por Redacción HuffPost
09 Febrero 2023
del Sitio Web
HuffingtonPost
Getty Images/iStockphoto
No son solo
un problema para la
naturaleza...
Los residuos plásticos suponen un gran problema para el
medioambiente, especialmente para los mares, pero también pueden
serlo desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, puesto
que
los microplásticos pueden pasar a
la cadena alimenticia y, de ahí, a nuestro organismo.
Los microplásticos y nanoplásticos no
son otra cosa que residuos microscópicos de plástico,
"de tamaño inferior a 5 milímetros que
derivan, en parte, de la fragmentación de los macroplásticos que
llegan mayoritariamente al medio acuático y que, por su difícil
degradación, permanecen en el medio ambiente durante décadas",
como define la
Agència Catalana de Seguretat Alimentària.
Según cita este organismo, en los últimos años se
han detectado microplásticos en algunas especies animales que forman
parte de nuestra dieta, pero también en otros alimentos:
"Aparte del pescado y marisco, también se han
identificado otras vías de entrada de microplásticos en la
cadena alimentaria, como es el caso de la sal marina, la
cerveza, la miel, el azúcar y el agua del grifo".
El año pasado, investigadores del grupo
TecnAtox de la
Universitat Rovira i Virgili de
Tarragona determinaron que la población española consume unos 8.100
microplásticos al año de media a través de los moluscos, siendo las
ostras y los mejillones los que presentaban la mayor concentración.
En el mismo sentido, en 2018 la Organización de Consumidores y
Usuarios analizó 102 alimentos de origen marino y detectó la
presencia de microplásticos en 69 de ellos.
La sal contenía microplásticos en el 66% de
las muestras, los moluscos en el 71% y los crustáceos en el 66%.
"Se han
identificado
otras vías de
entrada de microplásticos
en la cadena
alimentaria,
como es el caso
de la sal marina,
la cerveza, la
miel, el azúcar
y el agua del
grifo"...
Ya cuatro años antes la Autoridad Europea de
Seguridad Alimentaria (EFSA) identificó a los microplásticos
y nanoplásticos como un nuevo riesgo emergente y desde
entonces se trabaja en estudiarlos y en analizar sus posibles
efectos adversos para la salud.
Aún queda por avanzar en este terreno, pero algunas investigaciones
apuntan a que podrían estar relacionados con algunas enfermedades
inflamatorias del aparato digestivo.
A modo de prevención, la OCU ofreció cinco claves para reducir el
consumo de plásticos y ayudar así a mitigar este problema:
-
Comprar a granel y, en el caso de comprar
productos envasados, elegir preferentemente los que no usan
plástico.
-
Olvidarse de bolsas de plástico y
cambiarlas por reutilizables o por un carro, y limitar el
uso de bolsas de basura.
-
Buscar alternativas duraderas y
biodegradables a productos desechables como maquinillas de
afeitar, bastoncitos, toallitas húmedas...
-
Utilizar una cantimplora metálica o una
botella reutilizable no de plástico para el agua
-
En los textiles, opta por las fibras
naturales (algodón, lino...) antes que las sintéticas
(poliéster, elastán...), salvo que procedan de plástico
reciclado.
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