10 Agosto 2022
del Sitio Web
SputnikNews
Recuperado a través el Sitio Web
WayBackMachine
© Foto : Unsplash / Timothy Dykes
Violeta Sustaita se describe
como una facilitadora de Ayahuasca.
Después de meses de
enseñanzas en Colombia, y tras probar cientos de veces la sustancia
para conocer,
"todas sus
posibilidades", desarrolló su propio método para ayudar a las
personas a iniciar "toda una reestructuración de su sistema
neuronal", según sus palabras.
"La experiencia te lleva a un nivel de incomodidad gigantesco,
tiene un umbral de luz y de oscuridad muy grande",
...explica en entrevista
para Sputnik Violeta, antes de agregar que el efecto está
directamente relacionado con todas las emociones y pensamientos que
mantenemos ocultos.
Lo que hace siglos se
consideraba magia o incluso brujería, hoy se estudia como
potenciales tratamientos para la atención de depresión y varios
trastornos mentales, en un mundo que hasta hace unas décadas
consideraba la salud mental como un tema tan irrelevante y
descartaba cualquier tratamiento alternativo a la medicina
occidental.
Los hongos mágicos mexicanos (popularizados fuera de las culturas
indígenas por Robert Wasson en la revista Time, en 1957,
cuando contó la historia de
María Sabina), la Ayahuasca hecha
con plantas endémicas del Brasil, Perú y Colombia, y hasta el LSD
(sintetizado por Albert Hoffman en 1943) hoy forman parte de
estudios clínicos que buscan desarrollar y explotar las propiedades
terapéuticas que, por décadas, incluso, se llegaron sólo a
considerar como catalizadores de psicosis.
Desde la Universidad Complutense de Madrid, el Instituto
Nacional de Psiquiatría de México y hasta la Administración
de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA,
por sus siglas en inglés), ya han aprobado y realizado estudios
clínicos sobre los potenciales efectos terapéuticos que pueden
producir este tipo de medicinas ancestrales a pacientes con
depresión y la ansiedad, mientras la aceptación por otras plantas
como la marihuana sigue creciendo en medida que se descubren sus
propiedades médicas y beneficios comerciales para sus vendedores.
Sin embargo, el reto de la ciencia dura es comprender una
cosmovisión prehispánica que lejos está de los métodos
tradicionales, pero cuyos resultados son palpables para los
investigadores y, por supuesto, para los usuarios de estas plantas,
así como avalar los
usos tradicionales de las plantas medicinales,
en particular las psicodélicas.
Porque para facilitadoras como Violeta, la ayahuasca por sí misma
sólo provee una experiencia psicodélica, pero sin el acompañamiento
adecuado, sin el proceso de autoconocimiento y sin la intención de
atender los patrones de conducta nocivos, la "magia" no sucede.
"Es empezar a
observar qué crees, cómo vives, que te cuestiones: ¿por qué
siempre tomas las mismas decisiones que te llevan al mismo
resultado?
Desde ahí iniciar un
proceso de auto-indagación muy muy profundo y empezar a utilizar
esta herramienta para reconstruir neuronalmente tu forma de
pensar", explica Violeta Sustaita.
La ciencia
detrás de la magia
En referencia al misticismo que rodea a las plantas sagradas
latinoamericanas, el investigador del Departamento de Historia y
Filosofía de la Medicina de la UNAM, José Luis Díaz Gómez,
explica en entrevista para Sputnik que el dimetiltriptamina de la
ayahuasca, la mezcalina del peyote, la psilocibina de los hongos y
hasta el LSD,
"tienen cierto
parentesco químico entre ellas", ya que tienen un "núcleo
indólico", es decir, "una conformación molecular que se parece a
un neurotransmisor natural del cerebro que se llama
serotonina".
"Los alucinógenos son como llaves y los receptores como
cerraduras en ciertas neuronas del cerebro. El LSD, la mezcalina
y la psilocibina se parecen a esa llave que es la serotonina y
se abre el receptor.
Técnicamente se dice
que son agonistas, que imitan a la serotonina en el
cerebro", detalla el especialista en neuroquímica y
psicobiología.
La
serotonina está involucrada en
procesos neurales que subyacen a la percepción, la emoción y la
cognición, lo que explica en alguna medida,
"los efectos tan
espectaculares o dramáticos que producen los alucinógenos sobre
la psique humana".
En referencia a su
posible efecto antidepresivo se afirma que los beneficios son
perceptibles desde las primeras tomas, a diferencia de los
antidepresivos de uso común en psiquiatría y que tardan en
instalarse varias semanas.
Estos efectos están
siendo analizados en diversos estudios formales.
"En los estudios con
imágenes cerebrales se ha encontrado que los patrones de
activación del cerebro cambian de manera muy dramática con estos
fármacos:
hay una mayor
conexión entre muchas zonas cerebrales y una mayor
coherencia en la actividad cerebral.
Estos efectos pueden
estar relacionados con las propiedades facilitadoras de la
cognición y de conciencia amplificada o expandida que pueden
producir estos fármacos", indica Díaz Gómez.
Desde una perspectiva
diferente, la facilitadora Violeta comenta que previo al consumo de
Ayahuasca, se encarga de explicarles a los participantes el proceso
que vivirán:
una depuración de su
interior, una forma de dejar los prejuicios y creencias
religiosas y morales mundanas que podrían entorpecer el proceso
terapéutico, y que se manifiestan, de manera metafórica, en
acciones como defecar o vomitar.
Los hongos mágicos
funcionan casi de la misma manera:
el facilitador del
hongo acompaña a los participantes en el trance.
Comienza a improvisar
cantos que son los responsables de la experiencia psicodélica
del consumidor y le ayudarán a la autoexploración psíquica y
espiritual.
