28 Febrero 2018
del Sitio Web
PijamaSurf
Finalmente se comprueba
una de las sospechas más
temibles
sobre el efecto de la actividad
humana
en la vida marina...
En el último par de años, cada vez más voces han señalado el enorme
riesgo que representa la presencia del plástico en el planeta, sobre
todo por su uso sumamente extendido como un material "desechable".
Miles de toneladas de
plástico se producen cada año para los propósitos más triviales -
envases, bolsas, popotes, etc. - objetos que se utilizan una vez, se
arrojan a la basura y después se ignora su destino, que en muchos
casos es el océano, donde llegan para aguardar los mil años que
necesitan para degradarse.
Salvo que el océano es, en esencia, un ecosistema.
Esto es, un lugar lleno
de vida. Aun una sola gota de mar contiene vida en sí misma,
microscópica, necesaria para otras formas de vida mayores o más
complejas. Y el plástico está matando esa vida.
Como señaló hace un par
de días el fotógrafo Frans Lanting en
esta publicación, debido a que esta
mortalidad ocurre en islas y océanos remotos en general, o la
ignoramos o creemos que no sucede así.
Pero es real, y peor aún,
es una situación que se agrava a cada momento.
Prueba de ello es un hallazgo realizado recientemente por
investigadores,
-
de la Universidad
de Exeter
-
del Santuario de
Focas de Cornish
-
del Laboratorio
Marino de Plymouth (PLM, por sus siglas en inglés),
...quienes por fin
pudieron demostrar uno de
los efectos más nocivos del plástico
sobre la vida marina, que, a su vez, podría incidir en otros
ecosistemas e incluso en la supervivencia de la especie humana.
Durante varios años, el
Grupo de Investigación en Microplásticos
del PLM, encabezado por Pennie Lindeque, sostuvo la hipótesis
del riesgo que, de entrada, representa para la vida la presencia de
plástico en las aguas marinas y, en segundo lugar, la descomposición
de éste en micropartículas que por su tamaño ínfimo pueden filtrarse
inadvertidamente a cualquier ser vivo, especialmente los animales.
Aunado a esto, los
científicos especularon también que a través de la cadena
alimenticia dichas partículas continuarían viajando y afectando
distintos organismos, con el riesgo final de llegar incluso al ser
humano, que al comer un pez o un molusco contaminado, podría
terminar ingiriendo el plástico que él mismo desechó.
El efecto no carece de
justicia, sin duda, y aunque no fuera así, esto demuestra que en la
naturaleza todo está conectado.
Hasta hace poco, todo esto era una suposición. Coherente quizá, pero
para la cual no se tenían pruebas. Hasta ahora...
De acuerdo con los
resultados de una investigación (Investigating
Microplastic Trophic transfer in Marine Top Predators)
publicada en la revista Environmental Pollution, ahora se
sabe que, efectivamente, las partículas de plástico son capaces de
tocar todos los puntos de la cadena alimenticia del océano, desde el
zooplancton hasta los depredadores al final del ciclo.
Para comprobar su hipótesis, los científicos analizaron las heces de
focas de la especie
Halichoerus grypus tenidas en
cautiverio y, por otro lado, el tracto digestivo de peces en estado
salvaje de la especie
Scomber scombrus (conocido como
caballa o macarela), con los cuales alimentaron a las focas.
De los especímenes examinados, en 1/3 de los peces y en la mitad de
los desechos fecales se encontraron micropartículas de plástico, lo
cual llevó a los investigadores a concluir la presencia de un
fenómeno conocido en la biología como "transferencia trófica", en la
cual cierto elemento de la dieta de una presa pasa a su depredador
por efecto de la cadena alimenticia.
Según se aclara en
la reseña que ofreció el PLM sobre el estudio,
este fenómeno se había comprobado antes en animales en los niveles
más bajos del ciclo, con sistemas digestivos en condiciones
diferentes (sobre todo moluscos y cangrejos), lo cual hace que este
sea el primer caso en que se documenta en mamíferos marinos.
El estudio será profundizado, pero por el momento los hechos son
claros:
el plástico está
afectando la vida en el océano o, mejor dicho, la vida en el
planeta, pues como decíamos antes, todos los ciclos naturales
están conectados.
Y nuestra especie no
escapa a esa regla...
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