Transcripción
Sigmund Freud escribía hace un siglo que la civilización nació,
cuando una persona decidió insultar a otra, en vez de tirarle una
piedra.
Esto quiere decir que luego de la piedra vino el insulto y
finalmente vino la argumentación.
Siempre hasta el momento fue
progreso: hoy estoy empezando a dudar si no estamos cerca de volver
a los piedrazos.
Sepan ustedes que el coraje para decir la verdad se suprime cuando
no tienen la decencia para transmitirla con amabilidad.
Dejen de
pelear por políticos... en su lugar debatan ideas.
No hay excusa alguna para que ningún integrante de la familia falte
a la mesa, para que los hermanos dejen de hablarse, ni para que los
amigos ya no lo sean.
Porque mientras ustedes discuten por ideales ajenos, es muy probable
que otros estén robando en su nombre.
La discusión de nuestra generación respecto a políticas públicas, ya
no puede ser sobre izquierdas o derechas, sino sobre pragmatismo o
ineficiencia, sobre capacidades de gestión, honestidad, consensos y
resultados.
Pero no porque dejen de existir las izquierdas y las
derechas como tal, sino porque han quedado incapaces para atender
las complejas demandas actuales, que requieren de menos dogmas, menos
ideologías, más ciencia y más sentido común.
No se fanaticen...
Como decía una filósofa... la gente se radicaliza
porque es mucho más fácil sentir antes que razonar.
Cuando les pidan que voten con el corazón, al menos duden...
Lo más
probable es que no tengan nada racional para ofrecerles.
Una sociedad progresa definitivamente cuando su población sabe que
existen recompensas al esfuerzo.
La meritocracia implica que vengas
de donde vengas, valdrá siempre más tu capacidad y tu esfuerzo que tu
lista de contactos.
La meritocracia, palabra tan vapuleada
últimamente, es la contracara exclusiva del
nepotismo, y es una de
las herramientas más poderosas para impulsar la igualdad de
oportunidades.
Necesitamos con urgencia abandonar ideas ramplonas que visten con
telarañas y huelen a biblioteca en desuso, pero que vuelven una y
otra vez de forma actualizada a corromper la paz e interferir en el
libre desarrollo de las comunidades.
No se dejen confundir...
El mayor obstáculo de un pobre para que deje
de serlo, no es un empresario rico producto de un trabajo ético, sino
un político corrupto a expensas de tu sacrificio: el resto es
ideología...
No podemos permitir, que la política se termine convirtiendo en el
usufructo del inhábil, pero lamentablemente hoy son realmente pocos
los que ocupando cargos de relevancia institucional dentro del
Estado, que podrían conseguir por propio mérito un trabajo apenas
bien remunerado en el sector privado.
¿De generar riqueza?...
Mejor
ni hablar…
Son
ustedes las nuevas generaciones que tienen el enorme poder para
ganarle el ajedrez a la inmoralidad.
Cuando entendamos que el mayor
benefactor social es el emprendedor,
dejaremos entonces de castigar su éxito, y saldremos definitivamente
del fango de la envidia y del resentimiento, en el que muchos
pretenden hacernos vivir, haciéndonos creer falsamente que existen
clases de hombres...