"Las herramientas
por sí mismas son buenas, pero no traerán cambios a la larga
si no te cuestionas y no inicias un proceso de
autoconocimiento",
...cuenta Violeta,
quien halló en estas enseñanzas las herramientas para superar un
alcoholismo que negaba por ser una ciudadana funcional.
No obstante, no cualquier
persona puede ser candidato al uso de estas sustancias.
Por ejemplo, una persona
con antecedentes familiares de esquizofrenia corre un alto riesgo de
sufrir un ataque psicótico con LSD; en el caso de la Ayahuasca, ésta
tampoco debe ser tomada por personas con esquizofrenia, bajo
tratamiento psiquiátrico (incluso con 15 días sin consumo de
medicamentos) o con problemas del corazón.
Según el doctor José Luis Díaz estas sustancias han sido
también denominadas como "psicotomiméticos" (especialmente el LSD),
lo que significa que "imitan a las psicosis" por las alteraciones en
la percepción, la emoción y el pensamiento que llegan a producir.
"Los estudios sobre
su posible efecto terapéutico se dirigen sobre todo a la
depresión. La mayoría de estos pacientes sufren de neurosis o
depresión reactiva que no conforma un cuadro psicótico.
Es una alteración del
ánimo que implica apatía, pérdida de interés, tristeza,
incapacidad y trastornos del sueño.
Se considera posible
que los efectos activadores del sistema nervioso, la ampliación
de la conciencia y las experiencias de autocomprensión que
suelen producir las plantas y drogas psicodélicas puedan ser
útiles en el tratamiento de cuadros depresivos", agrega Díaz
Gómez.
No es la
medicina: es el ritual
Aunque desde mediados del siglo XX se intentó estudiar de manera
formal el uso y los efectos de las plantas mágicas, el intenso auge
de la psicodelia y la contracultura hippie en los 60 desembocaron en
marcos normativos restrictivos y punitivos que incluso hoy siguen
vigentes en los países donde estas plantas tienen usos nativos
tradicionales.
"El problema fue que
empezó a ocurrir una generalización del uso de fármacos
adictivos, principalmente lo opiáceos, como la heroína que es
muy peligrosa y se equipararon todos los fármacos que modifican
cualitativamente los procesos mentales bajo el rubro de
'estupefacientes', cuando hay diferencias farmacológicas grandes
entre ellos", señala el investigador de la UNAM.
Un ejemplo reciente es el
estudio clínico que impulsó hace unos años el Instituto de
Medicina Intercultural de Nierika A.C., promotora de un marco
regulatorio intercultural para plantas sagradas.
Hace un par de años,
intentaron, sin éxito, tramitar ante Comisión Federal para la
Protección contra Riesgos Sanitarios de México (Cofepris) el
reconocimiento de un estudio clínico sobre Ayahuasca que realizaban
en colaboración de la UNAM.
La asociación afirma que
no se concretó el estudio dado que los actuales formularios no
permitieron el registro.
"La medicina
occidental debe acercarse con una óptica intercultural, a ver
tecnologías de lo sagrado, de los pueblos indígenas, cómo puede
aprender de ellos y cómo pueden integrar el conocimiento que
traen ellos",
...afirma en conversación
con Sputnik Armando Lozaiga, presidente de Nierika, quien
considera que los médicos tradicionales tienen derecho a establecer
cómo se usan sus conocimientos.
El presidente de
Nierika
(organización que actualmente colabora con el Instituto Nacional de
Psiquiatría de México y la Universidad Autónoma de Puebla, con apoyo
del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México, para un
protocolo de investigación con hongos) sostiene que si bien ya hay
una apertura sobre el tema, falta voluntad política para permitir
que se estudie de manera formal este tipo de rituales, ya que se
enfrentan a una metodología farmacéutica occidental,
"que no incluye para
nada los conceptos, el paradigma para poder entender estas
medicinas como la entienden los pueblos indígenas".
Desde una óptica
intercultural, yo no veo la ayahuasca aplicada fuera del contexto
ceremonial indígena.
Es un elemento de toda
una orquesta, si se quiere ver así, de pensamiento y de medicina, no
sólo es la farmacología de la sustancia", afirma Lozaiga.
A esto se suma la imposibilidad de "estandarizar" el uso de estas
sustancias o generar protocolos para saber quién sí tiene los
conocimientos para brindarla, al tiempo que se debe impulsar su
cuidado como "parte del patrimonio biocultural indígena".
"Aquí vas a encontrar
a mucha gente que va una vez a la selva, sienten que
descubrieron el hilo negro y ya se asumen como chamanes. Son un
peligro.
Por otro lado, tienes
gente que se fue adentrando, fue conociendo a lo largo de los
años, y después de 100 tomas de ayahuasca, ya se puede aventurar
a hacer algo con la gente.
Este tipo de marcos,
en este tipo de prácticas, están por desarrollarse, y tiene que
desarrollarse en conjunto con la sociedad civil, quien la
ejerce", sostiene Armando Lozaiga.
En este sentido, Violeta
Sustaita advierte que los rituales que sólo proponen una experiencia
psicodélica y no un proceso terapéutico completo son riesgosos,
aunado a que pierden por completo el propósito del uso de plantas
sagradas.
"No es algo que
puedas aprender, es algo que te da la experiencia, acompañar a
otra gente, observarte a ti mismo", señala Violeta.
Por su parte, Armando
Lozaiga opina que el cambio generacional abonará al estudio de las
plantas sagradas, principalmente por el "gran apetito espiritual"
que se percibe en el mundo, el reconocimiento del autoconocimiento y
porque,
"hay una necesidad
del ser humano de encontrarle sentido a este mundo caótico".
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