por Kingsley L. Dennis
31 Agosto 2024
del Sitio Web
KingsleyDennis
Versión en ingles
"Hay una cosa en este mundo que nunca debe olvidarse.
Si te
olvidases de todo lo demás, pero no de esto,
no habría motivo para
preocuparse;
en tanto que si realizases, tuvieses presente
y no
olvidases la menor de las cosas,
pero descuidases esa en concreto,
no habrías hecho nada en absoluto.
Es justo como si un rey te
hubiese enviado al país
a llevar a cabo un cometido específico;
y
fueses y realizases cientos de otras tareas,
pero no aquella en
concreto
para la que habías sido enviado:
sería como si no hubieses
hecho nada en absoluto.
Así que el hombre ha venido a este mundo
para una tarea determinada, y ese es su propósito;
si no lo lleva a
cabo,
en tal caso no habrá hecho nada".
Rumi
La humanidad no vino aquí en vano.
Cuando nuestros primitivos
antepasados cavernícolas pusieron por primera vez las huellas de sus
manos sobre las paredes de roca estaban haciendo una declaración,
una expresión de su presencia.
Estaban señalando al mundo que los
rodeaba:
"Yo estoy aquí, existo. Nosotros somos humanos".
También
era una declaración de intención; esta demostración de presencia era
una proclamación de que "ellos" sabían que estaban aquí, en este
mundo, en esta realidad.
Y eso marcó el comienzo de un largo viaje
de vuelta a casa.
En las tradiciones de sabiduría se dice que los seres humanos están
habitualmente
desconectados de la Realidad Objetiva,
que es el
verdadero origen de todo...
Como diría Platón,
el ser humano está
separado del verdadero dominio de las Formas.
Debido a esa
desconexión nuestras percepciones humanas son limitadas y solo
pueden captar dentro de una longitud de onda muy limitada.
Percibimos como si fuese a través de una estrecha hendidura y somos
incapaces de percatar el panorama más amplio.
El resultado de ello
es que percibimos efectos secundarios y consideramos que son
primarios.
Es como ver las hojas de un árbol meciéndose en el viento
y pensar que la causa del movimiento fuesen las propias hojas.
Somos
incapaces de ver más allá, de percibir el viento que sopla.
Estamos
condicionados a ver lo causado y a no percibir que hay un causante.
Hay una frase que dice:
"El color del agua parece ser el color del
vaso en el cual se ha vertido".
También se dice que hay tres tipos de hombres y mujeres.
Los del
primer tipo son totalmente animales, y viven una vida ordinaria; en
esta categoría se incluye la mayoría de la gente: los pensadores y
filósofos ordinarios, las personas religiosas emocionales, las
personas comunes, y todas aquellas que realmente no saben que
existen.
Al segundo tipo pertenecen quienes, incluso en la vida
ordinaria, han adquirido permanencia; viven en dos planos: el de la
existencia ordinaria y otro.
En la tercera categoría están aquellos
que existen en tres planos y no tienen límites temporales.
El
objetivo de la existencia humana sobre la Tierra es,
desarrollarse
permaneciendo dentro de las condiciones del segundo y el tercer
tipo.
Durante muchos miles de años la humanidad ha dispuesto de la
posibilidad de un desarrollo consciente. Lamentablemente, este
potencial ha sido infrautilizado en gran medida.
En la tradición de la Cábala existe el concepto tikkun que hace
referencia a la idea de que,
todos estamos situados aquí en la Tierra
para llevar a cabo una misión particular.
Como reza un antiguo
aforismo jasídico,
es "una tarea que no pertenece a nadie más".
Muchas tradiciones hablan de que estamos exilados de nuestros
orígenes: la Fuente de Todo.
Constantemente se nos anima a
esforzarnos por volver al recuerdo y la cercanía a nuestra Fuente.
En el primitivo texto cabalístico
Bahir
se dice que,
"La gente quiere
ver al Rey, pero no sabe dónde encontrar su casa.
En primer lugar,
[debe] preguntar:
'¿Dónde está la casa del Rey?'.
Solo entonces
puede preguntar:
'¿Dónde está el Rey?'" 1
De manera similar, la tradición gnóstica habla de una joya preciosa:
En un remoto reino de perfección, había un monarca justo que tenía
una esposa y un hijo y una hija maravillosos. Todos vivían juntos y
felices.
Un día el padre llamó a sus hijos ante él y dijo:
"Ha llegado el momento, tal como lo hace para todos. Vais a
descender a otras tierras, a una distancia infinita. Buscaréis,
encontraréis y traeréis de vuelta una Joya preciosa".
