiempos, tú no eres el
resultado de esa explosión al final del proceso.
Tú eres el
proceso...
Tú eres el Big
Bang, tú eres esa fuerza original del universo
manifestándose en lo que sea que seas en este momento.
Tú te defines a
ti mismo como señor o señora fulanita de tal, pero en
realidad no dejas de ser esa energía primordial del universo
que aún sigue en proceso.
Lo que ocurre
simplemente es que has aprendido a definirte a ti mismo como una
entidad separada de todo.
Ésta es una de las suposiciones básicas que deriva de los mitos
que nos han hecho creer.
Realmente estamos convencidos de que
existen cosas por separado y sucesos por separado...
Una vez le pregunté a
un grupo de adolescentes cómo definirían la palabra "cosa".
Al principio dijeron
que "una cosa es un objeto", pero eso es un sinónimo, otra
palabra diferente para referirnos a una "cosa"...
Pero entonces
una chica avispada del grupo dijo,
"una cosa es un nombre", y dio
en el clavo...
Los nombres no forman
parte de la naturaleza, sino del lenguaje, y en el mundo físico
no existen los nombres ni tampoco las cosas por separado.
El mundo físico es ondulado.
Nubes, montañas,
árboles, gente; todo está en movimiento...
Sólo cuando los seres
humanos empiezan a modificar objetos es cuando se crean
edificios en línea recta en un intento de hacer del mundo un
lugar estático.
Y aquí nos
encontramos, sentados en habitaciones con todas estas líneas
rectas, aunque todos escapamos de aquí para seguir en
movimiento.
Controlar algo que está en continuo movimiento es difícil.
Un
pez es escurridizo; si tratas de cogerlo, se escabulle
fácilmente de tu agarre.
Entonces, ¿cómo
podríamos atraparlo? Utilizando una red...
Del mismo modo,
utilizamos redes para mantener este mundo en movimiento bajo
control. Si quieres controlar algo que está en movimiento,
tendrás que arrojar algún tipo de red sobre ello.
Y en eso nos basamos
para medir el mundo, en redes llenas de agujeros de arriba abajo
que nos ayudan a identificar dónde se encuentra cada movimiento.
De esta manera es como conseguimos
dividir el movimiento en
partes.
Esta parte del
movimiento es una cosa, esta otra parte del movimiento es un
suceso, y así es como hablamos sobre cada una de las partes como
si estuvieran separadas entre sí.
En la naturaleza, sin
embargo, el movimiento no viene dado en "partes"; ésa es sólo
nuestra forma de medir y controlar patrones y procesos.
Si
quieres comer pollo, para poder darle un mordisco, primero
tendrás que cortarlo, ya que no viene en pedazos...
De la misma manera,
el mundo no viene dado en cosas ni sucesos.
Tú y yo tenemos la misma continuidad con el universo físico que
una ola con el océano.
Las olas del océano y la gente del
universo.
Pero nos han hipnotizado (literalmente) para que
sintamos y percibamos que existimos como entidades separadas y
atrapadas bajo nuestra propia piel.
No nos identificamos
con el Big Bang del principio, sino que creemos que somos el
producto final; y eso nos tiene a todos aterrorizados.
Creemos que
nuestra ola va a desaparecer y que moriremos con ella, y no
hay nada más terrible que eso.
Como le gustaba decir
a un sacerdote que conocí:
"No somos nada.
Pero algo sucede entre la sala de maternidad y el
crematorio".
Ésa es la mitología
bajo la cual nos regimos, y por eso nos sentimos todos tan
infelices y desgraciados.
Algunas personas afirman que son cristianas, que van a la
iglesia y que creen en el cielo y en el más allá, pero no es
así. Sólo piensan que deberían creer en eso, en las enseñanzas
del Cristo, pero en lo que realmente creen es en el
modelo mecanicista.
La mayoría de
nosotros pensamos igual, pensamos que somos algún tipo de
casualidad cósmica o algún acontecimiento por separado que
ocurre sólo entre la sala de maternidad y el crematorio y que
cuando se apagan las luces, se acabó.
¿Por qué alguien pensaría de esta manera...?
No hay ninguna razón
para pensar así, ni siquiera científica; es sólo un mito, una
historia inventada por personas para poder sentirse de cierta
manera o para poder jugar a cierto juego.
Pero a estas alturas,
la supuesta existencia de Dios se vuelve cada vez más
incómoda.
Empezamos con la idea de Dios como alfarero,
arquitecto o creador del universo, y eso no estuvo nada mal
porque, a fin de cuentas, nos hizo sentir que la vida era
importante, que teníamos un propósito y que había un Dios que se
preocupaba por nosotros, y eso hizo que nos sintiéramos valiosos
ante los ojos del Padre.
Pero al cabo de un tiempo, cuando nos
dimos cuenta de que Dios podía ver todo lo que hacíamos y
sentíamos, incluso nuestros pensamientos y sentimientos más
íntimos, eso ya empezó a incomodarnos.
Entonces, para poder
liberarnos de ese sentimiento nos convertimos en ateos y
comenzamos a sentirnos aún peor, porque cuando nos deshacemos de
Dios nos deshacemos de nosotros mismos y pasamos a convertirnos
en meras máquinas.
Cualquier buen científico sabe que cuando haces referencia al
mundo externo te estas refiriendo tanto a ti como a tu cuerpo.
Tu piel en realidad no te separa del mundo, sino que es un
puente por el cual el mundo fluye hacia ti y tú fluyes hacia él.
Eres como un remolino:
un remolino tiene forma definida, pero en
ningún momento el agua permanece inmóvil...
El remolino es fruto
de la corriente, así como nosotros somos fruto del universo. Si
te vuelvo a ver mañana, te reconoceré como el mismo remolino que vi ayer, pero que sigue en movimiento.
El mundo entero se mueve
a través de ti:
rayos cósmicos, oxígeno, un bistec detrás de
otro, la leche, los huevos y todo lo que comes.
Todo fluye a
través de ti; eres movimiento y el mundo te mueve.
El problema viene cuando no nos enseñan a pensar de esta manera.
Los mitos que subyacen
en nuestra cultura y nuestro sentido común
no nos han enseñado a sentirnos parte
del universo, y por eso
nos sentimos ajenos a él, como si fuéramos seres por separado
enfrentándonos al mundo.
Pero necesitamos sentir lo antes
posible que cada uno de nosotros somos el universo eterno
porque, de lo contrario, vamos a seguir volviéndonos locos,
destruyendo el planeta y cometiendo suicidios colectivos
cortesía de las bombas nucleares; y nada más.
Aunque cabe la
posibilidad de que haya
vida en algún otro lugar de la galaxia,
y quizás ellos sepan jugar de otra manera...