por
Margarita Rodríguez
08 Septiembre 2024
del Sitio Web
BBCMundo
Información enviada por JHGP
George Santayana
en su habitación en
el hospital
de las Hermanas
Azules de Roma.
Fuente de la imagen, Getty Images
Quién es el autor de la famosa
frase,
y qué quiso decir realmente...
"Nunca tuvo posesiones, era un hombre
desprendido, tenía muy pocas cosas que podía llamar suyas",
cuenta el profesor Antonio Lastra del filósofo
George Santayana.
Quienes lo visitaron en sus últimos años, en un
hospital en Roma regentado por unas monjas que le habían alquilado
una habitación, fueron testigos de la austeridad con la que vivía.
"Sus últimos años los vive prácticamente como
una especie de monje, en una celda, y trabaja con los libros que
había ahí, ni siquiera con una biblioteca personal", dice
Antonio Lastra.
Cuando la muerte llegó, el 26 de septiembre de
1952, la revista Time publicó:
"Tenía 88 años y había vivido para
convertirse en uno de los grandes nombres del siglo".
Pero la obra de Santayana, muy prolífica,
trascendió.
"Es el tipo de filósofo con el que uno se
puede sentir realmente a gusto", le indica el docente a BBC
Mundo.
Además,
"tuvo el don de las frases", que "parecen
aforismos".
"Es muy fácil agarrarlas, sacarlas de contexto y verlas
brillar".
Una de esas frases es la que se encuentra en el
título de esta nota y, posiblemente, la has escuchado o leído sin
saber de quién era ni quién fue él.
Un Español en Boston
El filósofo, de padres españoles, nació en Madrid el 16 de diciembre
de 1863.
En el artículo de la revista Time, publicado pocos días
después de su muerte, se contaba que,
"de niño no jugaba a ningún juego y en toda
su vida nunca usó una máquina de escribir, ni condujo un
automóvil, ni bailó. Nunca se casó"...
El filósofo estadounidense William
James
fue el profesor
predilecto de Santayana
en la
Universidad de Harvard.
Stock Montage/Getty
Images
A los 9 años se fue a vivir a Boston, a donde se había radicado su
madre.
Las vacaciones de verano las solía pasar en
España, donde estaba su padre.
"Su familia tenía una capacidad económica
notable y eso le permitió educarse en la Universidad de Harvard
que, en ese momento, había formado el primer departamento de
Filosofía de Estados Unidos",
...recuerda Antonio Lastra, quien es
profesor asociado de la Universidad de Valencia, autor e
investigador externo del Instituto Franklin de Investigación en
Pensamiento Norteamericano de la Universidad de Alcalá.
"La filosofía estadounidense clásica, que es
como llamamos al pragmatismo, se encontró con que Santayana
estaba ahí", añade.
Por 20 años, Santayana fue profesor en la
Universidad de Harvard, posición a la que renunció en 1912, cuando,
"se marchó a vivir única y exclusivamente de
su pensamiento".
Su dimisión, que envió desde Europa, fue una
sorpresa para sus colegas, pues ocurrió en un momento en que gozaba
de un gran prestigio profesional, no solo como académico sino como
autor.
Espiritualidad sin Dogma
Santayana es considerado una de las figuras principales de lo
que llaman la filosofía clásica estadounidense.
"A él no le habría gustado nada que lo
clasificaran así", aclara Lastra.
"Aunque tenía el mayor de los respetos por sus profesores en
Harvard, no le gustaba el pragmatismo porque pensaba que era la
ideología del momento en Estados Unidos.
Su ambición era más clásica... Él se habría
reconocido mucho mejor con Lucrecio o con los filósofos
más renacentistas".
Lucrecio escribió un poema hace
2000 años
que hablaba de
átomos y de la naturaleza.
Se llamó De
Rerum Natura
y fue muy
admirado en el Renacimiento.
Spencer Arnold
Collection/Hulton Archive
Getty Images
De acuerdo con el experto, el filósofo llevó el platonismo - la
corriente que siguió las ideas de Platón - en una especie de
línea paralela con el catolicismo y lo mantuvo hasta el punto de no
dar un salto a la fe, es decir,
a la conversión a una religión o a la
aceptación de una verdad religiosa...
De esa forma, ofreció la perspectiva de una vida
espiritual sin la necesidad de someterse a
un dogma...
Detalle de la obra "La escuela de
Atenas" de Rafael
en el que se
observa en el centro a
Platón, de
rojo, y Aristóteles, de azul.
