13 Enero 2020
del Sitio Web PijamaSurf








De la astronomía al tantrismo,

recordamos que no sólo estamos hechos

de polvo de estrellas,

sino que el propio cuerpo

irradia todo el universo...
 

 


Desde hace algunas de décadas se popularizó en la conciencia colectiva la noción de que somos "polvo de estrellas" y que nuestros cuerpos y todo lo que vemos es mayormente el resultado de estrellas y su actividad presente y pasada en el universo.

 

Con estas ideas, las cuales son estrictamente ciertas, astrónomos como Carl Sagan intentaron inculcar en el ser humano un nuevo sentido de asombro y sentido cósmico, sin necesidad de recurrir a otra cosa que la ciencia.

Curiosamente, estas ideas de participación y pertenencia holística con el universo son muy comunes en la historia del pensamiento religioso y filosófico, particularmente en tradiciones místicas como el tantrismo o la alquimia.

En Occidente encontramos la famosa Tabla Esmeralda de Hermes, en la que se habla de una correspondencia entre lo celestial y lo terrestre ("como es arriba es abajo", dice la sentencia de varias tradiciones esotéricas).

 

En la India encontramos especialmente estas ideas entre los grandes maestros tántricos del hinduismo y del budismo, quienes consideraron que el cuerpo mismo era la imagen de la totalidad del universo y el vehículo para actualizar una especie de germen divino.

Un precioso ejemplo de esta concepción, que por lo menos nos habla de un entendimiento poético de la realidad, se encuentra en el Vijñana Bhairava Tantra o tantra de la conciencia divina:

Este cuerpo está hecho de tierra y oro,
cielo y estrellas, ríos y océanos
que se disfrazan de tejidos y huesos.

Toda sustancia yace aquí:
plata, diamantes y mágicos elixires,
ambrosía que otorga visiones,
pócimas que nutren y curan.

El fundamento del planeta,
inmortal hierro magnético,
circula en la sangre.

Cada elemento en ti ama a los otros:
la tierra ama a la lluvia, el cielo ama al sol,
el sol ama el espacio en el que brilla,
el espacio ama a todo igualmente.

Al meditar, huélgate en darte cuenta
de esta simple verdad.

Cada célula es un órgano de sentido
infundido de majestad.

Para concluir hay que mencionar que esta es una traducción adaptada al lenguaje moderno, realizada por Lorin Roche, una traducción poética y bastante libre de un texto medieval, atribuido a la misma deidad Shiva.

 

Una versión más ajustada a la original fue realizada recientemente por Óscar Figueroa.

 

Lo importante, sin embargo, es el entendimiento que existe en el tantra de que en el cuerpo entero se recapitula el universo. O, como dice un famoso dictum de esta famosa tradición,

la iluminación no puede encontrarse en otro lugar además del cuerpo...

Iluminación que en la tradición del shivaísmo es convertirse en Shiva, la luz de la conciencia que pulsa como los miles de millones de mundos, los cuales existen solamente como manifestación de su goce irreprimible.