Los viajeros fueron conducidos disfrazados hasta una tierra extraña,
donde casi todos sus habitantes llevaban una oscura existencia.
El
efecto de aquel lugar era de tal naturaleza que los dos perdieron
contacto entre sí; errando como si estuvieran dormidos.
De tiempo en tiempo veían fantasmas, semejanzas de su país y de la
Joya, pero su estado era tal que estas cosas solo aumentaban la
profundidad de sus ensoñaciones, que ahora empezaron a tomar por
reales.
Cuando le llegaron al rey noticias de su difícil situación, les
envió un mensaje con un sirviente de confianza, un hombre sabio:
"Recordad vuestra misión, despertad de vuestro sueño, y permaneced
juntos".
Con este mensaje se despertaron, y con la ayuda del guía que los
había rescatado desafiaron los peligros monstruosos que rodeaban la
Joya; y con su mágica ayuda volvieron a su reino, donde
permanecieron felices por siempre jamás. 2
Una conocida frase derviche dice:
la vida es un regalo que consiste
en tres días, y dos se han ido.
El lector debe tener presente que
todo aquello que viene a este mundo también tendrá que dejarlo:
nadie se queda para siempre.
Hay quienes vinieron antes que nosotros
y quienes lo harán después.
La vida es algo transitorio.
Y nuestra
estancia aquí decrece con cada respiración.
En el Zohar se dice:
"El hombre, mientras está en este mundo, no
considera ni reflexiona acerca de dónde se encuentra, y contempla el
transcurrir de cada día como si se desvaneciese en la nada".
3
Buscamos la autorrenovación, pero no la reconocemos.
Cada persona
anhela algo profundo, pero esto a menudo se ignora o se
malinterpreta como diversas necesidades y deseos.
Cada persona lleva dentro de sí el potencial para una inspiración
visionaria.
A menudo se bloquea, se desalienta, o se ignora
debido a nuestro condicionamiento social.
En la actualidad, una
persona puede sentirse medio boba si admite que anhela algo
invisible, inmaterial y atemporal.
A menudo lo remplazamos con
palabras falsas, sometiéndonos a las actitudes de consenso
prevalentes en nuestras culturas. Nuestros edificios e instituciones
religiosos están en desorden y decadencia, tanto externa como
internamente. El "templo de unión" necesita reforzarse para volver a
su estado original dentro del corazón de la humanidad.
La venerada
conexión entre cada persona y la Fuente-de-Todo reside dentro de uno
mismo. Cada uno de nosotros es el punto de reunión entre lo material
y la Fuente.
En este mundo - en esta realidad - se nos asigna la
responsabilidad de conectar lo trascendente con lo cotidiano.
Esto
es lo que significa la frase "forja del alma".
Hoy día, para mucha gente, la búsqueda de la verdad se ha convertido
en un tópico, un resultado del hastío, o una industria comercial.
Muy raramente la encontramos despojada al límite, hasta sus bases
esenciales. En gran medida, el ser humano está cegado por sí mismo.
No hemos aprendido cómo leer o hablar nuestro propio lenguaje
interno.
El escritor francés Voltaire escribió:
"Cuatro mil
volúmenes de metafísica no nos enseñarán qué es el alma".
Solo
podemos aprenderlo viviéndola...
En esta vida solo vivimos una vez. Nos esforzamos por aprender y
ganar experiencia acerca de cosas del mundo exterior, pero rara vez
aspiramos a dominarnos a nosotros mismos. Nuestro conocimiento del
mundo físico es grande en tanto que el del mundo interior del ser
humano escasea.
La naturaleza fundamental del ser humano no ha
cambiado a lo largo de los numerosos milenios de historia humana.
Lo
que ha cambiado es nuestro medio social y nuestros modos y maneras
de expresión. El cómo entendemos ha cambiado, pero no aquello que
hay que entender.
El hecho evidente es que hemos olvidado quienes
somos verdaderamente.
Vivimos nuestras vidas como personalidades
creadas mediante los sistemas sociales.
Nos convertimos en
nuestras máscaras, las cuales llegan a ser finalmente quienes
pensamos que somos.
Nos pasamos toda la vida viviendo dentro de
nuestras máscaras.
El ser humano transita por los caminos de la vida
como si lo hiciera por tierras extrañas. Estamos olvidando el centro
de nuestro ser, perdiendo contacto con nuestro fundamento nuclear
esencial.
En su esencia el humano es, básicamente, un ser en
desarrollo.
Poca gente se detiene alguna vez a preguntarse sobre su mismidad:
¿Quién soy realmente?
¿Qué significa realmente tener un "yo"?
Seguro
que no somos solo cuerpo y mente ¿verdad?
