con una realidad paradójica, como señalan
la mecánica
quántica y el budismo
Esto se conoce como indeterminación o, a veces, "aleatoriedad quántica" (quantum randomness).
Desde hace varias décadas, los científicos han notado que ciertas teorías quánticas y experimentos (como el famoso experimento de la doble rendija) implican que en su nivel fundamental la naturaleza no obedece leyes de causalidad, como sí lo parece hacer a nivel macroscópico.
Esto ha sido aparentemente comprobado de formas distintas, por ejemplo,
Aunque las teorías de Bohm no han sido muy bien recibidas en la física contemporánea, recientemente han sido revividas por una prometedora escuela que habla de un "mecánica quántica emergente", donde las partículas son entendidas más bien como fenómenos resonantes entrelazados con un campo de punto cero.
La aparente aleatoriedad de los fenómenos se debe a que cada fenómeno es modificado por otros fenómenos distantes que lo causan, como si fuere, a través de "variables ocultas".
A fin de cuentas, la
teoría de Bohm implica que cada fenómeno existe en una red de total
interdependencia con todos los otros fenómenos.
En la filosofía de Nagarjuna es sólo porque las cosas no tiene una sustancia o existencia inherente, puesto que son interdependientes, que el universo puede surgir con sus procesos de cambios y causas.
Esta teoría de la vacuidad u originación dependiente puede compararse a una "interconectividad quántica", en la que la realidad física es posible solamente porque no existen partículas determinadas de manera local.
El
campo cero, una especie de mar de
infinita energía potencial (equivalente a la plenitud de la vacuidad
budista), tiene una infinita creatividad y de ésta emergen todos los
fenómenos que, como en el Abhidharma budista, surgen y
desaparecen a cada instante.
...explican la causalidad en términos del mundo que observamos y, sin embargo, existe un plano en el cual no hay causalidad, en lo que Bohm llamaba "totalidad implicada", la profunda unidad de todos los fenómenos en su potencial infinito.
En el budismo esto tiene un paralelo con el plano conocido como paramartha, la realidad absoluta, lo incondicional, el cuerpo mismo de la budeidad.
Según algunas doctrinas dentro del budismo, como el dzogchen o el mahamudra, el plano último de realidad se manifiesta como el mundo de las apariencias de manera espontánea.
Este plano es insondable para nuestra condición relativa y contingente, sin embargo, puede inferirse a través de la especulación filosófica o de la percepción sutil de un yogui.
El maestro tibetano del siglo XIV Longchen Rabjam (mejor conocido como Longchenpa) expresa esta misteriosa perplejidad:
El budismo, como la mecánica quántica, debe lidiar con la paradoja de que en la realidad última no puede haber causalidad, pues ésta implica cambios y la posibilidad, por ejemplo, de que un Buda pueda dejar de serlo.
Sin embargo, necesita también defender la existencia de la causalidad en un plano relativo pues de otra forma no tendría sentido el budismo como un sendero hacia la liberación, en el que ciertos actos producen ciertos efectos (karma) que conducen hacia la misma.
Algo similar parece ocurrir en la mecánica quántica, en la que de negarse la causalidad a nivel ontológico, la misma ciencia, que ha desarrollado cosas tan eficaces como la mecánica quántica, dejaría de tener sentido.
De alguna manera misteriosa, lo relativo y lo absoluto deben convivir...
Quizá lo mejor que se
puede hacer es seguir el ejemplo de Nagarjuna, quien dijo que
abandonar toda perspectiva - situarse en un estado radical de
desapego conceptual - es la iluminación...
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