por Javier Jiménez
24 Agosto
2018
del Sitio Web
Xatara
Versión en
italiano
Hace más de un siglo, las expediciones etnográficas recorrieron
amplias regiones del sur
de Australia con la idea de
entender mejor a los pueblos aborígenes que aún habitaban en
aquellas tierras.
Allí, escucharon y
registraron cientos de historias que les enseñaron la importancia
del cielo estrellado en los mares del sur.
La historia de las "Siete hermanas", por ejemplo, describía cómo un
cazador (la constelación de Orión) perseguía, durante todo el año, a
siete hermanas (el cúmulo estelar de
las
Pléyades) para no alcanzarlo nunca.
La historia está llena de
detalles y nos cuentan como la "magia" de los personajes va
fluctuando al ritmo que cambia el brillo de tres estre... ¿Cómo? No,
esto no puede ser. Corta, corta...
El cielo a simple vista
En general, antropólogos e historiadores coinciden en que los
pueblos australianos fueron muy buenos
conservando sus historias.
Muchas de ellas se basan
en sucesos reales y se pueden datar con una precisión increíble.
Por eso, cuando en 2008,
Selena Fredrik
planteó que los aborígenes conocían, desde
hace siglos, que,
-
Betelgeuse
-
Aldebarán
-
Antares,
...cambian su brillo en
ciclos de entre 400 días y cinco años, la comunidad científica no
sabía qué creer.
En la tradición científica occidental, Sir John Herschel
detectó por primera vez ese fenómeno en 1836.
No parecía probable que
los pueblos australianos fueran capaces de identificar ese
fenómeno. Detectar cambios tan poco comunes es algo de todo menos
trivial, y mucho menos hace miles de años.
Ahora un nuevo estudio (Yes,
Aboriginal Australians can and did Discover the Variability of
Betelgeuse) explica que, en realidad, identificarlo era
mucho más sencillo de lo que parece.
Según
Bradley Schaefer,
profesor de la Universidad Estatal de Louisiana, los registros
etnográficos más antiguos tienen “pruebas reales” de que los
aborígenes sí conocían el dato en cuestión.
Schaefer argumenta convincentemente que las variaciones del brillo
son detectables a simple vista. Las tres variaciones están por
encima del umbral que necesita una persona no entrenada para
detectarlo.
Usando las estrellas
cercanas es una identificación relativamente sencilla.
Si fueron capaces de conservar en sus historias las líneas de costa
de hace más de 7.000 años (Aboriginal
Memories of Inundation of the Australian Coast Dating from More than
7000 Years Ago), solo nuestro prejuicio nos
impide creer que los aborígenes conocieran el brillo fluctuante de
las estrellas antes que la ciencia occidental.
La pregunta real es:
¿Qué más cosas se
ocultan en esas historias...?
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