por Giorgio Agamben
traducción de Jordi Pigem del Sitio Web BrownstoneEsp Heidegger con Rudolf Augstein y Georg Wolff
Mientras seamos capaces de percibir como divina una flor, un rostro, un pájaro, un gesto o una brizna de hierba, podremos arreglarnos
sin un 'Dios'
"nombrable"...
Para entenderla, es necesario ante todo restituirla en su contexto.
Heidegger acaba de hablar del dominio planetario de la técnica, a la que nada parece capaz de gobernar.
La filosofía y las otras fuerzas espirituales (la poesía, la religión, las artes, la política) han perdido su capacidad de agitar o al menos de guiar la vida de los pueblos de Occidente.
De ahí su amargo diagnóstico de que,
Que de lo que se trata aquí es no es de ningún modo una profecía milenarista lo confirma la aclaración, inmediatamente después, de que debemos prepararnos no sólo,
Huelga decir que el diagnóstico de Heidegger no ha perdido un ápice de actualidad, y que incluso, si cabe,
La humanidad ha renunciado al nivel decisivo de las cuestiones espirituales y ha creado una esfera especial en la que confinarlas:
El arte, la poesía, la filosofía y otras fuerzas espirituales, cuando no han quedado simplemente extinguidos y agotados, se confinan en museos e instituciones culturales de todo tipo, donde sobreviven como entretenimientos y distracciones, más o menos interesantes, del aburrimiento de la existencia (y a menudo no menos aburridos).
Desde hace casi dos siglos (desde que Hegel y Nietzsche declararon su muerte) Occidente ha perdido a su dios.
Pero lo que hemos perdido es sólo un dios al que es posible dar un nombre y una identidad.
Mientras seamos capaces de,
Lo divino nos basta, el adjetivo importa más que el sustantivo.
|