del Sitio Web InfoLibre
En este sentido, en los
países occidentales, si contamos con los casos de depresión mayor,
llegaremos a ser el 20 por ciento de la población en 2020, entre
otras causas, por las duras condiciones económicas a las que nos
vemos sometidos bajo las políticas neoliberales de los gobiernos,
que complican así una recuperación con garantías.
Estos psiquiatras son los que asumen las teorías de las farmacéuticas sobre la efectividad a largo plazo de los fármacos psiquiátricos, especialmente de los antipsicóticos, estabilizadores del ánimo y benzodiacepinas.
Algo que no sólo no está probado, sino al revés, se ha demostrado por muchos psiquiatras que esa efectividad a largo plazo no es tal.
Investigadores y nuevos métodos de abordar la psicosis, como Diálogo Abierto en Finlandia, abordan sin medicación y les avalan como resultados una cura del 80 por cien sin recaídas.
También es el caso de Joanna Moncrieff o Gotzche entre otros muchos.
En nuestro país también
hay profesionales críticos que nos han dado voz en sus congresos los
últimos años y que se agrupan en torno a la
AEN (Asociación Española
de Neuropsiquiatría).
Este movimiento ha cogido impulso y fuerza estos últimos años y ya estamos empezando a coordinarnos a escala nacional y con grupos de supervivientes de otros países, gracias a las nuevas tecnologías.
Reclamamos
fundamentalmente recuperar nuestra voz, eliminar el estigma social y
el consiguiente aislamiento que conlleva el diagnóstico, y que nos
den participación tanto social como política en las decisiones y
normativa que nos afecta.
Si el sujeto se niega a tomar la medicación prescrita, incluso a veces, sin que esa negativa se produzca, a pesar de los tremendos efectos secundarios a largo plazo que hacen más razonable evitarlas, sobre,
Porque hay que saber varias cosas:
Esta poca efectividad es tal porque tampoco están probados los supuestos déficits de serotonina en las depresiones y exceso de dopamina en las esquizofrenias, que son presupuestos bien implantados en la creencia general de los psiquiatras más convencionales, que se han sostenido desde los años 80 y aún hoy en los congresos, supuestamente de 'formación', que esas empresas regalan a médicos y acompañantes en atractivos destinos turísticos, regalos varios…
Pero lo que es más grave son presupuestos falsos que sin embargo dirigen la investigación de las farmacéuticas.
Claro, actualmente somos el gasto farmacéutico más grande en los sistemas de salud de Occidente.
Para esto sólo dar un dato:
¿Y eso, porqué...?
Pues muy sencillo, porque los fármacos se usan durante las crisis, pero por falta de recursos dejan de usarse a largo plazo, curiosamente eso va mejor al paciente.
Sería muy largo de explicar el porqué las investigaciones de las farmacéuticas que guían la investigación actual, todavía, adolecen de trampas y defectos, y porqué los fármacos psiquiátricos tienen realmente sólo un valor sedante útil durante las crisis, pero no más allá.
Para los interesados en
profundizar en este tema les recomendamos el libro de la psiquiatra
crítica inglesa y docente Joanna Moncrieff 'Hablando
Claro - Una introducción a los Fármacos Psiquiátricos', único
trabajo traducido hasta ahora.
...en muchos casos acompañadas de amenazas y coacciones, a pesar de que en teoría rige el libre consentimiento informado para la toma de fármacos, en salud mental no se aplica.
La asistencia habitual psiquiátrica incumple al menos 5 derechos fundamentales como el de,
Y directamente la violencia extrema y los abusos de derechos fundamentales que se pagan a veces incluso con la vida (sólo el año pasado han muerto dos personas en psiquiátricos atadas a la cama), que se vive en los ingresos involuntarios.
No sólo por la participación violenta de los cuerpos de seguridad del Estado que no están formados para las emergencias psiquiátricas y vulneran derechos y agreden, quizá inconscientemente, a personas que se encuentran en situaciones de extrema vulnerabilidad.
Luego, en el hospital, la situación no mejora mucho, impera la autoridad del psiquiatra sin ninguna cortapisa legal, se saltan muchas veces las mínimas garantías que establece la LEC (Ley de Enjuiciamiento Civil) en estos casos, no existe el habeas corpus ni tenemos derecho a abogado aunque no estemos de acuerdo con la medida de internamiento, eso para empezar.
Además frecuentemente la violación de nuestros derechos continúa con la práctica de contenciones mecánicas (que te aten a la cama por varios puntos del cuerpo, muñecas, tobillos, pecho) por días y días sin atención suficiente, en muchos casos por falta de personal, sin agua, sin cuña, sin asearte si te has orinado encima (situación bastante frecuente) o si eres mujer, si tienes la menstruación.
Pero no acaba ahí, muchas veces se adoptan medidas de aislamiento y castigos, amenazas y coacciones si no quieres tomarte la medicación, normalmente en enormes cantidades y sin tener en cuenta las preferencias y experiencias del paciente, y la experiencia vital con la medicación.
En resumen, ni se nos escucha ni se nos atiende con cuidado y respeto, sino que somos objeto de extrema violencia y abusos graves en situaciones de extrema vulnerabilidad.
¿Y eso por qué?
Aquí daré sólo una causa muy evidente y clave para el colectivo:
Lo que existe actualmente son algunos derechos enunciados en normas dispersas con escasas garantías y protocolos autonómicos que no son de obligado cumplimiento sino meras orientaciones, en algunas comunidades autónomas.
Es decir, rige la total y absoluta ley de la selva y el principio de autoridad del psiquiatra que puede hacer prácticamente lo que quiera.
En resumen:
Somos un colectivo invisible en el mejor de los casos, marginado en los más, porque está mal visto socialmente y se asocia de forma errónea con agresividad y violencia, porque el diferente da miedo, por el aislamiento social al que el diagnóstico condena, por los efectos secundarios de la medicación que deterioran el aspecto físico de forma evidente, lo que agrava el rechazo social que ya producimos de por sí.
Porque estamos tan
acostumbrados a no tener derechos ni autoestima, que son
pensamientos que nos inculca la asistencia psiquiátrica usando
conceptos como conciencia de enfermedad que exigen para valorar la
recuperación, o la adhesión al tratamiento que valoran positivamente
a pesar de sus graves efectos que nos silencian.
Hay que tener en cuenta la extrema
precariedad general del colectivo, lo que agrava mucho la situación
e inclusión sociales.
Ya es hora de que la comunidad médica y la sociedad se den cuenta de nuestra situación, empiecen a incluirnos como ciudadanos de primera, con derechos y obligaciones, con capacidades varias, a fomentar esas capacidades y la autoestima de cara a una recuperación real.
Empezar desde ya a,
Que se respeten nuestros derechos de vida libre e independiente, nuestro derecho a tener pareja, a tener hijos (que muchas veces se cercena de raíz a algunas mujeres por la imposición de medicaciones que de facto nos esterilizan por el peligro para el feto), un trabajo significativo y una vivienda digna.
Queremos ser ciudadanos
libres y conscientes, con capacidades, con derechos y obligaciones,
y no objetos marginales de un sistema que nos aplasta sin ninguna
piedad.
La locura es una experiencia vital compleja y abordable y no un diagnóstico que condene de por vida a la cronicidad y a la marginalidad...
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