por Max Planck Society 15 Marzo 2018
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PHYS del Sitio Web TerraeAntiqvae
Versión original en ingles la Gruta de las Palomas en Taforalt, Marruecos. Crédito: Abdeljalil Bouzouggar.
Un equipo internacional de investigadores, dirigido por,
...así como científicos de,
...ha secuenciado ADN de individuos de Marruecos de hace aproximadamente 15.000 años, tal como se ha publicado (Pleistocene North African genomes link Near Eastern and sub-Saharan African Human Populations) en la revista Science.
Este es el ADN nuclear más antiguo de África que se haya obtenido con éxito.
Los individuos analizados, que datan de la Edad de Piedra Tardía, tenían una herencia genética que era en parte similar a las poblaciones del Cercano Oriente y en parte relacionada con las poblaciones del África subsahariana, pero no de Europa.
El norte de África es un área importante en la historia de la evolución de nuestra especie.
La geografía del norte de África también la convierte en un área interesante para estudiar cómo los humanos se expandieron fuera del continente africano.
Por contra, el desierto del Sahara representa una barrera sustancial para viajar hacia y desde las regiones del sur.
Al mismo tiempo, es parte de la región mediterránea, pero en el pasado el mar pudo haber sido también una barrera para interactuar con otras regiones.
Gruta de las Palomas en Taforalt, Marruecos.
Para abordar este panorama, el equipo observó un cementerio situado en la Gruta de las Palomas (Grotte des Pigeons), cerca de Taforalt, en Marruecos, asociado con la cultura Ibero-Mauritana (o iberomaurisiense), de la Edad de Piedra posterior.
Se cree que los iberomaurisianos fueron los primeros en el área en producir pequeñas herramientas de piedra conocidas como microlitos.
El ADN nuclear obtenido, de 15.000 años de antigüedad, es el más antiguo recuperado en África
Los investigadores analizaron el ADN de nueve individuos de Taforalt usando métodos analíticos y de secuenciación avanzados.
De este modo, fueron capaces de recuperar datos mitocondriales de siete de los individuos y datos nucleares de todo el genoma de cinco de los individuos.
Debido a la antigüedad de las muestras, de aproximadamente 15.000 años, y dada la pobre preservación característica del área, esto es un logro sin precedentes.
Los investigadores encontraron dos componentes principales en el patrimonio genético de los individuos analizados:
Los iberomaurisienses vivieron antes que los natufienses del Cercano Oriente, pero no fueron sus ancestros directos:
Esto sugiere que ambos grupos heredaron su ADN compartido de una población más grande que vivió en el norte de África o en el Cercano Oriente hace más de 15.000 años, advierte Johannes Krause.
En cuanto al ADN subsahariano en el genoma de los iberomaurisiensis, pudieron haberlo obtenido de los migrantes del sur que fueron sus contemporáneos.
O pueden haber heredado el ADN de ancestros mucho más antiguos que lo trajeron desde el sur y se establecieron en el norte de África, donde se han encontrado algunos de los primeros miembros de nuestra especie Homo sapiens en Jebel Irhoud, Marruecos.
Restos óseos hallados en la Gruta de la Palomas y que sirvieron para recuperar ADN.
Credito: Abdeljalil Bouzouggar
La alta proporción de ascendencia del Cercano Oriente muestra que la conexión entre el norte de África y la zona de Levante comenzó mucho antes de lo que se pensaba.
Aunque las conexiones entre estas regiones se han demostrado en estudios previos para períodos de tiempo más recientes, generalmente no se creía que los humanos estuvieran interactuando a través de estas distancias durante la Edad de Piedra.
Aunque el Sahara llegó a representar una barrera física, también hubo una clara interacción en este momento.
La fuerte conexión entre los individuos de Taforalt y las poblaciones subsaharianas muestra que las interacciones a través de este vasto desierto ocurrieron mucho antes de lo que se pensaba.
De hecho, la proporción de ascendencia subsahariana en los individuos de Taforalt, un tercio, es un porcentaje más alto que el encontrado en las poblaciones modernas de Marruecos y en otras muchas poblaciones del norte de África.
La coautora Marieke van de Loosdrecht recupera ADN antiguo en la sala limpia del MPI-SHH.
Crédito: Vanessa
Villalba
Aunque los científicos encontraron marcadores claros que vinculan el patrimonio genético en cuestión con el África subsahariana, ninguna población previamente identificada tiene la combinación precisa de marcadores genéticos que ostentaban los individuos de Taforalt.
Si bien algunos aspectos coinciden con los modernos cazadores-recolectores Hadza de África oriental, y otros coinciden con los africanos occidentales modernos, ninguno de estos grupos tiene la misma combinación de características que los individuos de Taforalt.
En consecuencia, los investigadores no pueden estar seguros exactamente de dónde proviene este patrimonio genético. Una posibilidad es que esta herencia genética pueda provenir de una población que ya no existe.
Sin embargo, esta pregunta necesitaría de una mayor investigación.
Más estudios en
esta región podrían ayudar a aclarar cuándo y cómo interactuaron
estas diferentes poblaciones y de dónde vinieron...
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