¿Tenemos que creer que
nuestra existencia es el resultado de una evolución accidental y que
nuestras mentes son el producto casual de vías neuronales
aleatorias?
¿Estamos realmente así de ciegos?
Rabí Israel Salanter
dijo:
"El hombre vive consigo mismo durante setenta años, pero no
llega a conocerse".
En nuestros seres esenciales existen capacidades
desconocidas e inimaginables.
Y aun así a menudo nos comportamos
como una persona beoda que no tiene ni idea de su ebriedad:
Está
borracha.
No puede percibir lo que subyace más allá de su estado de
ebriedad.
Las personas "beodas" corrientes piensan según patrones
establecidos y no pueden ajustarse fácilmente a una realidad
cognitiva diferente.
En gran medida, una persona se oculta detrás de su lenguaje.
Nos
presentamos a través de nuestras palabras.
Deberíamos tratarlas
como si fueran nuestras hijas.
Nacen y salen de nosotros.
Son los
pequeños "yos" y "mís" que enviamos hacia el mundo; y con demasiada
frecuencia los emitimos mancillados.
No nos damos cuenta de que
nuestras palabras están vinculadas a nosotros como por un hilo de
oro.
Cuando damos rienda suelta a nuestras palabras, estamos
liberando aquellas cosas que habitan dentro de nosotros. En todo
momento estamos tejiendo el hilo de oro; es lamentable que con
demasiada frecuencia este hilo se arroje como una red de hierro.
Existe una línea de comunicación con el yo-corazón, y a través de
ella somos compelidos a aprender cómo hablar.
En primer lugar,
estamos obligados a adquirir una nueva manera de contemplar las
cosas. El entrenamiento necesario consiste en desarrollar nuevos
sentidos de percepción que son atemporales. La tarea que tenemos por
delante es desarrollar una cognición humana avanzada.
Se puede decir
que esto también forma parte del proceso de forja del alma, y sucede
en la vida cotidiana.
La forja del alma, así como el cuidado de la misma, no son objetivos
específicamente introvertidos o monásticos. No precisan una
introspección permanente ni retirarse del mundo; quizá sí en algunos
momentos, pero no como parte de una búsqueda continua.
El poeta
romántico John Keats dijo:
"Si os place, llamad al mundo el 'valle de la
forja del alma'.
Después descubriréis el propósito del mundo".
La
función del mundo es ayudarnos a desarrollar nuestras capacidades
para reconectarnos con la Fuente.
Hemos desarrollado nuestra fe, nuestra razón, nuestras búsquedas
mentales.
Hemos establecido industrias y creado tecnologías
maravillosas, pero no hemos conseguido trabajar sobre nosotros
mismos.
En gran parte no hemos prestado atención a desarrollar
nuestras capacidades cognitivas.
La conexión con la Fuente es una
vacuna contra los males del mundo; contra los impactos y las
influencias negativas. Es como una medicina interior contra la
enfermedad terrenal.
Lo que puede denominarse "forja del alma",
o percepción cognitiva, tiene que volver a imaginarse y reintegrarse
en nuestras vidas. No se trata de volver al animismo o a la
alquimia.
El estímulo necesario puede encontrarse aquí, en el mundo
cotidiano que nos rodea. Es también una parte del mundo: nuestra
realidad expandida.
El alquimista Sendivogius dijo:
"La parte más
grande del alma está fuera del cuerpo".
A menudo se asume que algo transcendental debe ser remoto o
complicado.
Esto es ignorancia o una excusa perezosa.
Tales cosas
solo están "alejadas" en una dirección que la gente no comprende o
hacia la cual no quiere mirar.
Pensar que la realidad se nos hace
visible en la vida ordinaria es una suposición.
Haríamos bien en
considerar que la "Realidad" genuina es de hecho invisible en
nuestras vidas hasta que la hacemos visible.
Las antiguas
tradiciones de sabiduría buscaban hacer visible la Verdad
dentro de
la semi-visible realidad de la vida cotidiana.
En la percepción
ordinaria de la realidad, la Verdad no es visible en ninguna parte,
pero está presente en todas partes. Funciona sin revelarse a pesar
de nosotros mismos. La Verdad trabaja para transformar la vida, así
como transformar la Verdad en vida es una función del hombre.
Tal
Verdad no es teatralidad ocultista: es extraordinaria y está más
allá de la comprensión normal. Y no hay oro en el mundo que pueda
comprarla jamás.
A este respecto, el mundo y la naturaleza son nuestro monasterio; y
la vida también puede ser nuestra maestra. El Sendero de la forja
del alma consiste en buscar peces de oro dentro de los ríos
materiales de arena. Si podemos andar por la vida con nuestros
corazones despiertos (cognición perceptiva), nuestras vidas
cambiarán.