History/Universal
Images Group via Getty Images
"Santayana tiene la particularidad de
aparentar ser muy contradictorio", dice el profesor.
"Por ejemplo, habla de su adhesión a una ortodoxia humana, pero
esa adhesión no se puede entender en el sentido de la obediencia
a dogmas religiosos".
Lo que hizo fue no perder de vista el bagaje
cultural y filosófico fundamental para,
"hablar de auto-trascendencia, esencias,
verdad eterna, pero sin cruzar el umbral - que él había conocido
por su educación católica - hacia la adhesión de una revelación
religiosa o a una iglesia donde él no se habría encontrado como
miembro".
Tras irse de EE.UU.,
Santayana vivió
en algunos países europeos.
El estallido de
la Segunda Guerra Mundial
lo halló en
Roma, de donde no volvió a salir.
Getty Images
La Frase
"Aquellos que no pueden recordar el pasado
están condenados a repetirlo" aparece en su primer libro
The Life of Reason (La
Vida de la Razón), obra de cinco volúmenes publicados entre
1905-06.
Santayana no dejó ningún escrito filosófico o
literario en español.
La frase original es:
"Those who cannot remember the past are
condemned to repeat it".
En 2017, Dietmar Arnold,
historiador alemán
y
fundador de Berliner Unterwelten (Los inframundos de Berlín),
abría la puerta
de un búnker de la Segunda Guerra Mundial.
Arriba hay una
placa con la famosa frase de Santayana en alemán.
Steffi Loos/Getty
Images
Antes de abordarla, recibo una advertencia de Martin Coleman,
profesor asociado de Filosofía de la Universidad de Indiana y
director de
Santayana Edition, una
plataforma dedicada a la vida y obra del filósofo:
"Santayana pensaba que la naturaleza humana
es variable en lugar de fija".
Pero reconocía que, aunque la naturaleza humana
ha cambiado a lo largo de los milenios, hay límites a la
variabilidad que es posible en cualquier momento de la existencia.
Coleman le señala a BBC Mundo que Santayana,
"apreciaba los ideales y la razón".
Al hablar de la razón,
"se refería a la actividad de reflexionar
sobre los objetivos de una acción con la intención de armonizar
dichos propósitos".
Y en ese proceso - explica el investigador - se
rechaza el propósito que entra en conflicto con otros que sean más
deseables y se conserva el que ayude a la armonía general del
carácter.
Para Coleman, la frase de
Santayana aborda
"el desarrollo
histórico de la conciencia humana".
Jorm Sangsorn/Getty Images
Así, en el entorno cambiante de la existencia, la estabilidad
se vuelve necesaria para llevar una vida armoniosa, una vida
racional, y esa estabilidad requiere de algo clave:
la memoria...
"Es necesaria para que los humanos
alcancen logros, establezcan prácticas e instituciones que
preserven una organización social beneficiosa, rituales que
sean significativos, artes y ciencias".
Todo esto "depende", como escribió el mismo
Santayana,
"de la capacidad de retención" de la
experiencia.
"Sin ésta - explica Coleman - uno está condenado a repetir las
mismas acciones sin sentido".
Por lo tanto, según el director de Santayana
Edition, esa famosa frase se refiere al desarrollo de la
conciencia humana o a,
"las etapas de la mente".
"En la primera etapa, una mente
frívola y distraída no aprende nada de la experiencia.
En la segunda etapa, una mente 'dócil
a los acontecimientos, flexible a los nuevos hábitos y
sugerencias' es capaz de recordar y aprender.
En la tercera etapa, el agotamiento
impide la retención y la nueva experiencia se olvida
inmediatamente, y la repetición del pasado vuelve a ser
dominante".
"Es una exageración utilizar la frase como se suele usar para
comentar acontecimientos sociales o políticos.
El alcance de Santayana era más amplio:
la naturaleza humana, el desarrollo
histórico de la conciencia humana, más que los objetivos
políticos o las políticas públicas",
...explica Coleman.
Entre Niveles
Para Lastra, quien estuvo a cargo de la edición y traducción
del libro "George
Santayana - Una Antología del Espíritu", lo que el
filósofo quiso decir con esa frase se explica en el sentido de que,
"hay triunfos de la razón y, por tanto,
olvidar cómo los seres humanos han ido concatenando
razonamientos es peligroso porque lleva a repetir errores".
