A menudo la curiosidad y la sorpresa han hecho acto de presencia cuando se trata de averiguar cómo en el antiguo Egipto se logró tal perfección artística y técnica en condiciones de total oscuridad, dentro de los numerosos corredores subterráneos que podemos encontrar en infinidad de tumbas de diferentes Necrópolis.
Tal vez el ejemplo más representativo lo
tengamos en las proximidades de LUXOR, en el conocido
Valle de los Reyes. ¿De total oscuridad? Se preguntaran algunos,
¿Es que acaso no existían las antorchas o candiles para iluminar
estos pasajes?.
Con un mínimo de esfuerzo, podremos observar que la
inmensa mayoría de los dibujos e inscripciones están realizados
sobre roca virgen, que ha sido picada y pulida, para posteriormente
ser decorada. Otras rocas pesan varias toneladas, y su manejo es
difícil de imaginar, sin que éstas sufrieran golpes y arañazos
propios del desplazamiento por los estrechos corredores desde el
exterior, cosa que, al igual que el humo de las antorchas, no se
aprecia por ninguna parte. En definitiva, este tipo de manipulación
hubiese hecho peligrar la labor de los artistas Egipcios.
UNA HIPÓTESIS PROHIBIDA
Algunos de ellos estaban
recubiertos de una aleación de oro, plata y cobre que recibía el
curioso nombre de ELECTRUM (palabra mencionada además
en la Biblia).
Están sujetas por un pilar DJED, símbolo de energía, estabilidad y poder, muy extendido por todo Egipto. Esta "bombilla", está conectada por una especie de cable a un pedestal, en el que está arrodillado el Dios del Aire.
Todo este conjunto está custodiado por un Babuino, que probablemente represente al Dios THOT, protector del conocimiento y de las ciencias, que con un cuchillo en cada mano parece guardar celosamente tan pintoresca y extraña representación.
Algunos arqueólogos como el Alemán Alfred Waitakus y el Inglés John Harris, aseguran que los jeroglíficos que rodean a algunas de estas representaciones, hablan de luminosidad, conocimiento y del gran poder de ISIS.
Si se está libre de prejuicios y en relación a lo anteriormente expuesto, la realización de las diferentes inscripciones localizadas en el Valle de los Reyes y del resto de los pasadizos y tumbas del antiguo Egipto, bien podrían haber sido efectuadas con la ayuda de la electricidad.
Un conocimiento en estado de involución, que en manos de la casta sacerdotal era guardado celosamente como un gran legado de los antiguos Dioses.
Corría el año 1.936, cuando un grupo de obreros dirigido por el ingeniero Alemán Wilhelm Köning realizaba la construcción de un sistema de alcantarillado en la colina de Rabua, muy próxima a Bagdad (Irak), cuando se toparon con un extraño objeto de arcilla en forma de jarrón.
Este objeto tenía 15 centímetros de alto, y poseía un tapón de asfalto donde hacia el interior partía un tubo cilíndrico de cobre de 26 milímetros de diámetro y 19 centímetros de altura. A su vez, del tubo sobresalía una varita de hierro de 1 centímetro, cubierta de plomo ligeramente corroída por algún tipo de ácido.
A pesar de que las autoridades y los Expertos, tacharon este pequeño jarrón o vasija de Objeto de Culto (muy típico en estos casos), el propio Köning tras introducir un electrolito común en el interior del recipiente, logró hacer funcionar este Objeto de Culto, como una batería.
En el mismo yacimiento fueron descubiertos otros objetos que habían sido sometidos a un proceso de galvanización. Estos databan del 2.000 a.C., por lo que se llegó a la conclusión que hace más de 4.000 años los antiguos moradores de estas Tierras de Mesopotamia, utilizaban pilas eléctricas.
No nos debe sorprender este tipo de hallazgos. Existen numerosas referencias incluso en la antigua Roma o Grecia, que nos hablan de ciertas bombillas incandescentes de color rojizo, como de la que nos habla San Agustín, que no podía ser apagada ni por los vientos ni por la lluvia, y también otra en Antioquía que estuvo encendida mucho más de quinientos años.
O en el Templo de
Numa Pompilio en Roma, famoso porque en su cúpula brillaba siempre
una luz encendida. Pausanias vio en el Templo de Minerva
en el año 170 de nuestra era, una lámpara de oro que daba luz por un
año sin que fuese alimentada por ningún combustible. Dice así este documento:
...colocar una plancha de cobre, bien limpia, una vasija de barro; cubrirla con sulfato de cobre, y luego cubrirlo todo con aserrín húmedo, para evitar la polarización. Después poner una capa de mercurio amalgamado con zinc, encima del aserrín húmedo. El contacto producirá una energía por el doble nombre de Mitra Varuna.
Se dice que una cadena de
cien vasijas de este tipo, proporcionan una fuerza muy activa y
eficaz.....
El griego Luciano (120-180 a.C.) nos dejó la descripción de una bella alhaja en Hierápolis (Siria), que estaba engarzada en una cabeza de oro de la diosa Hera, de la cual ...emanaba una gran luz..., tanto que el templo resplandecía como si hubiese estado iluminado con una miríada de cirios. Luciano no nos dejó revelada la explicación a este misterio, pues los sacerdotes se negaron a descubrirle el secreto.
Plutarco escribió en el Siglo I, sobre una Lámpara Perpetua,
que él tuvo ocasión de ver en el Templo de Júpiter Amón. En
este caso los sacerdotes que custodiaban el templo tampoco le
revelaron el misterioso funcionamiento de tan milagrosa luminaria,
tan sólo le contaron que ésta ardía continuamente hacía muchos años
y que ni el viento ni la lluvia habían podido apagarla.
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