18 Junio 2019
del Sitio Web
PijamaSurf
Bruno
escribió
con penetración
filosófica y lírica
sobre el amor...
Giordano Bruno fue una de las
grandes figuras intelectuales del Renacimiento.
Practicando tanto la
filosofía y la magia como la especulación cosmológica, Bruno vio en
el amor la fuerza aglutinante del cosmos e incorporó a su cosmología
un entendimiento platónico del amor.
Asimismo, aplicó su
teoría del amor en su doctrina mágica, pues el mago podía servirse
de la fuerza erótica del cosmos para manipular y atraer.
Giordano Bruno creía que
el amor era el vínculo de vínculos - vinculum quippe
vinculorum amor est - que mantenía unido todo el universo y que
podía usarse para atraer cualquier cosa.
Como algunos filósofos
platónicos, consideraba que Eros era el "daemon magnus", el espíritu
supremo que magnetizaba el cosmos - y el primero entre las
divinidades.
En su libro
Sobre los vínculos en general, Bruno escribe:
"En todas las cosas
hay una fuerza divina, esto es, el amor, el padre en sí mismo,
la fuente, el océano divino de todo los vínculos".
Es por este vínculo,
añade Bruno, que las cosas inferiores se elevan hacia las
superiores.
En esto Bruno hacía eco
de la noción neoplatónica de una jerarquía del ser, en un cosmos
emanacionista, en el que el alma debía escalar, como si fuere, y
emprender un retorno impulsado por el amor y el conocimiento hacia
la inteligencia divina.
Marsilio Ficino en su
Comentario a El banquete de Platón había escrito:
El amor no es más que
una cierta virtud de conjugar y unir, la cual induce a las cosas
superiores a proveer a las inferiores; y concilia a las cosas
iguales en mutua comunión; y además despierta a las inferiores,
para que se conviertan en las más nobles.
Bruno diferencia el amor
espiritual del mero eros animal, esto es, el amor heroico
que tiende a lo espiritual o que toma lo material como plataforma
hacia lo espiritual, en consonancia con la doctrina de
Diotima:
Todos los amores - si
son heroicos y no meramente animales - tienen por objeto la
divinidad, tienden a la divina belleza, la cual se comunica
primeramente a las almas y resplandece en ellas; y a partir de
las almas - o, mejor dicho, por ellas - se comunica después a
los cuerpos:
de ahí que el
afecto bien ordenado ame los cuerpos o la belleza corporal,
por lo que en ellos hay de indicio de la belleza espiritual.
Más aún:
lo que del cuerpo
enamora es una cierta espiritualidad que en él vemos, que es
denominada belleza y que no consiste en que las dimensiones
sean mayores o menores, ni en colores o formas determinadas,
sino en una cierta armonía y consonancia de miembros y
colores.
Muestra esta armonía
cierta afinidad con el espíritu, que es perceptible a los más
agudos y penetrantes sentidos; síguese de esto que quienes están
dotados de tales sentidos se enamoran más fácil e intensamente y
del mismo modo, más fácilmente se desenamoran.
(De los
heroicos furores -
The
Heroic Frenzies)
El amor a fin de cuentas
para esta tradición, que en el caso de Ficino y Bruno ya se ha
mezclado con el cristianismo, que a su vez en su origen, por
la influencia de los teólogos alejandrinos se llenó de Logos
platónico, es siempre una fuerza deífica.
El amor es en el ser
humano aquello divino, esa misma llama divina que se eleva en su
epistrophe hacia sí misma.
El amor es un furor
extático anagógico.
Estos furores no son
olvido, sino memoria, no son negligencia de uno
mismo, sino amor y anhelo de lo bello y bueno, con los que se
procura alcanzar la perfección, transformándose y asemejándose a
lo perfecto.
No son embeleso en
los lazos de las afecciones bestiales, bajo las leyes de una
indigna fatalidad, sino un ímpetu racional que persigue la
aprehensión intelectual de lo bello y bueno y que conoce y a lo
cual querría complacer tratando de conformársele, de manera tal
que se inflama de su nobleza y su luz y viene a revestirse de
cualidad y condición que le hagan aparecer ilustre y digno.
Por el contacto
intelectual con ese objeto divino, se vuelve un dios; a nadie
atiende que no sean las cosas divinas, mostrándose insensible e
impasible ante esas cosas que por lo común son consideradas más
principales y por las cuales otros tantos se atormentan; nada
teme y desprecia por amor a la divinidad el resto de los
placeres, sin tener cuidado alguno de la vida.
...la mariposa
avanza hacia la llama, el ciervo hacia la flecha y el
unicornio hacia el lazo que lo atrapa, pero para el amante
esa llama es el ardiente deseo de cosas divinas, esa flecha
es la impresión del rayo de la belleza
(De los heroicos
furores -
The
Heroic Frenzies - Third Dialogue)
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