por Heinz Dieterich
Profesor Universidad
Autónoma Metropolitana-México
obtenido de
Tierramerica website
Uno de los secretos mejor guardados en los medios de comunicación
internacionales es la existencia de una potencia mundial de
biotecnología y medicina en el Caribe: Cuba.
Parece tratarse de una conspiración de silencio, pese a que los
centros de investigación cubanos practican una política de puerta
abierta para quienes se interesen por sus intensas labores
científicas en salud humana, animal y de plantas.
Los logros son espectaculares.
En 1993, el Patent and Trademarck
Office en Washington DC (dependiente del Departamento de Comercio)
reconoció tres importantes patentes a Cuba:
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La primera
vacuna antimeningocóccica BC en el mundo
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La
estreptoquinasa recombinante, que bloquea el desarrollo del infarto
cardiaco
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La
enzima industrial farmacéutica sucrosa invertasa, que
aumenta el contenido edulcorante del azúcar al convertirlo en licor
de fructosa
Estas patentes implican que Estados Unidos reconoce:
1.- La
originalidad de los productos cubanos a nivel mundial, es decir,
que la isla caribeña es la única nación que tiene la metodología
para producirlos 2.- Que los productos cumplen con todas las normas de calidad de la
Food and Drug Administration (FDA), las más
exigentes en el mundo 3.- Que concede a Cuba el derecho exclusivo de su producción y
comercialización en Estados Unidos durante un período de 17 años
Algunos records
Más allá de estas patentes, Cuba tiene otros
records científicos.
En
materia de diagnóstico, por ejemplo, los avances son impresionantes.
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El sistema ultramicroanalítico del Centro de Inmuno Ensayo (cie) es
novedoso en el diagnóstico prenatal para detectar malformaciones
congénitas y se usa ya en Europa, Asia, Africa y América Latina.
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Hay también innovadores kits diagnósticos para el
dengue y el
estreptococo grupo B, que permiten obtener resultados en tres horas,
mientras que los análisis de infecciones de meningitis y del
cólera
pueden intentarse con los nuevos sistemas cubanos en ocho horas.
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En el ámbito del combate contra las enfermedades, el profesor
Ofelio
Peláez logró parar el avance de la retinosis pigmentaria, con una
combinación de microcirugía, terapia de ozono y antibióticos.
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Los cubanos crearon, además, el llamado
ppg como medio preventivo
contra el infarto cardiaco, y están desarrollando el llamado "factor
de crecimiento nervioso", que podría ser útil contra enfermedades
como la de Alzheimer.
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En el campo de
salud animal se creó la primera vacuna contra la
garrapata del ganado vacuno en el mundo y se está produciendo otra
contra la colibacilosis porcina.
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En el área de plantas, los cubanos produjeron con ingeniería
genética un tabaco transgénico, resistente a determinadas especies
de insectos; una papa resistente a uno de los tres tipos de virus
que afectan su semilla y, por primera vez en el mundo, una caña transgénica.
Los tres ases contra el sida
Los científicos cubanos combaten el sida en tres frentes: el
desarrollo de tres eficientes y económicos sistemas de diagnóstico
- incluyendo uno a distancia - un medicamento en pruebas clínicas que
trata las enfermedades "oportunistas" y que podría prolongar la vida
de un enfermo de dos a tres años y una vacuna contra el sida en
proceso de elaboración.
Según el director del Centro de Ingeniería
Genética y Biotecnología, Manuel Limonta, la vacuna podría estar
disponible "alrededor del año 2000".
Su propio software y hardware
Debido al bloqueo estadounidense, los cubanos produjeron
completamente el software y el hardware para los sofisticados
equipos computarizados que requieren en áreas biomédicas y
biocientíficas.
Algunos países del Primer Mundo tienen equipos con funciones
semejantes a los cubanos, pero son entre cuatro y cinco veces más
caros.
En términos generales, los sistemas cubanos son
sustancialmente más económicos que los comercializados por los
países industrializados.
El factor humano
El milagro biotecnológico de Cuba -que es el único país del Tercer
Mundo que exporta productos de ingeniería genética- se explica,
entre otras cosas, por el factor humano.
Treinta y cinco años de sistemática priorización de la educación y
salud pública produjeron una "masa crítica" de jóvenes científicos y
técnicos de alta calidad, que son la fuerza motriz de la
biotecnología cubana.
Esos jóvenes científicos disponen de la misma infraestructura que
tienen sus homólogos primermundistas.
La voluntad política del Estado cubano, la eficiente cooperación
entre las instituciones de investigación y producción, así como la
tenaz insistencia en la calidad internacional de los productos son
factores del éxito.
Para 1994, el ingreso de divisas a Cuba por la biotecnología alcanzó
los 400 millones de dólares, y se estima que dentro de cuatro años
podría ser mayor que el del azúcar.
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