Hace falta tiempo para que un árbol de fruto.
De igual
manera, el ser humano necesita tiempo, esfuerzo, e intención
correcta para dar su propio fruto precioso. De entre los árboles
frutales, el humano es el que necesita más tiempo. Por eso se
requieren paciencia y perseverancia. Debemos buscar continuamente
fuentes de alimentación.
Se dice que el ser humano siempre se mueve de un estado de nutrición
al siguiente.
Como embriones nuestro alimento fue sangre. Luego,
cuando bebés, cambió a leche. En cierto momento fuimos destetados y
empezamos con la comida sólida.
Para la mayoría de la gente, la
comida sólida seguirá siendo su fuente continua de alimentación.
Pero habrá algunas personas que cambiarán de la comida sólida a un
tipo diferente de alimento: uno menos físico y visible. Esta es la
gente que busca la forja del alma.
La vida es un estado de ir
cambiando de un tipo de alimento a otro. También nosotros podemos
cambiar de lo visible hacia lo no visible. Está bien recordar que el
ser humano pertenece a un linaje real, aunque pueda parecer cubierto
de harapos.
El camino de la psicología perenne no es para todo el mundo.
No
todos se sentirán atraídos por este empeño.
Pero quienquiera que se
coloque dentro correctamente enderezará toda su vida.
Lo esencial es
el comienzo.
Y todo empieza y termina al comienzo.
Estos son los
lugares por donde fluyen las corrientes de sabiduría.
Yo quiero llegar al comienzo con una historia.
Es el cuento de "La
habitación prohibida":
Érase una vez un joven que decidió ir en busca de trabajo.
Caminó
por la calle, y al pasar frente a un magnífico palacio un anciano
salió y le preguntó si por casualidad estaba buscando trabajo.
El
joven aceptó la oferta y al poco fue a trabajar en el palacio donde
descubrió que habitaban diez ancianos.
Con el tiempo, los ancianos fueron muriendo hasta que solo quedó uno
con vida.
Este le dijo al joven:
"Pronto heredarás este palacio
entero ya que no hay otro heredero. Solo te advertiría de una cosa;
y es que jamás, en ninguna circunstancia, abras esta puerta. En
cuanto al resto puedes hacer lo que desees".
Durante un tiempo el joven acató el consejo.
Finalmente, sin
embargo, comenzó a discurrir que si el palacio le pertenecía en
verdad, no podía haber una buena razón para que él no pudiese mirar
donde le apeteciera; y además, que con toda seguridad no habría nada
tan horrible que él no pudiese contemplar.
Así que el joven abrió la puerta y vio un largo corredor.
Anduvo por
él y cuando llegó al final miró a su alrededor y descubrió que el
corredor había desaparecido.
Y se encontró en una costa desolada; y
cuando se estaba preguntando qué hacer escuchó el sonido del batir
de unas alas, y mirando hacia arriba vio un pájaro gigante que caía
en picado sobre él.
El pájaro le prendió con sus garras y le acarreó
por encima del mar hasta una tierra muy lejana. Allí lo dejó en la
torre de un castillo.
El castillo pertenecía a un rey cuya hija se enamoró del recién
llegado. Pronto se casaron, y el joven se asentó en una vida
próspera.
Un día, la hija del rey le dijo:
"La mitad de lo que poseo
es tuyo. No obstante, hay una condición, y es que jamás, bajo
ninguna circunstancia, debes abrir esta puerta, pues las
consecuencias serán extremadamente graves".
Durante un tiempo el
joven acató el consejo, hasta que un día pensó para sí que puesto
que lo compartía todo con su mujer,
¿qué posible razón podría tener
ella para ocultarle algo?
Así que cuando se quedó solo abrió la
puerta, y descendió por el corredor que encontró al otro lado.
Y
cuando llegó al final del mismo se encontró exactamente en el mismo
lugar y situación en los que había estado antes de que el anciano le
pidiese que trabajara en el palacio.
No guardaba memoria alguna de
los sucesos que le habían acaecido, y lo único que permaneció fue
una eterna sensación de pérdida.
Referencias
-
Hoffman, Edward. 1996.
The Heavenly
Ladder: Kabbalistic Techniques for Inner Growth. Sturminster
Newton: Prism Press, p20
-
Shah, I. 1971. Thinkers of the East.
London: Jonathan Cape, p123
-
Hoffman, Edward. 1996. The Heavenly
Ladder: Kabbalistic Techniques for Inner Growth. Sturminster
Newton: Prism Press, p23
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