Le Penseur (El
pensador)
es una de las obras
más conocidas
del artista Auguste
Rodin.
PHAS/Universal Images Group
via Getty Images
"Pero el estrato de lo que hay por debajo de
eso es que paradójicamente la única actividad intelectual que
Occidente puede decir que no tiene tradición es la propia
filosofía...
Es decir, hay un nivel que olvidarse de lo
que ha sucedido es peligrosísimo y hay otro nivel en el que solo
recordar lo que ha sucedido es también peligrosísimo, porque
incapacita para pensar desde el principio, que es lo que
caracteriza a la filosofía".
El profesor explica que hay un nivel muy
importante en el que hay que recordar lo que ha sucedido y
hay otro nivel más profundo, más filosófico, más solitario, en el
que hemos de recordar que la filosofía no tiene tradición.
"Por tanto la actividad filosófica no puede
ponerse al amparo de su propia historia:
el filósofo tiene que atreverse a pensar
desde el principio, pero, al mismo tiempo, olvidar todo lo
que se ha pensado puede ser peligrosísimo porque alimenta la
soberbia".
Santayana, explica el experto, jugaba con
esos dos niveles de interpretación.
Una Frase que Perdura
Para Lastra, la trascendencia de la frase de Santayana se
debe a su capacidad brillante de resumir en muy pocas palabras algo
que nos preocupa a todos:
¿qué valor le damos al pasado?
Getty Images
"Yo, que imparto clases, ¿cómo convenzo a los
alumnos que estudien lo que no tiene nada que ver con sus vidas,
lo que les ha ocurrido a otros, lo que pasó hace mucho tiempo".
"Esa frase da con una preocupación y una obligación del ser
humano, pero también con un privilegio: tener pasado y
antepasados y eso no se puede olvidar".
Al mismo tiempo, los seres humanos tienen la
voluntad de pensar por sí mismos y en el momento en que una persona
empieza a hacerlo,
"puede creer que no está haciendo ningún
ejercicio de imitación o de repetición".
"Es complejo y en esa tensión Santayana se movía muy bien".
Y sabía cómo plasmarla.
"Leer a Santayana da una impresión de
facilidad, escribe tan bien que uno tiene la impresión de que
está entendiendo.
Pero, luego hay unas complejidades muy
finas".
Eso y que es fuente de "una filosofía amable"
hizo que su figura se alejara de,
"la fama que podía tener un filósofo oscuro o
completamente hostil al mundo".
Su Gran Aporte
De acuerdo con Coleman, el pensamiento de Santayana se
enmarca en la corriente filosófica que nos habla sobre cómo
orientarnos hacia el universo y vivir bien.
"Al igual que las enseñanzas de algunas
tradiciones espirituales y algunas escuelas antiguas de Grecia y
Roma, la filosofía de Santayana cultiva la felicidad, la
sensatez y la ecuanimidad.
Pero a diferencia de algunas tradiciones, no
sacrifica la verdad en aras de aliviar el sufrimiento".
Profundamente humanista, la filosofía de
Santayana,
"es una alternativa seria y alegre al
irracionalismo de todo tipo".
"Es materialismo sin reduccionismo e idealismo sin fanatismo".
"Esa frase da con una preocupación
y una
obligación del ser humano,
pero también
con un privilegio:
tener pasado",
dice Lastra.
Getty Images
El filósofo, explica el académico,
"concibe la ciencia sin arrogancia, la
religión sin fanatismo, el pluralismo sin coerción y la
desilusión sin nihilismo".
Para el profesor Lastra, el gran aporte de
Santayana es que nos recuerda que la filosofía,
no es tanto una adquisición de conocimientos,
pues para eso está la ciencia, sino que es la conversión de esos
conocimientos aprendidos en una manera de vivir.
Y algo fundamental:
ser fiel a esa manera de vivir.
"Santayana se reconocía no como profesor
de Filosofía, sino como filósofo y decía que el filósofo no
lo es por lo que sabe sino por cómo vive lo que sabe...".
Esa idea de "vivir de acuerdo con lo que uno
sabe" es volver a la antigua pregunta socrática:
¿cómo hay que vivir?
"Si haces un ejercicio de aprendizaje
continuo, Santayana te preguntaría:
'Y de acuerdo con esto ¿cómo estás
viviendo?
¿Tu vida se corresponde con lo que
has aprendido?
¿Iguala tu vida a tu pensamiento?"
"Esa es la aportación fundamental de
Santayana"...
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