por Carlos Ferrer-Bonsoms Cruz
20 Septiembre 2024
del Sitio Web
BusinessInsider
Fotograma de la película
'El chip
prodigioso'.
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Un equipo de ingenieros del MIT han
desarrollado una batería de aproximadamente el grosor de un
cabello humano.
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El motivo de este esfuerzo es diseñar
pequeños robots que podrían inyectarse en el cuerpo humano,
donde podrían buscar un sitio objetivo y liberar un
medicamento concreto.
Un equipo de ingenieros del MIT han desarrollado
una batería de aproximadamente el
grosor de un cabello humano que podría permitir el despliegue de
robots autónomos del tamaño de una célula para la administración de
medicamentos dentro del cuerpo humano, así como otras aplicaciones,
como la localización de fugas en tuberías de gas.
Para ser exactos, se trata de una batería que mide 0,1 milímetros de
largo y 0,002 milímetros de grosor que es capaz de capturar oxígeno
del aire y usarlo para oxidar zinc, generando una corriente con un
potencial de hasta 1 voltio.
Para que te hagas una idea, es suficiente para alimentar un pequeño
circuito, sensor o actuador, según han demostrado los
investigadores.
"Creemos que esto va a ser muy habilitador
para la robótica", explica Michael Strano, profesor de
Ingeniería Química en MIT y autor principal
del estudio.
"Estamos incorporando funciones robóticas en
la batería y comenzando a integrar estos componentes en
dispositivos", añade.
Durante años, Strano ha estado trabajando en
pequeños robots que pueden detectar y responder a estímulos en su
interno y uno de los principales desafíos en el desarrollo ha sido,
precisamente, que estos robots tengan suficiente autonomía.
Ya existen
métodos que alimentan dispositivos
a microescala, pero siempre tienen que tener una fuente apuntando a
ellos en todo momento.
Con el objetivo de crear robots más autónomos, el laboratorio de
Strano usó un tipo de batería conocida como batería de zinc-aire,
que tienen una vida útil más larga que muchos otros tipos debido a
su alta densidad energética.
Además, su aplicación no es desconocida, puesto
que a menudo se usan en audífonos.
Y lo cierto es que la batería ha dado la talla, puesto que es capaz
de proporcionar suficiente energía para hacer funcionar dos tipos
diferentes de sensores que cambian su resistencia eléctrica cuando
detectan sustancias químicas en el ambiente.
Uno de los sensores está hecho de disulfuro de
molibdeno atómicamente delgado y el otro de
nanotubos de carbono.
"Estamos creando los bloques básicos para
construir funciones a nivel celular", explica Strano.
En esta prueba, los investigadores usaron un
cable para conectar su batería a un dispositivo externo, pero en
trabajos futuros esperan construir robots diminutos en donde la
batería esté incorporada dentro del dispositivo.
"Esto va a formar el núcleo de muchos de
nuestros esfuerzos robóticos", señala Strano.
"Puedes construir un robot alrededor de una
fuente de energía, de la misma forma que se puede construir un
automóvil eléctrico alrededor de la batería".
El motivo de este esfuerzo es diseñar pequeños
robots que podrían inyectarse en el cuerpo humano, donde podrían
buscar un sitio objetivo y liberar un medicamento concreto.
Luego, al estar hechos de materiales
biocompatibles, se desintegrarían una vez que ya no fueran
necesarios.
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