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LaBrujulaVerde foto: roadsideamerica.com
Fueron llamados así por
los europeos al considerar que tenían un grado de civilización
superior al del resto de los indios y adaptarse rápidamente a las
costumbres blancas (lo que no les sirvió para evitar ser despojados
de sus tierras y desplazados a Oklahoma partir de 1838, en lo que se
conoció como el Sendero de las lágrimas).
Concretamente los Cherokee que habitaban en los bosques de Carolina del Norte, en la región correspondiente de los Apalaches, que ha llevado a más de un investigador a intentar averiguar cuánto hay de verdad y cuánto de mito en esa historia.
Porque lo que la tradición ha ido pasando de generación en generación es una amalgama de elementos fantásticos mezclados con otros presuntamente históricos que resultan bastante sorprendentes.
Imagen:
Hosmich en Wikimedia Commons
No se sabe exactamente su
origen, si procedían del norte y llegaron a los Apalaches en el
siglo XV o si llevaban allí desde tiempos prehistóricos, lo cual
dificulta la interpretación de su génesis mitológico, formado por
varias leyendas.
¿Guardaba todo esto
relación con la leyenda de Ojos de Luna?
Ese otro mito cuenta que en Murphy, Carolina del Norte, antes de la llegada del hombre blanco, vivía una tribu anterior de gente de muy pequeña estatura, rostro pálido y poblada barba a los que se conocía como Ojos de Luna porque sus ojos eran de tono azul claro y muy sensibles a la luz, lo que les obligaba a tener hábitos nocturnos de vida.
Ese raro pueblo sería el
autor de la construcción de las ruinas precolombinas que hay en la
mitad oriental de los actuales EE.UU. (Cahokia, por ejemplo, una
ciudad amurallada con pirámides y túmulos).
Otra versión dice que los Cherokee se enfrentaron a ellos y los empujaron hacia el oeste (Tennesse) y/o el norte (el occidente de Virginia), haciendo que terminaran ocultándose bajo tierra y viviendo en el subsuelo a partir de entonces.
Imagen:
Legends of America
Smith Barton sugería que
los Ojos de Luna eran albinos, tal cual había descrito en el
siglo XVII el explorador y bucanero Lionel Wafe en un estudio
sobre indígenas panameños que también hablaban de antepasados Ojos
de Luna.
Tras Mooney insistieron en el tema Ezekial Sanford y James Adair.
muy similares a las tradicionales galesas
Imagen:
dominio público en Wikimedia Commons
Es cierto que los
vikingos consiguieron desembarcar en la costa noreste, pero en el
caso de los Ojos de Luna se hablaba más bien de navegantes
galeses que tocaron aquella tierra en el siglo XII, basándose en lo
descrito por un anticuario de Gales en un manuscrito del siglo XVI.
Era una actualización de
un cuento medieval recuperado por la Inglaterra isabelina como
justificación de su derecho a establecer colonias en el Nuevo Mundo
a despecho de los españoles, que reclamaban la exclusividad.
De hecho, esa leyenda atribuye a Madoc la erección de las citadas ruinas, algo a lo que enseguida se apuntaron los blancos decimonónicos, para quienes los indios carecían de capacidad para ello:
La cosa no pasa del plano fantástico, aunque hizo fortuna en la literatura y muchos norteamericanos lo creen a pies juntillas.
Sin embargo, hoy sabemos que los autores de aquella peculiar arquitectura correspondían a la llamada Cultura Missisipiana, que floreció entre los años 800 y 1550 aproximadamente.
Otros apuestan por una fusión en torno al siglo III d.C. entre los Cherokee y otra cultura denominada Adena, de la que quedan muestras similares (tumbas, túmulos…) en el valle del Ohio.
Image:
Herb Roe en Wikimedia Commons
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