por Núria Jar
Núria
Jar, SINC
Ayer por la mañana posó antes de la rueda de prensa en el bosque inundado de CosmoCaixa, donde por la tarde dio una conferencia en la que buena parte del auditorio eran niños y adolescentes.
Como es habitual en ella,
apareció con el pelo blanco recogido en una coleta, fular en los
hombros y un jersey de cuello alto rodeado por un colgante con la
silueta de África.
El éxito de su agenda la asemeja más a una estrella del rock que a una científica y activista medioambiental.
Así comenzó su intervención en la que hizo un repaso de su historia de vida, con reiteradas menciones al apoyo incondicional de su madre, y propagó desde la emoción su mensaje de preservación de las especies y de los ecosistemas.
Ahora, esta mensajera de la paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) está a punto de celebrar seis décadas de investigaciones en las selvas tropicales africanas.
A sus 84 años sigue viajando por todo el mundo más de 300 días al año para perseguir su misión de dejar un planeta mejor a las futuras generaciones, tal y como subrayaron los responsables del Instituto Jane Goodall (IJG) en España, con sede en Barcelona desde 2007, que la han traído al país.
La primatóloga lamentó no haber podido estudiarla en su época, cuando se consideraba que no existía en otras especies.
Con la ayuda de los peluches que a menudo la acompañan en sus conferencias, puso ejemplos de las capacidades cognitivas de ratas, cerdos y vacas.
Ella fue la primera en describir que los chimpancés, además de los humanos, usaban herramientas.
Denunció la dificultad de
continuar estudiando esta especie en estado salvaje, ya que muchos
están amenazados por el tráfico ilegal, así como por la
deforestación y la acidificación de los océanos que impactan en sus
ecosistemas.
Su visita a la península
es un impulso para la campaña Forever Wild (Salvaje para
siempre, en inglés), que el IJG lanzó el año pasado para denunciar
el tráfico ilegal de animales salvajes, no solo chimpancés, y
concienciar a las futuras generaciones de este problema.
El negocio mueve entre
8.000 y 20.000 millones de euros anuales en todo el mundo y es el
tercero más lucrativo, solo por detrás del tráfico ilegal de drogas
y armas,
según un informe que presentó el
pasado mes de junio el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
La premio Príncipe de Asturias en 2003 aprovechó la cita para hacer apología de la curiosidad.
Las inquietudes
científicas parecían estar bien despiertas entre el público, ya que
muchos niños la aplaudieron de pie e hicieron cola para conseguir un
autógrafo y una foto con ella.
Su nombre es toda una
marca que cuenta con treinta oficinas en todo el mundo y más de
ochenta países que secundan su lucha.
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